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Descubren la estructura de un barracón de 60 metros en el campo de concentración de Albatera

Los últimos hallazgos arqueológicos permitirán reconstruir uno de los lugares más crueles en donde el régimen franquista encerró a 16.000 presos republicanos - Los investigadores creen que las fosas comunes están cerca

Descubren la estructura de un barracón de 60 metros en el campo de concentración de Albatera

Descubren la estructura de un barracón de 60 metros en el campo de concentración de Albatera Tony Sevilla

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Descubren la estructura de un barracón de 60 metros en el campo de concentración de Albatera Loreto Mármol

Cuenta Enrique que su padre, el vasco José Antonio Urquijo, quiso que le enterraran con tierra de Albatera. De su campo de concentración, en la localidad de San Isidro, uno de los más aterradores de los 300 que el régimen franquista diseminó por todo el país. Es también uno de los más desconocidos: lo desmantelaron y se llevaron hasta los escombros.

Como Urquijo, unos 16.000 republicanos acabaron allí al término de la Guerra Civil, en abril de 1939. Hacinados, a la intemperie, sobre un terreno de costra salada y bajo un sol que rajaba la tierra y la piel. Casi sin agua ni alimento.

El arqueólogo e historiador Felipe Mejías ha ido recopilando «testimonios desgarradores» y ha realizado dos campañas sobre el terreno -la última concluyó el viernes- para desentrañar lo que aquí ocurría y se ha querido ocultar durante tanto tiempo.

El hallazgo más importante ha sido uno de los, al menos, cinco barracones que había en la entrada: «Se ve perfectamente la estructura de 60 metros de longitud por 7 de ancho». Esto, explica, permitirá la reconstrucción de un espacio que podría convertirse en un lugar de memoria y un museo.

Mejías también ha encontrado, junto con su equipo de seis arqueólogos y antropólogas forenses, un vertedero de desperdicios -«la basura es un tesoro, porque da mucha información»-, además de las canalizaciones de agua de los váteres y las duchas. «Si aparecen desechos se podrán analizar para obtener información sobre enfermedades, e incluso se pueden encontrar objetos que se arrojaban para no ser descubiertos», comenta el historiador.

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Hallazgos en el campo de concentración de Albatera Tony Sevilla

En esta segunda campaña, la primera fue a finales del año pasado, ha aflorado mucha munición percutida, lo que significa que se ha disparado un arma larga dentro de un campo que no es de tiro: «Aquí no se hacían prácticas, si disparas un fusil es porque has apuntado contra alguien».

En concreto, se han hallado vainas de fusiles Máuser, los que usaba el ejército franquista, en una zona abierta, libre de barracones, donde se sabe, por los testimonios, que se les hacía formar a los prisioneros y se les fusilaba.

«Los objetos nos hablan y luego hay que interpretarlos», afirma. Es curioso que además haya proyectiles de fusiles del siglo XIX, de la época de las guerras carlistas. Se usaba «la escopeta del abuelo, es decir, la que tenían en casa», advierte Mejías, que piensa que «seguramente se presentaban voluntarios falangistas para vengarse de alguien». Las sacas o ruedas de reconocimiento se producían continuamente.

Había muertes a diario. Enterraban los cuerpos entre el campo y el palmeral. «Todo apunta a que las fosas comunes están cerca», dice con el tesón de quien quiere documentar las huellas de los desaparecidos, con la dificultad de sondear un terreno que ocupa 14 hectáreas.

Un proyecto a largo plazo que de momento ha logrado subvenciones por valor de 40.000 euros, a través de la Conselleria de Calidad Democrática y del Ministerio de la Presidencia. «Hay trabajo para varios años», concluye.

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