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Maruja Mallo vuelve con el poeta del pueblo

La obra de la pintora, ligada a Miguel Hernández, viaja a Orihuela en un otoño repleto de homenajes

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Una exposición muestra por primera vez en Orihuela material original e inédito de Maruja Mallo relacionado con Miguel Hernández Tony Sevilla

El poeta Miguel Hernández conoció a la pintora Maruja Mallo en Madrid, «al llegar de la luminosa Orihuela, donde estallan los azahares». Se encontraron por «azar secreto o magia del destino», recordaría la artista de la Generación del 27, reconocida entre los intelectuales de vanguardia. «La crítica especializada ha destacado siempre la relación sentimental que los unió y que fue el motivo del distanciamiento y ruptura durante más de seis meses en 1935 del oriolano con Josefina Manresa [la que sería su esposa y madre de su único hijo]», explica Aitor Larrabide, director de la Fundación Cultural Miguel Hernández.

Grabados originales realizados por Maruja Mallo Tony Sevilla

Él llegaba de andar los campos y subir la montaña, con el rostro de «arcilla pura» -diría Aleixandre-, con alpargatas y pantalones de pana. «Su aspecto campesino, producto genuino, rebosante de ingenuidad y salud vital, pleno de conciencia cósmica», describiría la que también formó parte del grupo de mujeres artistas de Las Sinsombrero. Ella era una mujer moderna, provocadora y excéntrica, la antítesis de Josefina, puritana, «te me mueres de casta y de sencilla», escribiría Miguel en «El rayo que no cesa», un poemario marcado por el erotismo de ese otro amor carnal que pasaría al desengaño porque Maruja no quería tener ataduras convencionales: «Como el toro te sigo y te persigo / y dejas mi deseo en una espada / como el toro burlado».

Foto de la artista delante de su obra «Sorpresa del trigo» Tony Sevilla

«Los unió la misma estética que defendía un arte basado en la naturaleza y en las raíces populares del arte, comprometido con el desarrollo cultural, social y económico», continúa Larrabide. Las obras más conocidas de la artista -«Sorpresa del trigo» y «El canto de las espigas», que más tarde formarían parte de la serie «Religión del trabajo»- las inició en esos meses de «armonía cósmica» entre ambos, en «aquella hora dorada de tiempos fértiles por toda España».

Original de la semblanza de Miguel Hernández escrita por Mallo Tony Sevilla

La pintura y la palabra del pueblo frente a la tiranía. Hasta que los alcanzó la guerra civil: «Evacuados al éxodo; enterrados o desterrados», contaría Mallo, que se exilió en Buenos Aires hasta que regresaría en los años 60, mientras que Miguel emprendería su vuelo a la gloria, «en su fuga hacia las auroras boreales; como ser sideral no tenía espacio para la sorpresa ni tiempo ante lo inesperado», añadiría en un texto que dedicaría al oriolano. Ahora se vuelven a unir en el rincón hernandiano de Orihuela: «Es muy emocionante que Mallo esté aquí, que venga por primera vez», apunta Larrabide, y es simbólico que lo haga en el 111 aniversario del nacimiento del universal poeta.

Llega con una muestra en la sala de exposiciones junto a la Casa Museo del escritor, que se inauguró ayer y que estará abierta al público hasta el 28 de febrero, que reúne un conjunto de grabados originales de la artista y de quien la guió en este arte, el pintor, grabador y poeta José Vázquez Cereijo, que recopiló «Homenaje a revista de Occidente», «una rara y poco conocida carpeta», comenta Larrabide, con los diseños que Mallo realizó para la mítica publicación de José Ortega y Gasset.

Destacan las cubiertas de los números en los que figuraban poemas de Hernández. También hay varios textos que describen el ambiente madrileño de los años 30. «Hasta ahora no se había podido ver en la ciudad la semblanza escrita de su puño y letra sobre el poeta ni su contexto», añade Larrabide. Soplan vientos del pueblo, con sus heridas de amor, guerra y cárcel, como un rayo que no cesa.

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