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Un año más sin el canto de los auroros en el cementerio de Orihuela

La ausencia de esta tradición huertana marca una jornada en la que cientos de personas han acudido al camposanto oriolano

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Cementerio de Orihuela en el día de Todos los Santos

El cementerio de Orihuela ha estado muy concurrido en el día de Todos los Santos, pero la jornada ha estado marcada por la ausencia, y no solo por la de los difuntos.

Hasta la llegada de la pandemia, una tradición se repetía cada año. Además, de las visitas de familiares que llenan de flores las tumbas de sus seres queridos, el canto de los auroros llenaba de solemnidad la jornada.

Por segundo año consecutivo, las formaciones y agrupaciones musicales nacidas en torno a Hermandades o Cofradías no han podido realizar sus rituales propios del rezo del Santo Rosario.

Estos cantos y melodías de carácter mediterráneo y oriental, con reminiscencias mozárabes, son un patrimonio inmaterial de la Vega Baja, con sus máximas expresiones en Orihuela u Bigastro.

Un fenómeno religioso y cultural que en la huerta se ha transmitido de forma oral y de generación en generación, formando parte de su identidad e idiosincrasia.

Su origen se sitúa en la creación de la Diócesis de Orihuela en el siglo XVI, estableciéndose en esta ciudad la silla episcopal para la organización eclesiástica de la demarcación adscrita, lo que supuso la culminación de un largo proceso demandado por la sociedad oriolana para segregarse de la Diócesis de Cartagena.

No obstante, fue en el siglo XVII cuando nacieron estas cofradías, que alcanzaron un desarrollo mayor en los dos siglos siguientes.

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