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Memoria municipal de Rojales: más de un centenar de alcaldes en 248 años

Un libro recorre más de dos siglos de historia del Ayuntamiento - Incluye capítulos de corrupción, fraudes, abusos de poder y parentescos entre regidores, además de episodios convulsos, inundaciones, terremotos y epidemias

La historiadora Isabel Berná muestra su libro en el malecón. | TONY SEVILLA

Los números avalan el trabajo descomunal que ha realizado la historiadora Isabel Berná, que acaba de publicar «Rojales. Memoria de su gobierno municipal desde 1773 hasta la actualidad»: 248 años de historia, más de un centenar de alcaldes, 514 páginas y 2 kilos de información que incluyen noticias, fotografías, gráficos, biografías y hasta tablas con los ingresos, los gastos y los salarios de los empleados del Ayuntamiento. No solo se limita a un listado de nombres y fechas, sino que bucea en las raíces del poder municipal, los avatares históricos y las sacudidas del país vividos en la miniatura de un pueblo. Una tarea complicada, comenta, por la inexistencia de las actas municipales anteriores al siglo XX, lo que la obligó a acudir a otras fuentes que custodian el pasado.

Después de diez años investigando en diversos archivos, rescata aspectos poco conocidos y ofrece una completa y rigurosa radiografía que arranca cuando la localidad se independiza de Guardamar del Segura, tras más de 20 años de perseverancia y previo pago de unos cuantos miles de maravedíes. Su primer alcalde fue Damián Joaquín Pastor de López, arrendador de las salinas de La Mata que acabó convirtiéndose en un auténtico terrateniente. Sus hijos y varios miembros de su familia accedieron también a la alcaldía.

No en vano, el sistema de renovación del gobierno consistía en que los cargos vigentes elegían a los sucesivos. El libro refleja, a través de un árbol genealógico, el parentesco entre los alcaldes, además de enumerar unos cuantos intentos fallidos por controlar el poder y varias reclamaciones para anular las elecciones. Incluso, se aprecia la adicción a la vara de mando, esa que en 1795 se encargó que tuviera los puños de plata, que en algún caso derivó en una orden de busca y captura para el regidor que se resistía a abandonar el sillón.

También se ven irregularidades. Por ejemplo, en 1894 los miembros del Ayuntamiento ingresaron en la cárcel por unos descubiertos que dejó un recaudador de contribuciones, mientras que 1935 se sometió a una inspección que acabó destapando malversación de fondos y fraude en las subastas.

Berná destaca la figura de Nieves Marín, la primera concejala después de 151 años como villa independiente. En su toma de posesión, a finales de 1924, un miembro de la corporación manifestó su rechazo por no querer mujeres en el Ayuntamiento.

A Jesús Cartagena le tocó ser alcalde en una etapa convulsa. Presidente del Partido Socialista, afiliado a UGT y testigo de una curiosa aparición en el pueblo -la de la Virgen-, una vez acabada la guerra ingresó en prisión en 1939. A pesar de que en su juicio declararon varios testigos a su favor, fue condenado a pena de muerte y lo ejecutan en el cementerio de Alicante. Poco después, en 1940, con motivo del primer aniversario de la «fiesta de la victoria y liberación total de nuestra patria» se acuerda nombrar hijo adoptivo a Francisco Franco. Ya en la etapa democrática, Josefa García Sánchez fue la primera concejala, mientras que Roque Trives lo fue durante 24 años de forma ininterrumpida.

Unas páginas salpicadas no solo por los gobiernos, sino también por las aguas de un río que parte en dos el municipio, ese Segura que, en palabras de Berná, «a veces se sale de madre», causando episodios agónicos como los de 1796, cuando más de cien hombres trabajaron sin descanso para contener la gran crecida. Ese mismo año se plantaron álamos en su orilla. O cuando en 1825, ante otra amenaza de desbordamiento, el Ayuntamiento adquirió antorchas para su vigilancia. Tras la extraordinaria avenida de 1879, tanto el pueblo como la huerta quedaron inundados echándose a perder la cosecha.

Son episodios a los que las gentes de la Vega Baja están acostumbradas, sin olvidar las lluvias torrenciales, las plagas en los cultivos y los terremotos, como el de 1829, que devastó la localidad y que marca los presupuestos de los años sucesivos con inversiones para la reconstrucción. Ni quedan fuera las epidemias, como la peste de Argel en 1791, la de cólera en 1854 y la de viruela en 1893, así como el esfuerzo económico del Consistorio para paliar las consecuencias.

La historiadora cuenta, además, en su página de Facebook «Crónica rojalera» más curiosidades de este municipio de leyenda encantada con un calvario de cruces, campanas con nombres propios, cuevas del Rodeo, un cabezo Soler, azarbes y acequias.

Los tres últimos regidores que suman casi medio siglo de vida

En el libro de Isabel Berná los tres alcaldes desde la llegada de la democracia cuentan en primera persona sus etapas en la alcaldía: Antonio Martínez García, que empezó un poco antes, en 1975, lo fue durante casi 29 años, hasta 2003; el socialista Antonio Pérez García, desde 2011 hasta la actualidad (y antes en la legislatura de 2003), y Antonio Martínez Cánovas, del PP, entre 2007 y 2011. Además, «los hemos retratado juntos en una foto histórica, ya que entre todos suman casi medio siglo de vida de nuestro Ayuntamiento», explica Berná, que apunta que, a excepción de unos meses, todos los alcaldes de Rojales desde 1949 hasta ahora se llaman Antonio».

Una foto histórica que reúne a los tres últimos alcaldes TONY SEVILLA

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