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La pesca recreativa triplica sin control las capturas de la flota profesional

La actividad de ocio, con miles de licencias y que no declara lo que desembarca, compite con el sector pesquero. Científicos y ecologistas lamentan la falta de regulación tanto a nivel europeo como estatal y reclaman «poner orden»

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Las capturas de la pesca deportiva y recreativa pueden quintuplicar las que registra la flota artesanal. Lubina, sargo o dorada, con valor comercial, es capturada con escasas limitaciones e inspecciones TONY SEVILLA/ JOAQUÍN CARRIÓN

La falta de regulación de la pesca deportiva es desde hace décadas un problema para la explotación y sostenibilidad de los recursos pesqueros. Pero en el Mediterráneo español, y especialmente en zonas entregadas a la economía turística como el litoral alicantino, está ahora fuera de control, según se deriva de las investigaciones científicas sobre la actividad y la denuncia de organizaciones como WWF/Adena. Algo tan aparentemente «inocuo» como las salidas a pescar con barcos recreativos, la pesca submarina o con caña, tiene un fuerte impacto en el medio marino. Las cifras son de escándalo: hasta cinco veces superior en volumen de capturas de especies como la dorada, la lubina o el pulpo en comparación con la actividad profesional de la flota artesanal de los puertos alicantinos. Mientras la pesca profesional de cerco, arrastre y artes menores alicantina es sometida a constante inspección y a una asfixiante regulación por parte de la administración -algo que está ayudando a su desaparición-, los pescadores deportivos se aprovechan de los recursos del mar sin apenas limitaciones.

Pescadores con caña en el puerto de Torrevieja. | TONY SEVILLA

Los datos están ahí. Investigaciones llevadas a cabo en los últimos años estiman que el promedio de capturas se eleva casi a los 3 kilos por jornada de pesca desde embarcaciones, son menores en la pesca desde costa (1,17 kilos) y ronda los 2,02 de un aficionado a la pesca submarina. «Es algo que parece sorprender porque la pesca profesional captura mucho más, pero son muchos menos los pescadores y embarcaciones profesionales que las deportivas», según explica el investigador José Luis Sánchez Lizaso, catedrático de Biología Marina de la Universidad de Alicante. Si se extrapolan esos datos a la pesca recreativa en el Mediterráneo español supone un volumen de capturas de entre 20.000 y 36.000 toneladas al año, «con una estimación prudente», recalca el catedrático. Mientras las capturas de pesca artesanal en el mismo ámbito se sitúan alrededor de las 7.000 toneladas. Es decir las capturas globales de la pesca recreativa son entre 3 y 5 veces superiores a las de la pesca artesanal.

La ausencia de legislación específica y de control sobre un medio, el mar que se percibe como «de libre disposición», hace el resto. A nadie en el sector pesquero extraña la disminución del número de embarcaciones y pescadores de la flota artesanal en los últimos años. Tampoco que, ante la competencia con «los recreativos», ellos siempre llevan las de perder. Sánchez Lizaso, que también forma parte del Instituto del Agua y las Ciencias Ambientales de la UA, señala que el impacto de la pesca recreativa estimado a partir de la evolución del número de licencias en la última década, está en aumento (alrededor del 10% de la población practica en mayor o menor medida la pesca deportiva en España). Lo más preocupante de estas cifras sin embargo es el «amplio solapamiento que se produce entre las especies capturadas por la pesca recreativa y la pesca artesanal». Los «recreativos» capturan las especies que mayor valor comercial tienen para un pescador artesanal: el sargo, la dorada, el mero, el dentón o el pulpo son habituales en la cubierta de los barcos de ocio. Otras, como el salmonete o la sepia, de mayor especialización en la captura mediante artes de enmalle, siguen siendo desembarcadas en mayor volumen por la flota artesanal, pero la competencia desleal por unos mismos recursos es clara.

El catedrático de la Universidad de Alicante señala que «es necesario mejorar la gestión de la pesca deportiva» y considerarla en la regulación de los recursos para preservar la sostenibilidad tanto de la pesca artesanal profesional como de la pesca de ocio, y avanzar hacia una explotación sostenible de los recursos del Mediterráneo. Y matiza: la «complejidad de la pesca recreativa y su importancia social y económica, no deber suponer un obstáculo para mejorar su gestión». La pesca recreativa tiene su regulación y sus normas pero al ser una actividad tan dispersa es difícil de controlar frente a una actividad concentrada, que sale de sitios concretos y va a lugares definidos y tiene inspecciones específicas, señala este investigador.

La falsa percepción del mar como recurso comunal o de libre disposición se encuentra en la base de los conflictos que surge ante cualquier intento de regulación. «Habría que poner un poco de orden porque la actividad va a más», explica Raúl García, responsable de pesquerías de WWF/Adena. En estos momentos las limitaciones para los pescadores deportivos pasan exclusivamente por contar con una licencia de la administración autonómica y un cupo de cinco kilos por pescador y día en las embarcaciones recreativas. Límite que nadie cumple, sobre todo en un buen día de «pesquera», en una actividad donde alardear de las capturas es uno de los mayores alicientes del aficionado. Saben además que nadie va obligar a declarar las capturas, ni mucho menos, controlar qué desembarcan.

García explica que hay varias iniciativas en marcha para intentar, al menos, tener un control mínimo de este sector deportivo. La primera es la negociación de una legislación de la UE que impulsa la colaboración en el registro de capturas por parte de los pescadores recreativos a través sobre todo de aplicaciones móviles, o incluso la obligatoriedad de declarar algunas (caso de la lubina en el Atlántico). También está en marcha la reforma de la ley de Pesca de 2001, donde a título de ejemplo, la palabra «recreativa» ahora aparece citada en solo tres ocasiones todo el texto. Y por último, un real decreto va a endurecer la condiciones para las embarcaciones recreativas en aguas exteriores, sobre todo para evitar el furtivismo. De hecho este tipo de actividad comercial encubierta, advierte WWW/Adena, está más extendida de lo que podría pensarse y es practicado paradójicamente por los aficionados deportivos «que menos lo necesitan. Gente con dinero que termina vendiendo sus capturas, en especial túnidos, en restaurantes».

Es precisamente el atún, el atún rojo, la única especie cuya captura irregular puede suponer una seria sanción a un deportivo. Su captura sí está regulada por un sistema de pequeñas cuotas anuales en la pesca deportiva, aunque Sanchez Lizaso advierte que, no obstante, se pesca más del permitido. El valor económico de esta especie la hace muy apreciada también entre los aficionados y, aunque pocos lo reconocen, termina mayoritariamente en un mercado de venta irregular.

El sector de pesca de ocio, que no tiene en la Comunidad Valenciana ni a nivel estatal un claro representante más allá de algunas asociaciones y las marinas y clubes náuticos, se opone frontalmente a cualquier limitación. «Suele pasar con este tipo de actividades de ocio marítimo. La gente está fastidiada en el trabajo y cuando salen en fin de semana no quieren que nadie les diga, haz esto o haz lo otro. Cualquier medida de regulación o de límites nunca es bienvenida», señala por su parte Sánchez Lizaso, quien recuerda además que también hay pescadores deportivos cada vez más concienciados «y está creciendo la captura sin muerte, algo poco practicado en pesca marítima y más habitual en pesca de río. Gente que se divierte, que pesca y luego libera las capturas».

Cuando se plantean restricciones a la pesca recreativa, por ejemplo a la hora de declarar una reserva marina de pesca, como la que se está planteando en Torrevieja o la que en su día fue pionera en Tabarca, los pescadores deportivos rebajan el impacto de su actividad y miran a la flota profesional con prácticas como al arrastre cerca de la costa. Mientras que la flota profesional señala directamente a los recreativos como uno de sus principales problemas aunque tampoco las cofradías han querido señalar abiertamente a una actividad que ya tiene mayor peso económico que la venta en lonjas.

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