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OPINIÓN

La Sagrada Puerta de San Roque

San Roque, en una imagen de 2019. | TONY SEVILLA

Las costumbres, las tradiciones, la cultura popular y el acervo religioso de una ciudad como la nuestra, con unas raíces fuertes ancladas en una historia de sentimiento y fuerte devoción, hacen que Callosa de Segura sepa mantener firme el espíritu comprometido y el esfuerzo por conseguir un desarrollo humano y espiritual, que marca el carácter propio de los habitantes de este municipio, como sociedad activa y solidaria, enmarcada en la religiosidad popular de la devoción y fervor manifestada desde hace siglos.

Y es en este ambiente de profundo y entregado amor a lo nuestro, a lo heredado de nuestros antepasados, en el que hemos vivido uno de los acontecimientos que para la historia no solo quedará reflejado en las crónicas de Callosa de Segura, sino que siempre permanecerán grabadas en el interior de cada uno de nosotros y que, con la responsabilidad que debemos tener, transmitiremos a nuestros hijos y nietos.

Desde hace más de un año hemos sido atacados por una violenta pandemia que nos ha mantenido encerrados en nuestros hogares como prevención, siendo este el menor de los males, actuando de manera cruel e injustificada a tantas familias, en todos los países, desarrollados y en vías de ello, en nuestro país, en nuestro municipio. Hemos visto cómo afectaba a miles y miles de personas, cómo han fallecido tantas personas en la soledad sin la posibilidad de ser acompañados ni despedidos por sus más allegados. Hemos aplaudido la generosa entrega, hasta dejarse incluso la vida en ello, de tantos sanitarios haciendo frente a un virus que no cejaba en su afán aniquilador, a los cuerpos de seguridad y emergencias, a servicios esenciales como transportistas o comerciantes, investigadores en busca de vacunas y fármacos capaces de contener este mal vírico, en fin, de un desastre humanitario que pocos podíamos imaginar en pleno siglo XXI. La covid 19 ha hecho estragos en una población, diezmada en muchos países, buscando en muchas ocasiones el consuelo en nuestras creencias, como son las religiosas, para poder confortarnos y esperanzarnos en una solución ante tal malignidad.

Para los callosinos, la devoción a un santo que dejó atrás comodidades y placeres para servir a los demás, a los pobres y enfermos, como lo es San Roque, significa una escapada dentro de esta pesadilla que nos acerca a la ventana de esperanza capaz de dejar atrás este mal endémico. Y así, tal y como hace más de seiscientos años, el Santo Peregrino quiso aparecerse en nuestra Callosa para quedarse para siempre entre nosotros con su imagen estampada en la puerta de aquel corral, seguimos acudiendo, como lo hicieron aquellos pastores, a solicitar su intercesión. Ese viejo portón destartalado quedó convertido en la Sagrada Puerta y el corralón en la montaña para cobijo de ganados pasó a ser Santuario receptor de las peticiones de callosinos y habitantes de las poblaciones vecinas.

Y así hemos pasado estos meses, encerrando nuestras ganas de fiestas, de salidas, de convivencia, de compartir momentos con familiares y amigos, solicitando de la Sagrada Puerta, de San Roque, su intercesión para que la epidemia, como ha pasado a lo largo de los años con otras como la peste o fiebre amarilla, quede atrás y podamos volver a una vida cotidiana como la anterior a la aparición de llamado coronavirus. Y la puerta ha estado presente en nuestras oraciones y nuestros pensamientos, a ella hemos pedido por sanar, por acompañar y confortar a nuestros fallecidos, por apoyar a los que luchaban y luchan por salvar tantas vidas, por iluminar a los que investigan para obtener vacunas que puedan combatir el virus. Novenas, oraciones, subidas al santuario, han servido para que podamos mantenernos firmes en la convicción de que más pronto que tarde volveremos a una normalidad humana y económica que reactive una sociedad afectada también laboralmente.

Y así, en un momento en el que vemos cómo es posible salir de esta desazón, de comprobar como la investigación es capaz de contener una enfermedad, de volver a reunirnos con nuestras familias, nuestros amigos, nuestros vecinos, hemos acudido en rogativa a San Roque, hemos bajado la Sagrada Puerta a la Arciprestal para celebrar una noventa en acción de gracias por ver superada la crisis, por confortar y sanar a tantos enfermos, por acompañar e interceder por los numeroso fallecidos, por elegir nuestro municipio para ser acogido como Patrón. Noviembre de 2021, quedará pues marcado por el hecho de ver la Sagrada Puerta procesionando por nuestras calles como ya lo hizo en el pasado, alentando a los callosinos en momentos de dificultad y como cercanía para la contención de males difíciles de sanar. Desde que el pasado 7 de noviembre fuera bajada y subida el 16 de noviembre, conmemoración de la aparición del Santo Peregrino a los pastores en 1409, han sido muchos los callosinos y vecinos de otras poblaciones los que han pasado por la Iglesia de San Martín para dar gracias o seguir pidiendo para que definitivamente pueda vencerse al virus.

La Sagrada Puerta ha sido para nosotros el freno necesario y la compañía agradecida en este siglo, como también lo ha significado en el pasado. Gracias a la labor, intensa y desinteresada del que fuera cronista de nuestra ciudad, don Antonio Ballester, he podido comprobar muchas de las manifestaciones de fe en esta Sagrada Puerta desde prácticamente la aparición de San Roque en las epidemias de peste de los siglos XV, XVI y XVII, en los que ha bajado desde su Ermita. Don Antonio marca algunos años y hechos que son dignos de destacar y conocer como la peste de finales del siglo XVI cuando en 1599 sudó la Imagen Sagrada, lo que motivó que se promovieran por el Obispado peregrinaciones a su santuario, el solicitar limosnas para la construcción de uno nuevo en 1602. La bajada de la puerta a San Martín para su veneración en 1761 mientras se construía la actual ermita y su posterior subida en 1798, año en el que fue inaugurada. O la bajada de nuevo en 1811 para celebrarse una novena extraordinaria en la Iglesia de San Martín ante la epidemia de fiebre amarilla. Como vemos la Puerta ha sido faro de los desvelos de los callosinos en momentos muy duros de su historia.

También ha habido momentos de festividad en torno a la Puerta de San Roque, hablando de este tema con don Miguel Martínez, cronista oficial de la ciudad, me cuenta como en 1998, con motivo del bicentenario de la ermita, se bajó la Sagrada Reliquia de nuevo a San Martín para, durante cuatro días, realizar actos, procesiones, celebraciones eucarísticas, etc., los días 27, 28, 29 y 30 de octubre, recordando los mismos actos que se desarrollaron los mismos días pero doscientos años antes, en 1798, cuando fue bendecida la nueva Ermita. Nuestro cronista, que formó parte de la comisión organizadora de esta conmemoración, destaca como vivió la población estos días, la implicación de la sociedad callosina en estos actos, formando prácticamente todas las entidades de la ciudad, parte de su organización. Pero si algo le llena de emoción y orgullo al describirme estos días de hace 23 años, es el haber portado la Sagrada Puerta en su bajada a la Arciprestal.

Así pues, ha quedado esta extraordinaria celebración en torno a la Puerta donde quedó estampada la Imagen de un Santo generoso, humilde, entregado, como San Roque, como una muestra de fe sincera, plasmada en la historia de Callosa de Segura. A nuestro Patrón seguimos acudiendo, en cada una de las subidas al Santuario, en cada oración o novena realizada en los hogares callosinos, en la certeza de que sigue intercediendo para que la pandemia que nos ha dañado tanto pronto quede superada. Mi gratitud a cuantos han hecho posible que la Sagrada Puerta de San Roque haya procesionado por nuestras calles y reciba el fervor que por ella sentimos en nuestra Arciprestal, sede de la Parroquia de San Martín Obispo, personificando en su Párroco y Arcipreste el reverendo D. Juan Bautista Samper, este agradecimiento por su disponibilidad, atención y disposición para que en noviembre de 2021, en rogativa, vuelva a salir de su Santuario la Sagrada Puerta, el bien más preciado de los callosinos.

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