La Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) considera la construcción de la presa de Tabala -en el límite de Murcia con Orihuela- y la ampliación de la derivación de la rambla de Abanilla a la presa de Santomera, aguas arriba del azud de Benferri, como dos de las obras que mayor impacto pueden suponer a la hora de rebajar el riesgo de inundación en la Vega Baja. Ambas se ubican en suelo de la Región de Murcia pero tienen un repercusión directa en el riesgo de avenida del río Segura a su paso por la comarca. Las obras de la presa de Tabala (infraestructura que está en estudio desde los años 90), la derivación y encauzamiento de la rambla de Abanilla -que llegó a ser aprobado en 2009- y el by-pass de Orihuela son las intervenciones de la batería de infraestructuras previstas por la CHS que cuentan con informes de viabilidad económica, social y ambiental y coste-beneficio más definidos por parte de la dirección general del Agua del Ministerio de Medio Ambiente.

Plan de Gestión

Están contempladas en el Plan de Gestión de Riesgo de Inundación que la CHS quiere desarrollar en los próximos cinco años. De ellas, el proyecto de la presa de Tabala es quizá el más avanzado en cuanto a tramitación de los que tiene en cartera la entidad de cuenca. El expediente está en manos de la dirección general del Agua del Ministerio de Transición Ecológica. La obra está presupuestada en 35 millones de euros y tiene como objetivo laminar los aportes procedentes de las Sierras del Cristo y Pujálvarez en Orihuela, que en caso de gota fría terminan anegando parte de la margen derecha de la Vega Baja antes de llegar al río.

La presa contará con una altura máxima de 35 metros y está proyectada para recibir un caudal de 170 metros cúbicos por segundo y evacuar 36 de salida por el canal. Se encuentra por determinar en qué punto va a evacuar ese cauce de drenaje de la presa: si en la margen derecha del río Segura en la Región de Murcia o, lo más probable, el reguerón de Hurchillo, lo que exigiría una obra complementaria para dotar de mayor capacidad a un canal del riego tradicional que gestionan los agricultores, no la CHS. Y por lo tanto un acuerdo previo con los juzgados y sindicatos de riego. Algo que también permitiría avanzar en el by-pass para desviar la avenida del agua del río a su paso por Orihuela.

Azud de Benferri.

Por otra parte, la ampliación de la derivación del canal de la rambla de Abanilla al Embalse de Santomera está presupuestada en 10 millones de euros. Este río-rambla -o río Chícamo-, ya cuenta con un canal de derivación aguas arriba de Benferri, ya en término de Abanilla (Murcia). El proyecto contempla ampliar su capacidad. La dirección técnica del organismo de cuenca, a cargo de Carlos Marco, considera especialmente importante tanto el ensanchamiento de esta derivación, que restaría caudal a una rambla que arrasó parte del término de Orihuela con 20 hectómetros cúbicos y puntas de caudal de 500 metros cúbicos por segundo, como la ampliación de los canales de desagüe de la presa de Santomera que aliviarían hasta los 70 metros cúbicos por segundo, y que desembocan igualmente en el río.

La avenida provocada por la DANA de 2019 llegó a coronar la presa, que se llenó con 25 hectómetros en solo 48 horas y los canales de desagüe no dieron abasto. No hay que confundir esta infraestructura con otra mucho más ambiciosa pero que arrastra mucha más polémica y requiere de un presupuesto de 60 millones de euros: la canalización de la misma rambla entre la AP-7 y Orihuela. Afecta a actividades privadas fuera de ordenación, el polígono industrial de Puente Alto y a la capacidad del propio río.

Reducir las aportaciones directas al río Segura, principal objetivo

El total de las actuaciones para laminar el riesgo de inundaciones la Cuenca está presupuestado en más de 500 millones de euros para los próximos cinco años. No todas se centran en el Segura. También se actúa en las ramblas que desembocan en el Mar Menor. En el caso de las contempladas para el Segura su objetivo es reducir los daños en su vega media y baja aplicando una serie de medidas para reducir las aportaciones directas a las llanuras de inundación del río y dirigir los flujos al embalse de Santomera, y las vías preferentes del agua, minimizando los daños y recuperando parte de los humedales que se formaban cerca de la desembocadura.