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Orihuela reclama a Hispania Nostra que saque su patrimonio de la Lista Roja

La asociación actualizará el listado del municipio de la provincia con más monumentos en ruina y abandono - El Ayuntamiento está actuando en tres de los siete elementos, otros dos son de la Iglesia y dos más, de propiedad privada

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El Molino de la Ciudad se incluyó en el listado en 2020 por su estado de ruina y riesgo de derrumbe Tony Sevilla

Un gigante con pies de barro. La capital histórica de la Vega Baja cuenta con un rico patrimonio propio de una ciudad monumental. Pero hay que mantenerlo. Un centro -descascarillado- con una rebautizada calle Pescadores -por la cantidad de redes que cuelgan de cornisas y balcones de majestuosos edificios-, solares e inmuebles cerrados por derribo. Para decir con dios sobran los motivos, que diría la canción. Es el municipio de la provincia con mayor número de elementos patrimoniales en riesgo: siete, según la Lista Roja, que elabora Hispania Nostra para medir el grado de desidia y sacar los colores a las instituciones con el fin de impulsar su recuperación. «Pocas ciudades de la Comunidad Valenciana tienen tanto patrimonio como Orihuela», matiza la delegada autonómica de la asociación, Carmen Pérez. La también catedrática de Restauración sabe que «los recursos son escasos para las necesidades que hay», aunque «Orihuela tiene suficiente entidad patrimonial como para solicitar fondos europeos y la subvención del 1,5% Cultural», añade.

El Palacio de Rubalcava, en pleno centro. TONY SEVILLA

«Es una injusticia», opina Rafael Almagro, concejal de Patrimonio. Por eso, va a pedir a la organización que visite estos monumentos y compruebe qué está haciendo el Ayuntamiento, con la idea de salir de ese listado de la vergüenza. Pérez, por su parte, muestra reparos en «incluir cosas porque sí» e incluso está de acuerdo en actualizarlo, porque en algunos casos se está actuando y en otros la titularidad no es municipal. La incorporación más reciente fue la Casa de Bonanza. Muchos la conocerán por el mítico cartel de azulejos del abono Nitrato de Chile. La última alquería nobiliaria «corre el serio peligro de desaparecer si no se interviene de forma urgente», advertía la asociación en marzo. «Es de varios miembros de una familia», explica el edil. Unos han rehabilitado su parte, mientras que la mitad oriental se encuentra en estado ruinoso.

También es una propiedad privada el Molino de la Ciudad, que se incluyó en 2020 por su «estado de ruina y riesgo de derrumbe». El Ayuntamiento ha iniciado varias reuniones con el propietario -la próxima esta semana- con el fin de que sea de titularidad pública. Han sido varios los intentos -frustrados- por rescatar este antiguo molino harinero que después se transformó en fábrica de la luz, seña que todavía se distingue en la fachada. Pérez reconoce que la administración local no puede actuar sobre bienes de particulares y admite que «el Ayuntamiento está teniendo iniciativa», pero esto no es suficiente. Por ejemplo, demanda «más empreño» del Obispado en el caso de las iglesias de las Santas Justa y Rufina y de San Agustín. Ambas declaradas Bien de Interés Cultural, también debe implicarse Conselleria. Por eso, aboga por aunar esfuerzos creando un consorcio para su recuperación.

La parroquia de las patronas se incluyó en la Lista Roja por riesgo de derrumbe poco después de que cediera el techo de la sacristía en mayo de 2020. Ahora se está rehabilitando junto con la Capilla de la Comunión, con un presupuesto de 1 millón de euros. «La torre está en muy mal estado», indica el informe de Hispania Nostra, que destaca, entre otras cosas, «su imponente campanario gótico». Por «deterioro galopante, desprendimientos, desplomes en los muros y en la torre -torcida-, múltiples fisuras, cubierta y pavimento levantado y ornamentación barroca dañada», la monumental Iglesia de San Agustín fue el primer elemento en incluirse en el listado, en 2008. Almagro subraya que llevó una propuesta al pleno para hacerla municipal, pero fue rechazada. Mientras, «está muerta de risa en pleno centro», lamenta.

En la misma fecha engrosó la lista el Castillo, por «inminente riesgo de completa ruina por abandono». En 2019 se cayó parte de la torre Taifal. Por esas mismas fechas se aprobó un plan director que prevé una inversión de 7 millones de euros en diez años. «Hasta ahora hemos gastado 500.000 euros», calcula el concejal. Estos vestigios figuran en el Plan Especial de Protección del Casco Histórico, como el Palacio de Rubalcava, que muestra «una degradación progresiva y un aspecto de decrepitud», decía la asociación en 2016. Almagro prevé que la licitación de las obras se publique en febrero con un presupuesto de 4 millones. En cuanto al complejo minero de San Antón, en la Lista Roja desde 2019, es uno de los dos únicos hornos de calcinación de cinabrio de estilo Bustamante que se conserva en el mundo. En noviembre se reconstruyó el exterior de la casa de los mineros. Concluye Almagro que «falta actuar dentro y en su entorno», donde hay previsto un centro de interpretación.

Un uso público con carácter ambiental y social

El objetivo de que el Molino de la Ciudad sea público es dotarlo de contenido medioambiental en relación con la huerta y el río. Hace unos días se iniciaron los trabajos de recuperación del soto como espacio para actividades en la naturaleza. Así, se han retirado las cañas que tapaban el puente de sillería y el azud. Ventanas abiertas a un deterioro galopante, cristales rotos, maleza y palmeras pasto del picudo han sido su leitmotiv del Palacio de Rubalcava, pese a que el Consistorio lo compró hace 41 años para darle un uso social y cultural.

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