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Munilla apela a la libertad de expresión frente a la cultura de silenciar al contrario

El nuevo obispo entra en Orihuela con una manifestación en defensa de los derechos de las mujeres y el colectivo LGTB - Miembros de la corporación local no asisten al acto

Varios manifestantes en la avenida Teodomiro Matías Segarra

Las primeras palabras que dirigió José Ignacio Munilla tras tomar posesión como obispo de la diócesis Orihuela Alicante fueron una llamada al diálogo y a un espacio de encuentro. «Si estos callasen, gritarían las piedras», manifestó, al mismo tiempo que abogó por «bailar como si nadie te estuviese mirando, amar como si nunca te hubieran herido y trabajar como si no necesitases dinero».

En este sentido, se preguntó a quién se quiere agradar y qué nos condiciona, y animó a actuar en conciencia. Parafraseó a Juan Ramón Jiménez: «Ni el elogio me conmueve ni la censura me inquieta. Soy como soy. Nada me añade el aplauso y nada me quita el insulto».

Después habló de una sociedad «con heridas provocadas por habernos fallado los unos a los otros». Por eso, cree necesario «no quedar atrapados por las heridas del pasado». A renglón seguido mencionó que hay «una cultura crispada y de la cancelación, de silenciar al contrario».

Frente a ello hizo hincapié en la «libertad de expresión contra el pensamiento único de lo políticamente correcto». Estas palabras cobran especial sentido teniendo en cuenta que ha sido muy criticado por sus polémicas declaraciones.

De hecho, miembros de la corporación local declinaron asistir al acto de celebración, como los concejales del PSOE y Cambiemos, así como los ediles de Ciudadanos, a excepción de su portavoz José Aix, también vicealcalde. Sí estuvieron los ediles del PP y los de Vox, así como los alcaldes de Orihuela y de Alicante, Emilio Bascuñana y Luis Barcala.

La asociación Atrévete Orihuela convocó una manifestación paralela en defensa de los derechos de las mujeres y del colectivo LGTB, que aglutinó a un centenar de personas en la avenida Teodomiro, después de que la Subdelegación del Gobierno les instara a concentrase a mínimo 500 metros de cualquier punto del recorrido del obispo por considerar que había peligro de alterar el orden público.

Protesta contra el Obispo

Protesta contra el Obispo Matías Segarra

Bajo el lema «libres, diversas y con orgullo», la concentración #asinomunilla discurrió pacíficamente. El grupo se dispersó casi al mismo tiempo que Munilla llegaba a la catedral. En los aledaños, varios manifestantes mostraron banderas arcoíris y manos con guantes violetas a su paso. «No somos víctimas, solo pedimos respeto», «Amaos las unas a las otras» y «Orihuela: DANAS, sequías y munillas», rezaban algunas pancartas.

Ante sus proclamas, en la acera de enfrente los seguidores del obispo aplaudían con más fuerza como en un intento de silenciar la protesta. La presencia policial también fue numerosa, desplegándose frente a los manifestantes a pesar de que el recorrido estuvo con un perímetro de seguridad.

Guantes violetas y proclamas feministas al paso de Munilla TONY SEVILLA

Munilla a su paso frente a un grupo con carteles en defensa de la mujer TONY SEVILLA

Con todo, Munilla confesó que se sentía «admirado, impactado y conmovido al ver la acogida». En su discurso al frente del obispado de San Sebastián, dijo acordarse del «borriquillo que Jesús montaba en su entrada en Jerusalén», con el que se sentía identificado. «Qué absurdo hubiese sido que quienes salieron a las calles batiendo sus palmas y cantando cánticos de alegría lo hubiesen hecho solo porque el borrico les resultase simpático. Qué decir de los habitantes de Jerusalén si se hubiesen resistido a recibir a Jesucristo porque no les gustaba el asnillo sobre el que venía montado», manifestó en aquella ocasión, sin imaginar que 12 años después le tocaría subirse sobre una mula.

«Le pido a Dios que al montar encima de la mula no deje de ser consciente de que sigo llamado a ser como el borrico que lleva el peso de la cruz de Cristo sobre sus lomos», concluyó el obispo.

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