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Con esperanza en la Resurrección

Miguel Ángel Morcillo, como Caballero Cubierto, se centra en la DANA y en la crisis sanitaria para alabar la capacidad de resurgir y la solidaridad de la Vega Baja en un discurso en homenaje a Orihuela, su ciudad adoptiva

Loreto Mármol

Loreto Mármol

Por fin al tercer año y en su cuarta Semana Santa como Caballero Cubierto, Miguel Ángel Morcillo pudo pronunciar este Sábado Santo un emocionante discurso que se convirtió en sentido homenaje a Orihuela, una ciudad que "supo acogerme, protegerme y finalmente conquistarme". Nacido en Albacete en 1960, llegó hace 32 años para desarrollar su profesión en el Hospital Vega Baja, donde es jefe de servicio de Cirugía desde 2008, así que también atribuyó los méritos "a todos con los que comparto ilusión y trabajo diario, y que han demostrado sobradamente su valía y coraje en tantos meses de incertidumbre", en referencia a la pandemia.

"Juntos hemos superado violentas tormentas y cruzado siniestros mares de olas y olas embravecidas, pero siempre hubo una mano amiga que afirmó el timón y me llevó hacia aguas tranquilas. Hoy, acodado en amura de proa veo ya nítidamente la cercanía del puerto", dijo horas antes de abrir la procesión del Santo Entierro y cumplir con su cargo como una de las figuras más emblemáticas de la Semana Santa oriolana, teniendo el privilegio de cruzar la Puerta de Loreto de la catedral con la chistera puesta -que tiene grabadas las iniciales de su nombre- gracias a una bula papal de 1620.

Después del discurso, en la procesión del Santo Entierro, que organiza el Ayuntamiento, participan todos los estamentos de la sociedad oriolana vestidos de riguroso luto. | TONY SEVILLA

Después del discurso, en la procesión del Santo Entierro, que organiza el Ayuntamiento, participan todos los estamentos de la sociedad oriolana vestidos de riguroso luto. | TONY SEVILLA / loreto mármol

Así, en esta ocasión cambió "la ensoñación de la cúpula y bóveda de la Gloria celeste" de la Iglesia de Santo Domingo, donde en 2019 dio su discurso pero no pudo procesionar debido a la lluvia, por "un cielo limpio y trasparente" en el claustro de la histórica Universidad de Orihuela, bajo la atenta mirada del obispo de la Diócesis de Orihuela-Alicante, José Ignacio Munilla; representantes de todas las cofradías y hermandades; familiares y amigos, y la corporación municipal.

Primera referencia al universal Miguel Hernández, cuya figura fue el hilo conductor de la alocución: "Han pasado tres años repletos de historias, de alegrías, de tristezas y de esfuerzo; ahora el tiempo es corto, el hombre acecha, y tenemos que hablar de muchas cosas".

Recordó "a ojo de embelesado caminante, un pasado glorioso, una tradición firme y fiel, en cada calle, en cada esquina, en cada piedra desde el Rabaloche a San Antón, y siguiendo la estela del río, de su huerta y sus pedanías hasta la costa".

La Diablesa, portada por costaleros del Raiguero, tiene prohibida la entrada a los templos. | TONY SEVILLA

La Diablesa, portada por costaleros del Raiguero, tiene prohibida la entrada a los templos. | TONY SEVILLA / loreto mármol

También "la magnificencia de cada trono, engrandecida por el escenario que lo cobija, nuestra ciudad, convertidos en templo cada calle, cada pórtico y cada torre por donde discurre, en una comunión perfecta para la fe y los sentidos". Y de nuevo Miguel: "Que mi voz suba a los montes/ y baje a la tierra y truene".

"Ciudad de grandes recursos, que ha sabido sobrevivir a innumerables devastaciones y tragedias", continuó. "Para qué quiero la luz/ si tropiezo con tinieblas", como la DANA, cargada de "ira y devastación", porque "muchos años necesitaremos para que el alma quede limpia de esa fina capa de lodo que la atenaza y en nuestras retinas se disipe el espanto vivido".

Entonces llegaron sus palabras más reivindicativas: "Han pasado más de dos años y nuestra comarca necesita la creación de infraestructuras sólidas". "Despertábamos de esa pesadilla cuando a la maltrecha situación social y económica de nuestra comarca se le añadía esta profunda crisis sanitaria", prosiguió enfatizando la capacidad de la Vega Baja para resurgir: "Claro que vamos a superarlo, como se han superado guerras, invasiones, pertinaces sequías, saqueos, epidemias, terremotos y otras riadas, muchas riadas". Con un mensaje de esperanza: "Venceremos al desánimo y la serpiente de la desesperación bajo la protectora mirada de Nuestro Padre Jesús y al amparo del manto de la Virgen de Monserrate".

Tampoco dejó fuera "la injusta guerra de Ucrania; qué tristes las guerras si no son las palabras sus armas nos recordaba el poeta". A renglón seguido se detuvo en la solidaridad de la comarca: "En este tiempo he sido testigo de momentos únicos que han hecho renacer en mí la esperanza en las bondades. A tantos voluntarios, artesanos del bien".

Procesión de la Resurrección en Orihuela

TONY SEVILLA

Después se detuvo para dar testimonio de la muerte del Señor por las calles de Orihuela, con una procesión que, al igual que la del Silencio, se cataloga dentro de las diez mejores de España por sus singularidades. Así, describió, "el silencio y el respeto, como velo invisible", inundó la ciudad bajo "este orcelitano cielo enlutado", anunciando el Santo Entierro.

Despedida de Nuestro Padre Jesús en Orihuela

TONY SEVILLA

"Los del Raiguero, semblante en tierra, paso lento" portaron al Cristo muerto, "con su cuerpo ajado, macilento, inmolado y traspasado", prosiguió para detenerse en La Diablesa, el trono más antiguo (1695) y declarado BIC en 2017, como "homenaje limpio de la huerta al triunfo de la Cruz sobre el pecado y la muerte". Una figura con alas de murciélago, cola y cuernos que por su representación del demonio tiene prohibido entrar a los templos. Al llegar a la catedral, mientras Morcillo cruzó sin descubrirse, este paso siguió por la calle Mayor volviéndose a incorporar al desfile procesional cerca de la plaza Marqués de Rafal.

Procesión del Caballero Cubierto en Orihuela

TONY SEVILLA

Con "interminables filas de silentes alumbrantes y de lanzas vencidas a tierra de los Armaos escoltando compungidos al Cristo yacente", Orihuela se convirtió en la pequeña Jerusalén en su cortejo fúnebre, pero "con la esperanza en un mañana de Resurrección", concluyó un Caballero Cubierto dirigiéndose a los oriolanos de su alma con el corazón "vencido y entregado a esta tierra, porque aquí estoy para vivir mientras el alma me suene, que aún tenemos que hablar de muchas cosas, compañeros del alma, compañeros".

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