Sol, playas, paseos, terrazas… Esa es la esencia de la Torrevieja turística. Pero hay otra más genuina. La de sus raíces marineras y la de sus salinas, la flota pesquera y la gastronomía de los mejores productos de la tierra. Esa Torrevieja auténtica es la que quieren recuperar Adrián Canales y Beatriz Almarcha, pioneros en la ciudad en proponer experiencias turísticas mucho más allá del tópico sol y playa. Comenzaron en 2018 con la pesca-turismo y ahora van a impulsar, con el respaldo de las salinas de Torrevieja -Salins España- y del Ayuntamiento de Torrevieja, excursiones que van más allá. Unas visitas guiadas donde se integra la historia y la cultura que define el municipio. Sus lagunas saladas, la tradición de la captura del pescado azul -sardina, boquerón, caballa y atún rojo- que hicieron de la torrevejense la mejor flota del Mediterráneo, el secreto de los mejores salazones y, por supuesto, la degustación de productos propios de la Vega Baja, como el escaso y singular vino de La Mata o el aceite de oliva virgen producido entre huertos de cítricos en Benejúzar.

Que el paisaje de las salinas, su arqueología industrial y la historia de la explotación formaban parte de un relato único lo descubrió la salinera muy tarde. Pero desde que lo hizo hace ahora cinco años, no ha dejado de explotar sus posibilidades mostrando a miles de turistas -más de 40.000 al año- la esencia de una ciudad que nació por ellas.

Entre ellos, también a los propios torrevejenses que jamás habían entrado a las instalaciones si no era para trabajar. Ahora los trenes turísticos recorren a diario sus instalaciones y muchas marcas «alquilan» el paisaje como plató. Porque lo que se ofrece es único: Puestas de sol irrepetibles entre montañas blancas hechas con miles de toneladas de sal y las aguas rosadas de la laguna de Torrevieja como trasfondo.

Puesta de sol y degustación de salazones y productos de la Vega Baja en la laguna de Torrevieja TONY SEVILLA

La visita se prolongará durante dos horas. La idea es acceder al recinto en tren turístico, realizar un a explicación detallada del origen y función de las salinas e introducir su vinculación con la gastronomía. Coincidiendo con la puesta de sol, un experto en el salazón y cura de pescado azul realiza, al pie de la laguna rosa, una demostración en directo de las posibilidades de especies como la sardina o la caballa, exquisiteces para el paladar como lo pueda ser la reina del salazón: la mojama de atún. La degustación, por supuesto, es obligada. Cae la tarde y mesas bien vestidas junto a la montaña mirador de las salinas ofrecen los tesoros de la sal. Incluido el auténtico vino joven, blanco, fresco y salado de las bodegas de Simón de laguna de La Mata, que ha reservado botellas etiquetadas para esta iniciativa.

El 18 de junio se pone en marcha la primera excursión de Ociomar, que tuvo su carta de presentación el pasado lunes con la presencia de responsables de las salinas y del Ayuntamiento de Torrevieja. Y en función de la demanda se mantendría una programación semanal durante la temporada alta en una visita de dos horas que se plantea con un coste de entre 40 a 60 euros y que ofrece la narración participante de una historia, de la tradición. «Es la calidad que Torrevieja se merece. Una visita Premium», señala Beatriz Almarcha, que señala que existe un mercado creciente para ofertar productos que van más allá de las actividades propias del turismo residencial. «Hay mucha gente que se pregunta qué más puede hacer en Torrevieja y que no encuentra respuesta», recuerda mientras explica lo importante que sería para la ciudad, por ejemplo, contar con su propia marca distintiva de pescado azul, como han explotado otros para sus propios productos singulares. 

Quien busque algo más

Torrevieja sigue siendo un destino con una oferta complementaria limitada. A las playas y el sol, el ocio de restaurantes y discotecas, suma la propuesta de un parque acuático y desde hace muchos años las excursiones a Tabarca o por la bahía. Sí ha desarrollado una importante actividad de alquiler y venta de embarcaciones recreativas en torno a sus tres marinas deportivas con más de 2.500 puntos de amarre. Algo que también aleja la oferta del tópico del turismo familiar.

Hay oferta con mayor poder adquisitivo. Hace solo una década la imagen de turista arrastrando maletas buscando su alojamiento era inédita en las calles de la ciudad. El mercado de los apartamentos turísticos, potenciado por las plataformas en internet, ha diversificado el mercado con estancias más cortas y con un tipo de visitante que podría buscar algo más.