Nahúm Méndez, geólogo y divulgador científico, captó ayer por la noche estas asombrosas imágenes provocadas por la desintegración de basura espacial sobre el cielo de Daya Vieja (La Vega Baja). No. No se trata de meteoritos, como muchos pensaron después de apreciar el fenómeno a simple vista. Ni se habían anticipado las lágrimas de San Lorenzo a San Juan. Era ni más ni menos que un cohete de los chinos -valga esta extendida expresión popular--. En realidad se trata de los fragmentos y la estela del cohete lanzadera chino ChangZheng 2F -apunta el conocido geólogo-, cuyo impacto contra la atmósfera estaba previsto que ocurriera justo en el momento en el que lo hizo.

Aunque a muchos les pilló de sorpresa la visualización estaba prevista y por eso hay gran cantidad de vídeos testimonio en los que se ven los fragmentos de basura espacial cruzando el horizonte, una secuencia que en este caso se prolongó en el tiempo durante casi un minuto. Las imágenes del paso de los fragmentos luminosos sobre el cielo de las Dayas con el paisaje nocturno de unas palmeras huertanas son de una gran belleza y, si no fuera por los calores de este verano adelantado a más de uno podría remitirle a lo que pudo ser la famosa Estrella de Belén.

Méndez explica que se trata de un cohete lanzadera chino. "Con el tiempo las cosas que ponemos en una órbita baja van cayendo de nuevo a la Tierra por el rozamiento con la atmósfera. En este caso un cohete sin utilidad", señala el científico de Rojales.

El cohete se ha estado utilizando para llevar a la órbita a los astronautas chinos y otros temas relacionados con la estación espacial que el gigante asiático mantiene en el espacio. Mide unos 60 metros de alto y pesa unas 500 toneladas,aunque en realidad lo que hace su reentrada a la atmósfera es una etapa superior del cohete, no todo "el cacharro". Cuando sale de la atmósfera ha perdido casi todo su peso, porque la mayoría es combustible, y las estructuras de los propulsores que se van desacoplando en el ascenso.

La desintegración, en contra de la creencia más extendida, no se produce por "el rozamiento con el aire". Hay rozamiento sí, pero la energía que le transmite a la nave es prácticamente despreciable. Lo que en realidad ocurre es que la nave alcanza velocidades muy superiores a la velocidad del sonido, tan altas que aparece un fenómeno conocido como calentamiento cinético, que básicamente consiste en que con la velocidad se comprime el aire que encuentra en su camino un objeto, al comprimirlo éste empieza a transmitir calor a la nave. De este modo es como se forma la bola de llamas que se genera alrededor de los objetos que caen.

Las espectaculares imágenes captadas en el cielo de esta tranquila población de la Vega Baja se han repetido a lo largo y ancho de la geografía española.