No es el Alto Tajo en Guadalajara, ni las onduladas lomas meridionales de Cuenca. Una alfombra verde y amarilla se extiende sobre unas diez hectáreas de terreno entre el mar, las urbanizaciones de La Torre de la Horadada, el camping Lo Monte y la N-332. Son girasoles que aquí comienzan a estar en todo su esplendor aunque en la meseta castellana apenas comienzan a despuntar. Que algunos campos del sur de la Comunidad Valenciana aparezcan estos días pintados de este dorado inédito tiene sin embargo una explicación rocambolesca y triste: el visto bueno de la Unión Europea a la plantación de girasol en zonas de barbecho ambiental por la invasión rusa de Ucrania que ha dejado fuera de juego la exportación de uno de los productos agrícolas más importantes del país en guerra, el girasol.

Muy pronto el visitante comprueba que este bancal no tiene una actividad agrícola normal. La actividad es de otra variedad: La del postureo en las redes sociales , porque ya hay un auténtico peregrinaje de familias, ciclistas y vecinos en busca de un paisaje (y de una foto para subir a redes) casi imposible en la Vega Baja. Se recrean escenas campestres más propias de otros lares y con atrezzo incluido (como sombreros para protegerse del sol ). Todo para quedar  inmortalizadas a golpe de Instagram, Tik Tok y estados de WhatsApp. Lo que seguro que no tienen los páramos castellanos son palmeras para deslindar los bancales, como es el caso, que le dan al conjunto un aspecto todavía más exótico.

Muchas personas se han acercado hasta Pilar de la Horadada a capturar el momento en un campo además con hileras de palmeras TONY SEVILLA

Los girasoles no son un cultivo tradicional del Bajo Segura. Lo más parecido son los bancales de maíz en la huerta tradicional, que ahora comienzan a ser visibles. Aunque era costumbre encontrar en los mercadillos de la comarca puestos de fruta vendiendo girasoles cuajados de pipas a final del verano, ni las tierras de la Vega Baja ni las de la provincia son tradicionales de cultivo de la llamativa flor.

No está claro si esta plantación, más allá del abrupto vaivén geopolítico que protagoniza Rusia desde el mes de febrero, tiene realmente un objetivo de rentabilidad agrícola o solo el de atracción turística en una de las zonas del litoral de la Vega Baja más populares, en especial para el turismo residencial murciano y madrileño. Y esto último aún sin ser intencionado lo ha conseguido sobradamente.

Los espectaculares campos de girasol plantados en Pilar de la Horadada

Los espectaculares campos de girasol plantados en Pilar de la Horadada TONY SEVILLA

El coste de traslado y alquiler de una segadora de cereal con «peines» específicos para esta cosecha no resulta rentable para recoger la producción de estas diez hectáreas. Aunque también se ha plantado algún bancal en la vecina San Pedro del Pinatar (Murcia), también junto a una localización emblemática como es la Casa del Reloj.

Los bancales protagonistas de esta historia son regados con el agua de trasvase Tajo-Segura, y suelen albergar hortalizas muy cerca de los invernaderos que han puesto a Pilar de la Horadada en la vanguardia de la agricultura española. Según los datos de Asaja este año se habrían plantado unas cinco mil hectáreas de girasol en la provincia, sobre todo en el límite entre Villena con la provincia de Albacete y con el nordeste de Murcia. Cultivos que no lo han tenido fácil porque las lluvias de marzo y abril no eran las más ideales para plantar. 

Pese a ello algunos agricultores especializados en cereal han optado por el girasol con la expectativa de obtener mayor rentabilidad ante la escasez de materia prima para la elaboración de aceite, que sigue por las nubes en los supermercados desde que la invasión rusa de Ucrania llevó su racionamiento en la venta de botellas que cada cliente podía adquirir.