Al menos 2.000 parejas de flamencos, entre 4.000 y 6.000 ejemplares, han escogido la laguna rosa de Torrevieja para nidificar. Es el tercer año consecutivo que ocurre y esta primavera lo ha hecho a lo grande. Jamás se había documentado la reproducción de esta especie en el parque natural de las lagunas de Torrevieja y La Mata, según explica Federico Kenzelmann Area, salinero y fotógrafo que ha seguido casi a diario la sorprendente secuencia desde la primera nidificación de 2020. Tuvo continuidad el año pasado y se ha reforzado este 2022 hasta alcanzar cifras de parejas que equiparan el parque natural con espacios que se identifican con esta especie en España como la laguna de Fuente de Piedra en Málaga, Doñana o el Delta del Ebro, y en menor medida, la laguna de Pétrola en Albacete o la de Gallocanta en Teruel. 

A principios de febrero ya comenzaron a observarse las vistosas exhibiciones de los cortejos. A finales de marzo, se censaron más de mil flamencos en la vecina laguna de La Mata y otro millar en Torrevieja y a mediados de abril se confirmaba: había 400 parejas posadas en la mota que divide la laguna torrevejense, número que se fue multiplicando durante mayo. Mientras a finales de mayo nacían las 30 primeras crías, el dique central de tierra y piedra que separa el sector oeste y este de la laguna salinera no cesaba de recibir nuevas parejas reproductoras, según explica Kenzelmann a INFORMACIÓN, y el 4 de junio ya formaban una línea continua que cubría el dique, rodeado este año de aproximadamente un metro y medio de agua.

Flamencos en el dique que separa el sector oeste y este de la laguna FEDERICO KENZELMANN AREA

Los flamencos ponen un solo huevo y la previsión es que sean entre mil y dos mil las crías que salgan adelante -se registra en torno a un 10% por ciento de mortandad-. Aunque algunas estimaciones ya las sitúan por encima de las 3.000. La cifra resulta increíble para un paraje sujeto a la enorme presión humana y a la actividad industrial de una de las salineras más importantes de Europa. 

Kenzelmann es el único fotógrafo que ha podido acercarse a la zona de nidificación. Y lo ha logrado literalmente nadando sobre las aguas hipersalinas del "charco" y pertrechado de un equipo creado para la ocasión a través de su propia experiencia.

Los flamencos son muy sensibles a cualquier alteración en su hábitat de cría, de ahí lo relevante de su nidificación mientras continua con normalidad el trabajo de la explotación industrial durante todo este tiempo, ya que en Torrevieja solo cesa apenas un mes al año.

De nuevo las lluvias de primavera propiciaron abundancia de alimento a las aves porque el agua perdió algo de su enorme grado de salinidad y permitió la eclosión de la artemia -también ocurrió en 2020 y 2021-. Pero la clave de la nidificación, en algo que ya se ha revelado como el factor fundamental, indica el salinero y experto en esta especie, es la existencia de la mota, construida en los años 90 para preservar la producción salinera del sector este de la laguna, y que está dando cobijo a la nidificación de otras especies.

Las aves encontraron en marzo y abril barro para construir sus singulares nidos, y se han acostumbrado al ir y venir por la laguna de las lanchas a la "cosechadora", que ya no identifican como un peligro si no se aproximan mucho. 

En la mota además se sienten a salvo de depredadores porque no se puede acceder desde los extremos del dique, algo en lo que ha colaborado la propia empresa salinera y se ha vigilado desde el parque natural. A diferencia de las dos nidificaciones anteriores el volumen de ejemplares ha sido tan grande que se han podido observar casi a diario grandes bandadas de flamencos que acudían al Hondo de Elche, las Salinas de Santa Pola o las de San Pedro para alimentarse y alimentar después a sus crías. Los jóvenes flamencos volanteros comenzarán a realizar sus primeros vuelos en un par de semanas.

Desplazamiento de la mota a la orilla oeste del humedal

Casi la totalidad de la nueva población de flamencos, con sus crías, se ha desplazado desde la mota a a la orilla oeste de la laguna, porque el nivel de salinidad de las aguas se ha elevado mucho durante este mes de julio y la sal -300 gramos por litro- ha comenzado a cuajar dando su característico color rosa a las aguas por la presencia de microorganismos extremófilos-. Por ello las aves han buscado una zona donde el agua tiene menos presencia de sal gracias a los drenajes agrícolas.