Hemos de considerar que el Patronato San José Obrero tuvo como germen a una institución existente en Orihuela conocida como la «Obra Social de las Congregaciones Marianas», siendo una de las personas dedicadas a la misma el jesuita catalán Ramón Navés Ciurana, residente en el Colegio Santo Domingo que, en esos momentos estaba regentado por la Compañía de Jesús. En 1950, en dicha Obra Social se tomó la iniciativa de crear un comedor para obreros, de tal forma que en el mes de marzo de dicho año se sirvieron 3.793 raciones, además de 1.205 litros de leche para enfermos. Por otro lado, en el mes de septiembre se sirvieron 1.550 raciones a base de ensalada, sopa, un segundo plato, pan y postre.

Muy involucradas en esa Obra Social en sus principios fueron las Hermanas de la Virgen María del Monte Carmelo, que con fecha 23 de mayo de 1951 acordaban mediante un convenio firmado entre el padre Navés y la superiora general de Josefa María Albert, para que las religiosas prestaran su servicio en las dependencias instaladas en la Avenida de la Estación. Para ello, dicha Orden se comprometía a aportar un mínimo de cuatro religiosas, que residirían como comunidad en sus instalaciones. Su labor sería la elaboración de la comida y servirla en el comedor a los obreros, así como la conservación de los alimentos y la limpieza del citado comedor. Con fecha 6 de junio de 1951, el obispo José García Goldáraz, autorizó la instalación de una Comunidad en la citada Obra Social, siendo la superiora la madre Piedad Grau Rodríguez. Sin embargo, no tenemos constancia hasta qué fecha prestaron servicios las carmelitas en la Obra Social.

En el número 28 del tercer año, correspondiente al mes de septiembre de 1951, de la revista «Juventud Mariana» se dice textualmente: «La Obra Social prosigue su marcha afirmando su labor en la fabricación de cuerdas de fibra textil, de todas clases, cañizos, hilados, confección de alpargatas y salida de otros productos derivados del cáñamo y similares», en los momentos en que esta fibra natural estaba en auge. A esta labor, junto con otras tareas se suministraba trabajo a más de cuatrocientas personas.

Por otro lado, el padre Navés, también puso los ojos en el acogimiento de niños desprotegidos de Orihuela y su comarca, así como del resto de España, con objeto de darles una formación integral, desde el aspecto espiritual al laboral, habilitando para ello unos almacenes en la zona de los Andenes de la Estación.

Pero, para un mejor conocimiento de esos principios vamos a recurrir a la novela «Te espero en Orihuela vida mía» de Hilarión Lillo Roche, en la que, al margen de la subjetividad que conlleva este género literario, máxime si tenemos en cuenta que en ella atisbamos muchos aspectos autobiográficos; nos da noticia de lo acaecido entonces. En la novela, uno de los personajes es el jesuita «padre Tomé», en el que, en el fondo encontramos a Ramón Navés, creador según se indica de la Congregación de María Inmaculada y San Luis Gonzaga, conocida a nivel popular como Congregación Mariana o Congregaciones Marianas. El hijo de San Ignacio, según Hilarión Lillo, a fin de «ganarse a la juventud de la ciudad había abierto un local en una amplia planta baja, con juegos de salón, billar, ping-pong y ajedrez. Había una capilla y un padre jesuita de unos 45 años, un catalán muy carismático que entablaba relación con cada uno de los jóvenes tratando de captar su voluntad».

Hilarión Lillo, fue el colaborador más directo del padre Navés y le auxilió en la puesta en marcha de un proyecto de carácter social muy ambicioso como era la creación de una «escuela laboral para niños pobres», que sería el germen del Patronato San José Obrero. Para ello, los jesuitas lograron que el padre de un alumno les cediera gratuitamente un almacén vacío en los Andenes de la Estación, enfrente de la Glorieta de Gabriel Miró y frontero al mismo también les cedió un chalet para ser utilizado como oficina administrativa. El almacén fue dividido con tabiques, construyéndose una cocina, comedor y dormitorio con camas dobles. El proyecto, según Lillo se llamó como «Obra Social Mariana», que empezó a dar sus frutos con los talleres allí instalados de carpintería, zapatería y sastrería, comenzando a recibir niños procedentes de las Juntas Provinciales de Protección de Menores de toda España.

En 1952, debido a una enfermedad contagiosa adquirida por los niños, el padre Navés recurrió a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, para que prestaran atención momentánea a los niños hasta que se recuperasen, traduciéndose este auxilio en definitivo a partir de entonces.

Después de siete décadas es bueno recordar la génesis de algunas instituciones que desarrollaron una labor social en la ciudad de Orihuela.