La imagen del patrón San Joaquín portada en su trono a hombros volvió dos años después a recorrer las calles de Bigastro para poner punto final a las fiestas patronales. Tras la misa, cientos de alumbrantes acompañaron el trono con la talla del patrón en su recorrido por el casco urbano desde la iglesia parroquial de Nuestra Señora de Belén, que cuenta con casi 230 años de historia y veneración en Bigastro, que se remonta a finales del siglo XVIII y obra del escultor valenciano Felipe Andreu.
A San Joaquín, que la tradición católica ubica como padre de María, madre de Jesús, es para los creyentes de Bigastro el «Abuelo» y le cantan en su himno como «Abuelo insigne del redentor, y de Bigastro, excelso Patrón». Bigastro ha vivido una de las fiestas más intensas y disfrutadas de su historia que han permitido que todos los vecinos, sobre todo los más jóvenes, hayan podido disfrutar y reencontrarse, tomándolas, con la auténtica fiesta en las calles.
Todo ha sido fiesta, desde la alborada, a las carretillas y correfocs, la mascletá, el recorrido desenfadado del tío del tractor, el desfile multicolor, el mejor humor y lenguaje propio de la comarca del equipo de «Soy de la Vega Baja» o el creativo pregón del diseñador bigastrense Eduardo Navarrete, en la presidencia de la procesión también junto a la alcaldesa Teresa Belmonte.
El acto religioso ponía el punto final a unas fiestas para la historia, de convivencia, mucho calor -con el susto del reventón térmico incluido- y con la mejor excusa para desquitarse y expresar alegría desbordada, tras dos años de restricciones e incertidumbre por la pandemia.
