El Ayuntamiento de San Miguel de Salinas se ha decidido finalmente por un proyecto de recuperación de agua de lluvia a la hora de invertir la subvención de 400.000 euros de fondos de la Generalitat para sistemas de drenaje urbano sostenible. La idea es construir un embalse de captación y laminación de aguas de lluvia que llega desde la rambla de La Escribana en Los Invernaderos-El Prado. La balsa estaría ubicada aguas abajo del puente Lo Quiles sobre la CV-95, en la finca del mismo nombre. El objetivo es levantar una infraestructura de captación de aguas pluviales en el lecho del barranco y almacenarla en una balsa de aproximadamente una hectárea de suelo, con una capacidad de almacenamiento de unos 90.000 metros cúbicos. El agua sería redistribuida entre los regantes de la zona infradotada de agua del Trasvase.

Juan de Dios Fresneda, alcalde de San Miguel, explica a preguntas de INFORMACIÓN que el proyecto también está pensado para evitar que la avenida de esta rambla afecte a los viales del polígono industrial situado en línea recta aguas abajo de la finca de Lo Quiles, como ha ocurrido en varios episodios de lluvias torrenciales en los últimos años, en especial durante la DANA de 2019. También que los aportes «extra» de agua dulce lleguen a la laguna de Torrevieja, lo que afecta a la producción de sal.

El cauce, que comienza en las estribaciones de sierra Escalona es singular. Por motivos que no están del todo claros mantiene un volumen de agua continuo durante todo el año, incluidos los meses de julio y agosto, con carga de conductividad, pero totalmente óptima para el riego mezclada con recursos de otros orígenes. Ese agua procedería de drenajes de riego, a la que se añadiría supuestas filtraciones del trasvase Tajo-Segura, a cielo abierto, y del canal la Mancomunidad de Canales del Taibilla (un colector subterráneo), que discurren aguas arriba. Infraestructuras que han sufrido constantes problemas durante los últimos 40 años debido a los suelos yesíferos sobre las que están asentadas. Lo que sí está claro es que en caso de lluvias torrenciales cuenta con gran capacidad de arrastre: el puente sobre la CV-95 tiene seis ojos. El municipio tiene que darse prisa porque las obras tienen plazo y deben estar acabadas antes de abril de 2023 para recibir la subvención, nacida al amparo del plan Renhace y que recibirán otros 26 municipios de la Vega Baja.

El Ayuntamiento se planteó inicialmente realizar este proyecto en la zona de La Marquesa para recoger un volumen de agua de drenajes de riego de cultivos intensivos de cítricos y hortalizas. El proyecto se descartó hace un par de meses, según la versión municipal, por las dificultades técnicas que entrañaba y el hecho de que los terrenos en los que se iba a construir estuvieran afectados por un colector de gas. Entonces el equipo de gobierno se planteó llevar a cabo la obra en la ciudad de los Carteros para evitar inundaciones y captar agua para riego.

Pero los terrenos que tenía que emplear eran privados y su propietario solo aceptaba permutas de suelo urbanizable a cambio. El problema es que en las últimas décadas San Miguel, en una característica que comparte a otros municipios dedicados a la industria del turismo residencial, ha dilapidado toda la reserva de suelo urbano de su inventario municipal.

Un pelotazo sin ejecutar y una rambla privatizada

Aguas arriba de la finca en la que se instalará el embalse de laminación se encuentra el macrosector abandonado desde 2008 de Los Invernaderos, donde se iban a construir más de 2.000 viviendas. El promotor del plan logró en su día privatizar la Rambla de la Escribana y sustituir el cauce por un colector subterráneo que se ha visto totalmente desbordado cada vez que llueve torrencialmente.