El juicio por la muerte a golpes de una mujer británica de 71 años en Granja de Rocamora ha quedado visto para sentencia este martes en la Audiencia de Elche tras emitir el jurado un veredicto que declara por unanimidad culpable al procesado por este crimen, ocurrido en noviembre de 2019. La vista oral se celebraba por segunda vez tras haber anulado el Tribunal Superior de Justicia el anterior juicio por falta de motivación en el veredicto del jurado y dejar sin efecto la sentencia que impuso 25 años de prisión al acusado.

La defensa del asesino confeso, ejercida por la letrada Patricia González, del despacho del abogado Luis González Diéguez, llegó a un acuerdo de conformidad con la Fiscalía y tras declararse culpable el procesado el fiscal redujo sensiblemente la petición de condena. Mientras que la acusación inicial del Ministerio Público planteaba una petición de 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía y otros cinco años por un delito de robo con violencia en casa habitada, tras el acuerdo de conformidad y el veredicto de culpabilidad el fiscal pidió al presidente del tribunal del jurado que se le impongan 13 años de prisión por el asesinato y 21 meses de cárcel por el robo, así como diez años de libertad vigilada una vez cumpla la pena de reclusión.

Además de la pena de prisión, rebajada al aplicarle la atenuante muy cualificada de confesión tardía, el fiscal pedía una indemnización de 52.000 euros para cada uno de los dos hijos de Margaret, aunque una hija ha fallecido y habrá que determinar si los hijos de ella reclaman. No obstante, fuentes cercanas al caso señalan que el procesado es insolvente.

El jurado también se ha opuesto en su veredicto a la concesión de indulto parcial o total al procesado, así como a la suspensión de la condena.

El acusado reconoció el pasado lunes que mató a golpes a Margaret la noche del 16 de noviembre de 2019 y aseguró estar «muy arrepentido», ya que dice que no pretendía matar a nadie y que estaba "hasta arriba de drogas y alcohol» el día del crimen.

El procesado conocía a la víctima y había realizado trabajos de fontanería, electricidad o pintura en su domicilio. En otras ocasiones, Margaret le había prestado dinero y se lo había devuelto, por lo que confiaba en él y le abrió la puerta del domicilio porque quería que le dejara 50 euros. La mujer sacó la cartera, le dio los 50 euros pero el acusado vio que tenía 550 euros y se la quitó de un tirón, al mismo tiempo que comenzó a golpearla. La tiró al suelo de la cocina y la golpeó de forma repetida y contundente con puñetazos, patadas y pisotones en la cabeza, en el cuello y el tórax. La mujer murió allí mismo y el acusado, tras lavarse las manos se marchó de la vivienda. El crimen fue descubierto a la mañana siguiente por la empleada de hogar y la Guardia Civil logró identificar el asesino y detenerlo varios meses después.