El 28 de marzo de 1942, cuando Josefina va a la prisión de Alicante a llevarle comida a Miguel Hernández, el carcelero la rechaza con una mirada seria. Josefina captó inmediatamente que su marido había fallecido. Ella fue la persona que más visitó al poeta desde que este llegó en junio de 1941 al centro represivo del barrio de Benalúa. Ella viajaba desde Cox, ciudad en la que vivía con su hijo Manuel Miguel, y otras veces desde la ciudad de Alacant, alojándose en casas de familiares en las calles de San Nicolás o de Pardo Gimeno. Siguiendo los datos de los registros carcelarios, en alguna ocasión fue acompañada a las visitas por la hermana del poeta, Elvira Hernández.

Aquel día el cadáver fue trasladado al cementerio cortejado por Josefina, familiares y amigos; no permitieron el velatorio pues por la noche iban a fusilar a un grupo de republicanos. La comitiva se reunió, pasando toda la noche en la casa de Elvira Hernández de la calle Pardo Gimeno, en el barrio de Benalúa. Al día siguiente fueron al cementerio a la inhumación del poeta en el nicho 1.009. Allí también fue enterrado, en 1984, su hijo Manuel Miguel.

Josefina me encargó en 1985 la compra de una tumba en el suelo para ambos. Deseo que no compartía pues mi propuesta era comprar el nicho de al lado para así ampliar el 1009. Asesorado por mi padre efectuamos gestiones en el cementerio alicantino y en mi casa de San Blas. Nos reunimos con la viuda para decidir la sepultura más adecuada. Unos días después me puse en contacto con la alcaldía alicantina para trasladar la petición de Josefina Manresa para que anulara el traslado del mercadillo de Campoamor a San Blas.

La viuda del poeta apoyaba la reivindicación de sus paisanos de Cox, vendedores en Campoamor. Aproveché la ocasión para solicitar al alcalde información de los propietarios del nicho adosado al 1009 y el alcalde José Luis Lassaletta nos ofreció un espacio en la plaza de la Virgen de los Remedios para inhumar al padre y al hijo. Posteriormente, en 1986 hicimos lo mismo con Josefina Manresa, la mujer mejor cantada, la musa del poeta.

Las intervenciones de Luis Almarcha directa o indirectamente para que el oriolano se retractara de sus ideas y escritos se realizaron en los años 1941 y 1942, utilizando como intermediario al cura Vendrell, personaje odiado por los presos republicanos.

Miguel prohibió por escrito de 26 de abril de 1941 a Josefina y a sus familiares que efectuaran gestiones de liberación con «... Luis Almarcha y toda su familia y demás personas de su especie...».

Joan Pàmies

Miguel prohibió por escrito de 26 de abril de 1941 a Josefina y a sus familiares que efectuaran gestiones de liberación con «... Luis Almarcha y toda su familia y demás personas de su especie...».

Es necesario para la Memoria Histórica que estos dos curas, Almarcha y Vendrell se recuerden no como amigos del poeta sino como personas que contribuyeron en la desidia, en el asesinato por omisión de Miguel Hernández.

Tumba del poeta Miguel Hernández en el cementerio de Alicante efe/Morell

Sus nombres tienen que ser retirados de los callejeros. Luis Almarcha, procurador de las Cortes franquistas y después obispo de León, no debería figurar en el itinerario hernandiano de Orihuela y la placa hernandiana colocada en su casa debería retirarla el ayuntamiento oriolano y por otro lado hay que designar con el nombre de Josefina Manresa la plaza en la que vivió, atendiendo a solicitudes realizadas desde hace años.