Torrevieja: De vacaciones en plena cuesta de enero

Una parte del sector de la hostelería de la ciudad turística decide echar el cierre para descansar este mes de enero tras un histórico año de trabajo

Uno de los restaurantes de la plaza de Castelar, en el centro de Torrevieja, cerrado por vacaciones

Uno de los restaurantes de la plaza de Castelar, en el centro de Torrevieja, cerrado por vacaciones / TONY SEVILLA

D. Pamies

D. Pamies

Quien estos días quiera encontrar un céntrico restaurante en Torrevieja no lo tiene fácil. Lo más probable es que se encuentre con un cartel avisando del cierre durante algunas semanas. Convertida en costumbre inherente a los días más invernales del año, enero es ya el mes de las vacaciones para la hostelería local.

Cerrado por vacaciones en pleno mes de enero. Ese es el mensaje que ofrece el acceso principal de muchos de los restaurantes de referencia del centro y la fachada marítima de Torrevieja desde el pasado día de Reyes. La ciudad cuenta con 600 restaurantes capaces de acoger a 29.626 clientes. Es la cuarta ciudad de la Comunidad Valenciana y la tercera de la provincia por número de restaurantes registrados oficialmente, solo superada por València, Alicante y Benidorm y por encima de ciudades como Castellón, Elche y Orihuela. Lo que da una dimensión del peso del sector en una ciudad turística con más del 80% de su actividad centrada en el sector servicios.

Como es lógico la decisión de cerrar hasta final de este mes de enero o la de no abrir las puertas una vez a la semana, -que es algo que también está ocurriendo cada vez con más frecuencia-, solo la pueden asumir un número pequeño pero significativo de negocios de referencia en Torrevieja.

El popular restaurante La Marina ha cerrado por vacaciones tras culminar la temporada

El popular restaurante La Marina ha cerrado por vacaciones tras culminar la temporada / TONY SEVILLA

«Es algo que lleva haciéndose tiempo pero nos estamos dando cuenta más este año porque las primeras semanas de enero hemos tenido mejor tiempo del habitual. Y claro, la gente está más en la calle y ha visto el cartel de cerrado», señala el presidente de la Asociación de Empresarios de Hostelería y Comarca, José Ignacio Pastor. Acaba de regresar de Fitur, donde la asociación que preside ha presentado su tradicional calendario de eventos que permite precisamente desestacionalizar la oferta local durante todo el año.

Enero y febrero son los meses más «tranquilos» históricamente en la actividad de la hostelería marcada por esta estacionalidad y eventos como «Nos vamos de Tapas», «La Semana Más Dulce» en febrero o Grastrovegabaja intentan dinamizarla en temporada baja. Cerrar en enero permite hacer coincidir las vacaciones del personal que en muchos casos cuentan con empleados que son pareja y pueden conciliar de esta forma.  

El descanso por vacaciones también se deja notar en la ausencia de terrazas en la vía pública en algunas zonas

El descanso por vacaciones también se deja notar en la ausencia de terrazas en la vía pública en algunas zonas del centro / TONY SEVILLA

En el caso de Santiago Pina, empresario gerente del restaurante Las Cañas, esa decisión viene de atrás: «Hace muchos años que cerramos en enero. Semana Santa, verano, Navidad, e incluso los días después de Año Nuevo y Reyes son fuertes. Hay muchas cenas de empresa y todos los clientes que todavía vienen de fuera entre Año Nuevo y Reyes».  Considera además el gerente de este histórico de la hostelería local que la decisión del sector se puede enmarcar también en un cambio de mentalidad. Antes plantear un día de cierre a la semana era casi anatema en el sector. Ahora es cada vez más habitual «y permite tener al personal más veterano y experimentado más accesible». 

«Ha sido un diciembre muy bueno. En el centro de Torrevieja, con las actividades programadas por el Ayuntamiento y una temperatura de 24 grados en las terrazas», explica Jorge Lalaguna, vicepresidente de la AEHTC: «Hemos trabajado mucho y bien, con un diciembre histórico y cerrar en enero nos ofrece varias ventajas», explica.

Está demostrado que es el periodo del año en el que menos facturación se genera, y después permite algo importante para la salud laboral del sector: Empleados y propietarios consumen sus vacaciones de días de sobreesfuerzo acumulado al mismo tiempo sin tener que realizar encajes de bolillos el resto del año. Y el propietario tampoco asume en solitario periodos de apertura. «Nos da la posibilidad de descansar a todos y empezar de nuevo», ya con perspectiva de más movimiento en febrero y sobre todo marzo.  

Algunos restaurantes todavía funcionan con cierres de temporada estacional, como este del centro de Torrevieja junto a la plaza de Waldo Calero

Algunos restaurantes todavía funcionan con cierres de temporada estacional, como este del centro de Torrevieja junto a la plaza de Waldo Calero / TONY SEVILLA

Economía

La decisión de los hosteleros viene determinada sobre todo por tratarse de la época del año en la que menos se factura. Enero es flojo por la climatología y por la luz, ya que los días son muy cortos y el cliente centroeuropeo busca el calor del sol. Y eso lo encuentran en las terrazas que en Torrevieja son motor de la actividad de restauración. Además sin necesidad de abonar la ocupación de dominio público, decisión adoptada tras el fin del confinamiento en 2020 y prolongada por el Ayuntamiento, que la mantiene durante todo este año para apuntalar la recuperación del sector.  

Fines de semana

A la vez que a los principales restaurantes de Torrevieja no les ha faltado demanda durante todo el año pasado, han tenido sin embargo una enorme dificultad para encontrar personal para sus negocios . «La hostelería es lo último de la último, no por las condiciones de trabajo y salario, que han mejorado bastante porque se busca personal cualificado y no es fácil, sino porque nadie quiere trabajar los fines de semana», según remarca Pina.  

La nueva legislación para consolidar los contratos fijos también ha afianzado ese cambio. Los negocios que dependen mucho más de la estacionalidad, como es el caso de la zona de pizzerías de la plaza de Castelar, en pleno centro del casco urbano, van más allá y están cerrando sus puertas alrededor de tres meses al año, y tienen recursos para mantener los contratos de fijos discontinuos a su personal.