Una reserva de flora en peligro de incendio
Asociaciones vecinales piden al Ayuntamiento de Orihuela "una intervención urgente" ante la falta de mantenimiento de la microrrerserva de Punta de La Glea entre Campoamor y Cabo Roig, con restos de podas y talas ilegales y basura, que ponen en riesgo el paraje con la llegada del verano
Justo dos años después de la puesta en valor de la microrreserva de flora de Punta de La Glea, un paraje conocido como barranco de Aguamarina, por parte del Ayuntamiento de Orihuela, con una inversión de algo más de 30.000 euros, asociaciones vecinales denuncian el mal estado de conservación, la falta de mantenimiento y deficiencias en este paraje que termina en una playa fósil de unos 125.000 años de antigüedad.
Se trata de un reducto -o una especie de oasis vegetal- que, observando la línea de costa oriolana, se puede decir que ha sobrevivido milagrosamente a la fiebre urbanizadora. Entre los residenciales que llegan a pie de acantilado y el mar, se encuentra este rincón que solo en seis hectáreas concentra 56 especies propias del Mediterráneo, incluyendo algunas especies en peligro de extinción y autóctonas del sureste español con su mayor población mundial representada en este trozo de costa que separa Campoamor de Cabo Roig.
La Asociación de Vecinos de Cabo Roig y Lomas ha presentado un escrito en el Ayuntamiento en el que reitera su petición de finales de año, cuando informó al Consistorio de "la existencia de abundantes restos de podas y talas, realizadas ilegalmente, en la microrreserva", solicitando a la Concejalía de Medio Ambiente que instara a la Conselleria de Medio Ambiente a realizar "una intervención urgente para su retirada y mantenimiento".
Así, la organización vecinal se ha visto obligada a pedir "por tercera vez", afirma, que se lleve a cabo una actuación conjunta entre el personal de la administración local y de la empresa Tragsa, que se encarga del mantenimiento, para retirar la suciedad (papeles, bolsas de plástico, restos de envases, etc.) que se acumula en algunas zonas, así como limpiar los restos de podas y talas de pinos realizadas ilegalmente hace más de un año. También solicita que se pode la vegetación que invade el paseo marítimo de Aguamarina.
Además de "la imagen de abandono que transmite este paraje singular", continúa el escrito, los vecinos advierten del "elevado peligro de incendio que existe ante la inminente llegada de los meses de calor".
Al mismo tiempo lamenta que ninguno de sus escritos haya sido contestado por la Concejalía de Medio Ambiente, a pesar de haber transcurrido los tres meses de plazo que la normativa da al Ayuntamiento para hacerlo.
Su puesta en valor hace dos años
Ya en 2020, con la puesta en valor que se hizo coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, que se celebra este lunes, asociaciones vecinales insistieron en que quedaba pendiente la limpieza integral del barranco, incluyendo la retirada de la flora invasiva que había ido creciendo a lo largo de años en los que no se habían realizado labores de mantenimiento. Estas especies invasoras (alóctonas) arraigan en la microrreserva tras llevar las aves o el viento sus semillas desde los jardines de las cercanas urbanizaciones de la costa oriolana.
Ni la actuación que se realizó hace dos años ni la declaración de microrreserva que hizo la Conselleria de Medio Ambiente en 2012, otorgando esta protección por su variado y rico patrimonio vegetal, han servido para renovar y cuidar su aspecto, que sigue estando descuidado, con algunas zonas del barranco que parecen más un estercolero. Cuesta distinguir la delicada vegetación que pervive allí entre matojos y la mala hierba.
Son las dos administraciones las responsables del estado en el que se encuentra este singular espacio protegido. El Consell tiene la obligación de protegerlo, si bien en 2012, tras su declaración como reserva de flora, se comunicó al consistorio oriolano, propietario de los terrenos, las medidas de protección y compromiso con la zona protegida. En ese acuerdo se señalaba que el Ayuntamiento será el encargado de la recogida de semillas de las plantas protegidas, la eliminación de especies exóticas y de la prohibición absoluta de cualquier actividad urbanística, terrestre o marítima en la zona.
Más de 50 especies en menos de dos kilómetros
Sobre sus seis hectáreas se alternan coscojares, espartales y vegetación salina. Del garbanzo del diablo a la lechuga de mar, pasando por la "estrella" de la botánica del sur de Alicante, "Helianthemum Caput-felis", un pequeño arbusto leñoso de hasta 30 centímetros con el cáliz que recuerda a la cabeza de un gato. Así, hasta 56 especies representativas se pueden encontrar en el recorrido de 1,4 kilómetros de longitud en forma circular y que discurre junto al mar en la microrreserva, como la albaida, la esparraguera, el tuero, la viborera, las jaras tomillo, la corona de fraile, diferentes especies de jarillas, la siempreviva, el romero, el rabo de gato, el poleo macho y el tomillo, además del palmito, el albardín, el esparto, la coscoja o el lentisco.
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