Cartas de Miguel Hernández a su compañero del alma

La biblioteca Fernando de Loazes alberga una exposición de las últimas incorporaciones al Archivo Histórico de Orihuela, sacando a la luz correspondencia del poeta a Ramón Sijé, pleitos y herencias del marqués de Rafal y pergaminos de los señores de Benejúzar

Loreto Mármol

Loreto Mármol

El Archivo Histórico de Orihuela expone sus recientes y valiosas incorporaciones con una muestra que recoge documentos desde el siglo XVI al XX procedentes de dos archivos familiares de carácter nobiliario y de Ramón Sijé, compañero del alma de Miguel Hernández.

Con motivo del Día Internacional de los Archivos, hasta el 30 de junio se puede visitar esta exposición en la biblioteca pública Fernando de Loazes cuyo objetivo es "valorar los archivos familiares y patrimoniales para revalorizar los estudios de historia demográfica, socioeconómica, cultural y literaria", explica la directora de la biblioteca y del archivo, Josefa Ors. En suma, se trata de "poner en valor el archivo como parte del patrimonio histórico valenciano", señala.

Así, se pueden contemplar varias cartas de Miguel Hernández, como las fechadas en Madrid en 1932 durante su primer viaje e incluso otras más dramáticas dirigidas desde el Seminario de San Miguel durante su cautiverio en otoño de 1939.

La familia de Ramón Sijé depositó su archivo personal, fundamental para valorar la evolución de la obra del poeta, en la Fundación Miguel Hernández que a su vez lo depositó en el archivo oriolano, destacando una muestra cronológica en la que se aprecia la influencia de Miró y el homenaje que se le quería hacer en Orihuela en el 1931.

Es la primera vez además que se exhibe al público parte del archivo del marqués de Rafal después de su compra por parte de la Generalitat el año pasado, un fondo clave para entender el devenir de algunos municipios de la Vega Baja.

Registros notariales, partición de bienes, arrendamientos, dietarios, correspondencia... Todos ellos desde el siglo XVI al XX, como un libro de registro de 1572 y otro de 1812, así como un plano de los dominios de la familia, un impreso único de 1706, cartas de la administración de Orihuela de entre 1774 y 1782 y diferentes pleitos que tiene el marquesado por tierras o por derechos a llevar un título.

También curiosidades como el nombramiento de la marquesa como vocal de la junta de señoras, que era un consejo auxiliar del gobierno en los servicios de beneficiencia, y un dietario de mediados del siglo pasado que es como una especie de agenda de la marquesa, además de libros de herencias.

Con todo, es solo una pequeña muestra del archivo histórico del marquesado, que cuenta con 89 registros notariales y más de 9.000 documentos de una familia que tenía en propiedad municipios como Benferri o Granja de Rocamora, incluyendo particiones en Rafal, Dolores y otros territorios, que dan cuenta de la conformación de la comarca.

El archivo completo ocupa unos 30 metros lineales de documentación que aún se está describiendo, por lo que "está pendiente de un estudio profundo", manifiesta Ors, que anima a los investigadores a estudiarlo. No en vano, estos documentos "abren un campo de investigación inédita y llenan importantes vacíos documentales, siendo una vía interesante para la historia local", añade.

Señores de Benejúzar

Además, se exponen algunos de los 40 pergaminos de los siglos XVI y XVII de la familia Rosell, señores de Benejúzar, que fueron adquiridos por la Conselleria de Cultura en un anticuario que a su vez fueron vendidos por una familia oriolana.

En este sentido, Ors manifiesta que "están pendientes de limpieza y restauración", ya que no estaban en muy buenas condiciones. Durante un tiempo estuvieron en el Molino de la Ciudad y con anterioridad en la casa que alberga la exposición -actual biblioteca-, donde tenía sede la familia que después pasó a los duques de Pinohermoso.

Asimismo, se encuentra un libro de cuentas de la seda de 1782, cuya producción y comercialización llegó a representar para la ciudad una de sus fuentes de ingresos en el siglo XVIII.

Destaca también la donación por parte de Antonio García Molina Martínez del libro "Fundaciones otorgadas por el excelentísimo señor cardenal Belluga", de 1741, y la donación de María Dolores Botella de varios documentos que conservaba de su familia, entre los que se encuentran copias notariales del siglo XIX.

En definitiva, una exposición que resalta la función del archivo por "conservar, investigar, divulgar y poner en valor el rico patrimonio documental de la ciudad y de la comarca", concluye Ors.