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ORIHUELA

¿Qué pasa con la Casa Langostina de Orihuela?

Dos décadas de pelea han desembocado esta semana en las imágenes de los Wesenauer resistiéndose a las máquinas y con varias detenciones

La legislación urbanística les impuso pese a su oposición que su finca formara parte de un residencial

Acceso a la casa langostina desde Lomas de Don Juan

Acceso a la casa langostina desde Lomas de Don Juan / INFORMACIÓN

D. Pamies

D. Pamies

ORIHUELA COSTA

Después de veinte años de documentos, informes y solicitudes al Ayuntamiento de Orihuela, de abogados y de recursos que han llegado al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo, a las propietarias de la Finca Langostina solo les queda interponerse como escudos humanos para intentar impedir que la maquinaria pesada haga su trabajo: el foso de varias piscinas dentro del terreno que esta familia austríaca compró en 1996. Es una finca centenaria y uno de los últimos ejemplos que quedan en la comarca de la Vega Baja del paisaje agrícola del secano mediterráneo tradicional.

Detención de una de las hermanas Wesenauer el lunes. | INFORMACIÓN

Detención de una de las hermanas Wesenauer el lunes. | INFORMACIÓN / D.Pamies

Explicar la situación límite en la que se encuentra esta finca y sus propietarios es aclarar lo inexplicable. O quizá no tanto. En la trama de esta historia se combinan intereses urbanísticos, cambios de calificación, la LRAU, desidia municipal, informes olvidados en un cajón, juzgados, policías y una familia que quiere preservar a toda costa la casa que compró tal y como se ha mantenido los últimos 200 años. Solo hay que ordenar los términos.

Desorden

Para llegar a la Finca Langostina hay que calibrar bien el GPS y confiarse a la suerte en el desorden de Orihuela Costa. Literalmente cercada por cientos de chalets y adosados se encuentra en la Urbanización Lomas de Don Juan. Desde 1976 está catalogada en nota simple como urbana. Detalle, como se verá, de suma importancia.

Fachada de la vivienda

Fachada de la vivienda / INFORMACIÓN

Hans y Gabrielle Wesenauer, un matrimonio austríaco, la compraron en 1996. Quedaron prendados del paisaje y de una casa que tenía una historia en cada rincón. Les pareció el mejor lugar para que crecieran sus tres hijas. Estudiaron en colegios de la zona y en el instituto de San Miguel de Salinas. Eran también los años del boom que vino después del anterior boom. Planes parciales, adosados y chalets fueron rodeando los más de 5.000 metros cuadrados de la Casa Langostina. La finca hoy destaca como un pequeño oasis de secano en medio de una vasta superficie de construcciones.

La Policía Local de Orihuela y el Seprona detienen a las propietarias de la finca Langostina al oponerse a la ocupación de parte de la finca que consideran suya

D. Pamies

LRAU

Al amparo de la Ley Urbanística Valenciana de 1994, derogada por leyes posteriores debido a la enorme cantidad de abusos y situaciones de indefensión que, como en este caso, generó a pequeños propietarios de suelo frente a grandes empresas urbanizadoras, se ejecutó, con el visto bueno del Ayuntamiento de Orihuela, la incorporación de la Finca Langostina al proyecto de reparcelación del PAU-25 que dio lugar a dos parcelas registrales: una de 3.381 metros cuadrados que se entregaba a los promotores y otra de 1.786 que le «dejaban» a los propietarios.

Por qué esta finca que ya era urbana pasó a ser «urbanizable» es un misterio cuya pista se pierde en el área de Urbanismo del Ayuntamiento oriolano. Eso a pesar del desnivel de seis metros que separa e impide el acceso a la finca desde ese sector, el que ha abierto la maquinaria pesada esta semana. La unidad de Finca Langostina se mantuvo hasta 2021 y estaba formada por la vivienda, dependencias anejas y antiguos bancales, con arbolado en su perímetro.

Una familia paraliza una obra junto a una finca en trámite de protección tras encadenarse a la maquinaria (marzo de 2024)

Riesgo para la casa

Con hablar pausado, Gabrielle explica que han pensado muchas veces tirar la toalla. Tiene 63 años y un convencimiento que le empuja a continuar defendiendo lo que cree que se debe proteger. «Si fuera para construir una carretera, un hospital, un colegio, lo hubiéramos comprendido. Estaría bien, sería por el bien común», dice con mirada cansada y palabras que le duelen. Informes técnicos certifican que cualquier vibración, cualquier movimiento de tierras repercutirá en las centenarias estructuras de la vivienda.

Valores patrimoniales para una protección

Un informe de quien fuera arqueólogo municipal de Orihuela, Emilio Diz Ardid, detallaba en 2020 los valores patrimoniales de la Finca Langostina y recomendaba su protección como Bien de Relevancia Local. Destacaba el interés del conjunto por mantener la mayor parte de los elementos originales. Carpinterías, hogares, horno moruno, aljibe y un muro de piedra seca, técnica incluida desde 2018 por la UNESCO en su lista de Patrimonio Inmaterial, muy dañado esta semana. Varios cipreses centenarios delante de la porchada han desaparecido.

Expertos en Turismo y Derecho Ambiental de la Universidad de Alicante publicaron en 2021 otro dictamen sobre la necesidad de protección de la finca por su valor paisajístico, arquitectónico y su potencial de uso recreativo y turístico.

Detenciones

Esta semana las hermanas Wesenauer han sido detenidas en dos ocasiones por resistirse a la entrada de las excavadoras, porque el juzgado de Primera Instancia 4, que solo habla de la toma de posesión de la finca, en un oficio que anticipaba que las «ocupantes», porque han llegado con unas obras que no figuran en la resolución judicial.

Una valla metálica adosada a la casa delimita ahora las dos fincas mientras la maquinaria sigue su marcha y el equipo de gobierno del Ayuntamiento, que inicialmente prometió respaldo a la familia, calla.

Serán nueve chalés con piscina. Se construyen, con el aval de la resolución judicial de ejecución de la toma de posesión que solo habla de fijar la linde, y con la licencia municipal, ya en los metros desgajados por imperativo legal de la finca.

Los actuales promotores, de Molins, son delfines de aquellas inmobiliarias San Antonio y San José que llevaron a la ruina a decenas de familias en 2008. Saben moverse en los límites, claro está, y lo que deja un palmo de terreno en Orihuela Costa.

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