CATRAL

Del bancal al consumidor: La otra agricultura que es posible en Catral

Entre la vocación y la tradición familiar en el trabajo del campo es la rentabilidad la que marca siempre los tiempos y las maneras. Lo saben bien en la hacienda La Purísima de Catral que busca otros caminos en la venta directa

La compra directamente en el bancal: el proyecto de unos jóvenes de Catral que apuesta recuperar la huerta tradicional de la Vega Baja

La compra directamente en el bancal: el proyecto de unos jóvenes de Catral que apuesta por recuperar la huerta tradicional de la Vega Baja / Áxel Álvarez

D. Pamies

D. Pamies

CATRAL

Cuenta Anel que, de pequeño, su «mayor depresión» no era volver al colegio en septiembre, sino dejar la casa familiar donde pasaba los veranos ayudando a su abuelo en las muchas faenas de la tierra.

Y no hace falta más explicación porque desde la Hacienda La Purísima, en el camino de Lo Chicharro, a dos pasos de la ermita de Santa Águeda en Catral, de las lagunas de El Hondo y de San Felipe Neri, el mundo se ve diferente. O quizá no.

Quizá lo que vio en ese paisaje de huerta tradicional Anel Ñíguez Cullera, que estudió Gestión Forestal, trabajó en Polonia e Italia en un parque nacional y en el sector agrícola, y amagó con seguir formándose en la Universidad, fue el mundo de siempre.

El que ofrece raíces para seguir creciendo y el que da trabajo honrado para vivir. Por eso, cuando faltó su abuelo, lo tuvo claro. Volvió a la tierra y se puso al frente de la explotación familiar. De eso hace ya ocho años. «Lo quería intentar y pelear. No me veo en otro sitio», dice. Ahora tiene veintinueve.

Ñíguez muestra uno de los almacenes junto a la casa familiar en la que se realiza la venta directa todos los sábado

Ñíguez muestra uno de los almacenes junto a la casa familiar en la que se realiza la venta directa todos los sábado / Áxel Álvarez

Pero lo ha hecho de otra forma. Los tiempos no son los de antes y Ñíguez Producción Sostenible se aleja del perfil habitual entre los regantes de la huerta tradicional que mantienen sus cultivos como actividad complementaria a explotaciones mayores.

Desde hace tres años, Anel vende directamente al consumidor, sin intermediarios, gran parte de lo que dan las dieciséis hectáreas de la familia distribuidas entre Catral y Callosa de Segura. Así comercializa la verdura y hortalizas de temporada que produce. Todos los sábados.

A pie de bancal y desde su casa huertana. «Se nos alinearon los astros. Vimos que funcionó con los melones de piel de sapo en verano, y pensamos que quien pudiera venir a por melones podría comprar otras cosas, y nos decidimos a prolongarlo con otros productos».  

Bancales de alcachofa tradicional. Al fondo las primeras casas del casco urbano de Catral en la zona de Santa Águeda

Bancales de alcachofa tradicional. Al fondo las primeras casas del casco urbano de Catral en la zona de Santa Águeda / Áxel Álvarez

«No lo podemos hacer todo el año porque no hay género. Pero de junio a noviembre y de diciembre a abril, estamos». Alcachofas, boniatos, calabazas, melones, sandías, habas, patatas, coles de bruselas y, en menor medida, apio, tomates, hinojo, lechugas, cilantro... Algunos solo en venta directa porque en el mercado mayorista, al que también acuden, una producción pequeña «se defiende peor». 

Ir y venir

El ir y venir de vecinos de Catral y sus alrededores a la pequeña parada de venta es constante. Anel, con la ayuda de su madre, Manoli Cullera, corta coliflores y romanesco a demanda del consumidor. «El valor que le aportamos al lugar creo que también es importante». 

La venta directa se instala cada sábado y algunas hortalizas se cortan a demanda a pie de cultivo Esta propuesta se plantea como forma de producción rentable y también de conservar la huerta

No ha resultado fácil. Su esfuerzo combina la convicción de mantener en pie la herencia agrícola secular con la innovación y una agricultura sostenible. Y hay que creerse las dos cosas. Lo sostenible no es lo que se ve a golpe de reels en Instagram, o lo que pregonan los grupos de presión de la agricultura intensiva.

«Quien apuesta por nosotros no solo lo hace por una verdura de calidad. Lo hace por un grupo de trabajo que conserva la huerta y el entorno de Catral lo mejor posible. Es una experiencia ver semana tras semana el proceso natural de los cultivos que puedes comprar. Cómo se planta, cómo crecen y se recolecta lo que vas a consumir y volver a tener esa conexión con los productos de nuestra zona».

Lucera también forma parte de la explotación junto a cien cabezas de ovejas guirras y las ocas

Lucera también forma parte de la explotación junto a cien cabezas de ovejas guirras y las ocas / Áxel Álvarez

Esta pequeña empresa familiar se ha empeñado -literalmente-, para desplegar riego por goteo, en la construcción de una balsa y en la compra de maquinaria agrícola. Pequeños tractores, con distintos aperos que permiten preparar la tierra, plantar y recolectar. En su caso no tienen el problema habitual en la huerta en el que las propiedades son pequeñas y no están agrupadas. Las tahúllas de la familia permiten algo tan importante como rotar los cultivos. En total, un esfuerzo de inversión para esta empresa familiar que ronda los 70.000 euros. 

La balsa, elemento poco habitual en las fincas del regadío tradicional, es su gran baza. En la huerta, y más a cola del río Segura, la garantía de agua es esencial. Llega por tandas cada 24 días y no siempre da para regar todos los bancales.

Con ella puede reservar, siempre con la mirada puesta en su calidad y salinidad, claro. El Segura lo da todo y es generoso, pero a veces no sabes «lo que te llega» por la acequia de San Bruno.

Acequias, azarbes, brazales...

El agua es la que logra una producción de melones única, dulces, la que dan estas tierras pegadas el parque natural de El Hondo, recorridas por acequias, azarbes, brazales y avenamientos.

Los juzgados y comunidades de riego responsables de la distribución del agua en la huerta también se han profesionalizado, como es el caso del Sindicato de Riegos de Catral, y eso se nota en su gestión, que mantiene un sistema de riego secular arraigado en época islámica. El riego por goteo no es incompatible con las tierras que todavía reciben el agua a manta. Todo suma. 

Invirtieron en tractores y una balsa para reservar el agua del río, algo poco habitual en el regadío tradicional Cien cabezas de oveja guirra valenciana limpian y estercolan los bancales y se comen los excedentes

Otra jornada de trabajo a la semana la dedican a entregar los encargos que los clientes han hecho por teléfono o por internet, donde difunden su día a día en redes sociales. Reparto gratis si es en Catral, con algo de recargo para el resto de municipios de la Vega Baja. Los precios son espectaculares, los productos también. Cien por cien libres de plástico. Si acaso, sólo llevarán algo de tierra, porque de la tierra salen.  

La casa familiar de Anel en medio de la huerta tradicional de Catral

La casa familiar de Anel en medio de la huerta tradicional de Catral / Áxel Álvarez

Pese a ello su producción no está certificada como agricultura ecológica. No tendría demanda entre de sus clientes potenciales y, ahí sí, los precios serían mucho más elevados. Lo que no significa que esta empresa no lleve a cabo a diario prácticas tradicionales que evitan el abuso de fertilizantes y plaguicidas sin renunciar a ellos. Para limpiar y estercolar los bancales se emplea a fondo un rebaño de ovejas autóctonas de la Comunidad Valenciana

Guirras

Cien cabezas de guirras o rojas levantinas, esbeltas y un poco tercas, únicas en la Vega Baja, y muy apreciadas por la exquisitez de su carne. También se emplea a fondo Lucera, la burra de la finca.

En la huerta todos cumplen una función, nunca se dan puntadas sin hilo. Las pieles de ajo de los almacenes de Benejúzar alimentan al ganado, también el forraje de las propias fincas y las hortalizas que ya no están para vender «aunque nuestros clientes no suelen guiarse por la imagen», puntualiza Anel. 

Una planta de romanesco de las que que se corta a pie de bancal a demanda de los clientes de la parada de la explotación

Una planta de romanesco de las que que se corta a pie de bancal a demanda de los clientes de la parada de la explotación / Áxel Álvarez

"Las setas"

El ganado pasta por un paisaje que no es ajeno al devenir de la Vega Baja en los últimos años. Aquí y allá han de sortear los pequeños grupos de viviendas turísticas con jardines de palmeras washingtonias, la mayoría levantadas sin licencia durante el boom de los años 2000, que iban a ser la salvación de Catral antes de la crisis inmobiliaria.

No se pagaba el suelo y eran baratas. Se alternan con otras casas centenarias de labor todavía en pie pese a su abandono desde hace décadas. 

Venta directa los sábados junto a los cultivos

Venta directa los sábados junto a los cultivos / D. Pamies

Variedades

Lejos de la visión romántica de ese paisaje de campos simétricos de verde intenso en una de las zonas más áridas de España, Anel remarca que la agricultura tiene que ser rentable. «El problema es siempre la rentabilidad. No que los agricultores ganen dinero. Después de estar 365 días al año trabajando te puedes arruinar», señala. 

Rentabilidad

«Por eso con las horas que echas y el capital que estás poniendo para trabajar, no lo puedes dejar. Si dentro de tres meses quieres tener algo que recolectar tienes que empezar hoy», añade. Algo a lo que ayuda la variedad en los cultivos. «Nuestra intención es quedarnos como estamos. Quizá meter más variedades para la venta directa. Crecer en calidad pero todo es mejorable, por ejemplo cultivar tomate y pimiento de verano». 

Los centroeuropeos que encontraron en Catral su paraíso de tranquilidad y que pasean a sus mascotas a primera hora entre los bancales también son clientes. Así Anel ha adaptado algunas de sus producciones a esa demanda con, por ejemplo, patatas con menos almidón. Hacen pruebas año a año. 

El rebaño de ovejas guirras limpia el campo y lo estercola. En primer término una de las tomas de la acequia de San Bruno. A la izquierda, algunos de los grupos de viviendas, que por cientos, se "plantaron" en la huerta en la década de los 2000

El rebaño de ovejas guirras limpia el campo y lo estercola. En primer término una de las tomas de la acequia de San Bruno. A la izquierda, algunos de los grupos de viviendas, que por cientos, se "plantaron" en la huerta en la década de los 2000 / Áxel Álvarez

Cultivos

Lo han hecho con cilantro e hinojo, aromáticas que también están dando buen resultado para la exportación. También planta ahora zanahorias. En su tierra se puede pero en la mayor parte de los feraces campos de la Vega Baja no prenden porque necesitan un suelo menos duro.

Las habas, delicadas, se han echado a perder por completo con la helada de mediados de enero. No tiene seguro. Tampoco es eso lo que le preocupa. 

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