Sin noticias para que la procesión del Santo Entierro de Orihuela sea Bien de Interés Cultural

La Hermandad del Caballero Cubierto solicita al alcalde una reunión para desbloquear la tramitación del expediente más de cinco meses después de su aprobación en el pleno

El trono de La Diablesa en la procesión del Santo Entierro

El trono de La Diablesa en la procesión del Santo Entierro / Antonio Amorós

Loreto Mármol

Loreto Mármol

Sin noticias de la declaración como Bien de Interés Cultural Inmaterial de la peculiar procesión del Santo Entierro, con su Caballero Cubierto y el trono de La Diablesa. La Hermandad del Caballero Cubierto, promotora de la iniciativa, no ha recibido comunicación alguna por parte del Ayuntamiento de Orihuela desde que en noviembre el pleno aprobó la moción para tramitar el expediente. Por ello, se ha concertado una cita con el alcalde, Pepe Vegara, que se celebrará en dos semanas, para evaluar en qué situación se encuentra el trámite.

La Insignia de la Cruz, conocido como la Cruz de los Labradores y popularmente como La Diablesa, que procesionará este Sábado Santo, representa uno de los ejemplos más impactantes de las esculturas alegóricas en España, más proclive en sus procesiones a narraciones continuas que a versiones simbólicas, con escasas similitudes en otros puntos de la geografía como los pasos procesionales de la Canina en Sevilla o la Muerte en Zaragoza.

Pero ¿cuál es su significado y la motivación para la que fue creada? Mariano Cecilia y Gemma Ruiz, profesores de la Universidad de Murcia y restauradores en el Museo Diocesano de Arte Sacro de Orihuela, analizan en un estudio sobre la alegoría procesional en el barroco la función religiosa para la que fue encargada en 1694 y ejecutada un año después por Nicolás de Bussy, convirtiéndose "dada su impecable realización técnica, en una de las mejores creaciones del arte barroco español" y en "una pieza imprescindible" para comprender lo que se estaba gestando a finales del siglo XVII en el sureste español.

La llegada del escultor estrasburgués a la ciudad episcopal modifacaría el lenguaje artístico predominante, abriendo los horizontes hacia el unas imágenes de gran dramatismo que suscitaban emociones hasta aquel momento totalmente desconocidas. Sus obras están cargadas de una fuerte expresividad, tienden al patetismo y el simbolismo y poseen influencias del mundo germánico.

La contrarreforma tenía en la reflexión sobre la muerte una de sus directrices esenciales, "el más eficaz antídoto contra la vanidad del mundo", tal como concebían los jesuitas y plasmó el arte barroco en las representaciones. Estas ideas salieron de los templos para inundar las calles en Semana Santa, buscando la expiación, el arrepentimiento y la conversión del pueblo. Este es el sentido de la presencia de esculturas relacionadas con el tema de la muerte y la resurrección, todas ellas alegóricas, en las procesiones pasionarias, significativamente aquellas que representaban la pasión y el entierro de Cristo.

La Diablesa plasma el mensaje de la Iglesia y su intencionalidad. Una procesión que representa el entierro de Cristo, el luto y afligimiento de la comunidad local, explican Cecilia y Ruiz, se transforma en un mensaje de salvación diseñado por la élite religiosa, en este caso el Cabildo Catedralicio, organizador del cortejo procesional, que realizó el encargo y costearon unos labradores de los arrabales de la ciudad que serían durante siglos los que llevarían sobre sus hombros en la procesión.

Procesión de Viernes Santo

Primero, se concibió para el cortejo procesional de Viernes Santo por la tarde, en aquel momento organizada por las cofradías de la Catedral de Orihuela, establecidas en su capilla extramuros dedicada a Santa María del Loreto.

Esta iniciativa cambiaría el significado de esa procesión, cuyo origen se remontaba a la segunda mitad del quinientos, por las estrechas calles de la antigua ciudad episcopal convertida en un vía crucis urbano y con el simulacro de la cruz victoriosa como principal elemento protagonista.

Entonces, los mayordomos de la cofradía decidieron que el paso se colocara en el sitio donde estaba el grupo escultórico del Desenclavamiento. De hecho, en el grupo escultórico de Bussy no se muestra la imagen de Cristo muerto, puesto que en el contexto procesional no era necesario, ya que le precedía en el cortejo la urna del Cristo Yacente y detrás la Virgen en su soledad llorando a su hijo.

Así, La Insignia de la Cruz, que representaba de modo alegórico el triunfo de la cruz de Cristo sobre el pecado, la muerte y su capacidad generadora de vida, causaría un gran impacto emocional en los fieles y en el significado de la procesión en sí misma, ya que con la creación de este paso se pretendía que el cortejo procesional no acabara con la contemplación desolada de la muerte, representada por el cuerpo yacente, sin vida, inerte, de un Cristo vejado y torturado, sino con la esperanza y la visión consoladora de la resurrección mediante la representación de la victoria de la cruz.

Esta singular y un tanto insólita iconografía ha sido interpretada por algunos autores como un trasunto de las actas apócrifas de Pilato en donde se relata que los santos rogaron a Dios que dejase en los infiernos el signo de la cruz como señal de victoria durante toda la eternidad.

Para otros estudiosos, como Cecilia y Ruiz, este grupo escultórico representa el signo de la redención que se alza invicto en los cielos, la tierra, la muerte, reflejada por un esqueleto, el mal, representado por el pecado y el diablo con formas de mujer.

Los diablos femeninos

Nicolás de Bussy recuperó la tradición de representar a los diablos femeninos propia del mundo medieval centroeuropeo. Tanto en Flandes como en el sur de Alemania, se encuentran construcciones alegóricas, como la Columna de la Trinidad o de la Peste de Viena, erigida en conmemoración del cese de epidemia de 1679. Es probable, apuntan Matiano Cecilia y Gemma Ruiz, que estas obras sirvieran de inspiración para Bussy a la hora de componer La Insignia de la Cruz. En este sentido, la Diablesa es muy similar a la escultura que simboliza la peste en Viena, que aparece vencida con apariencia de mujer envejecida con los senos totalmente flácidos.

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