El narciso (Narcissus) es una planta bulbosa, es decir que nace de bulbos y pertenece a la familia Amaryllidaceae. Esta planta con flor originaria de las cuencas mediterráneas, Asia y Áfria septentrional debe su nombre a la mitología griega. Según el mito, Narciso era un joven de gran belleza que se enamoró de su propio reflejo al mirarse en un río y murió ahogado al lanzarse a las aguas. En ese mismo lugar creció la flor del narciso que, al igual que el protagonista de la leyenda, son muy hermosas y coloridas, según la variedad.

La planta del narciso florece a finales de invierno y durante la primavera, aunque hay algunas especies de narcisos que florecen en el otoño. Los narcisos suelen ser principalmente amarillos y la flor del narciso tiene forma de trompeta, aunque también existen variedades blancas y anaranjadas. Los tipos de narcisos más comunes son los narcisos de trompa, llamados así por la forma de sus flores, que tienen una sola flor por tallo y pueden llegar a medir 50 centímetros. También podemos encontrar otras especies como los narcisos de copa grande, el narciso de copa pequeña, el narciso de flores dobles o el narciso Junquillo.

Cultivo del narciso

El cultivo de los narcisos se realiza en otoño, plantando en la tierra los bulbos de los que nacerá la planta. En la actualidad es muy común encontrar en invierno en grandes superficies como Ikea y otros supermercados las plantas del narciso ya en flor. Las flores del narciso suelen tener una duración de aproximadamente 20 días, si no se encuentran en un lugar muy caluroso.

También debes saber que cuando las flores se marchiten puedes conservar los bulbos del narciso para plantarlos el próximo invierno. Para ello, puedes sacar los bulbos, dejarlos secar y guardarlos en un lugar fresco, seco y ventilado hasta el otoño, momento en el que hay que volver a plantarlos. Otra opción es retirar las flores y hojas secas y dejar los bulbos enterrados para que crezcan en la próxima temporada.

Cuidados de la planta del narciso

El narciso es una planta muy robusta y tiene una gran capacidad de adaptación. Sin embargo, es necesario seguir unos cuidados básicos para que los narcisos luzcan sanos y sus flores duren más:

  • Clima y temperatura: el narciso prefiere los climas fríos y no aguantan bien el calor. La calefacción es su peor enemigo, al igual que la falta de agua. Por lo que si no hiela, lo mejor es sacarlas al exterior durante la noche para que las flores aguanten más. Los narcisos soportan temperaturas mínimas de hasta 1º y máximas de 17º, aunque lo ideal es que la temperatura ronde sobre los 15º.
  • Luz y ubicación: los narcisos tolera muy bien distintas condiciones de luminosidad, por lo que a la sombra también florecen. Sin embargo, lo ideal es ubicar el narciso en lugares con luz, sin sol directo (semisombra).
  • Riego: el riego de los narcisos debe ser moderado, pero cada poco tiempo. La idea es que la planta del narciso mantenga un buen nivel de humedad sin que se encharque, ya que esto podría ser fatal para los bulbos, que terminarían pudriéndose.
  • Sustrato y abono: los narcisos deben contar con un suelo ligero para facilitar su drenaje. Si se cultivan en casa, podemos fertilizar los narcisos con abono rico en fósforo, y tras la floración, con salitre potásico o nitrato potásico.
  • Poda: la poda de los narcisos es muy simple, solo conviene eliminar las flores y hojas secas tras la floración, que ocurrirá en mayo. La planta del narciso terminará su ciclo con la desaparición de las hojas, pero el bulbo que queda bajo tierra nos asegura una nueva floración anual durante el final del invierno, convirtiendo a los narcisos en una de las plantas que nos indica la llegada de la primavera.