La Corona de rey ( Saxifraga longifolia) también conocida como Altamira es un planta silvestre que crece en el Pirineo y que solo florece una vez en la vida. Suele vivir en las grietas de las rocas a gran altitud, entre los 500 y los 2500 metros. De ahí precisamente proviene su nombre latín que significa "rompe piedras". Florece entre los meses de mayo y agosto y tras su única floración muere. Además, es un planta muy peligrosa y a la que se le atribuyen propiedades abortivas, por lo que es utilizada por los pastores para los partos difíciles del ganado.

La planta que solo florece una vez en la vida

La Corona de rey solo florece una vez en la vida, cuando crea un bonito ramillete de flores que puede alcanzar hasta los 80 centímetros de altura. Sus flores son muy pegajosas y son el reclamo ideal para los insectos. Sin embargo, este bonito espectáculo de floración solo ocurre una vez por cada planta.

La Corona de rey gasta todas sus energías en florecer y elevar el máximo el tallo en el que están sus flores. Así, a finales de verano, cuando las flores se marchitan el tallo va inclinándose y la planta acaba muriendo. Eso sí, cuando se inclina, el tallo deja caer semillas que permitirán que nuevas plantas crezcan si el viento las desplaza hasta alguna nueva hendidura de la roca y logran desarrollarse allí.

Al final de su vida, la planta cae de la roca en la que ha vivido y deja su sitio libre para que otras plantas nuevas puedan criarse allí.

Algunas plantas crecen en las grietas de las rocas Pixabay

Corona de rey, la planta tan bella como peligrosa

Esta planta es conocida por su gran toxicidad y sus propiedades abortivas en la antigüedad por lo que resulta muy peligrosa. En algunas zonas rurales aún se sigue utilizando en veterinaria para los partos difíciles del ganado.

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Al mismo tiempo es una planta silvestre muy original y bonita que da un toque especial y mágico a las piedras en las que desarrolla. En el Pirineo Aragonés recibe el nombre de Coda de Borrega y nunca la veremos en el suelo, ya que sólo se desarrolla en las grietas de las rocas. Allí, las condiciones para su desarrollo son tan precarias que solo puede florecer una vez en la vida y gastar en ese momento todas sus fuerzas antes de morir y generar semillas para que crezca una nueva planta en las proximidades.