Enrique Ponce se ha convertido en el centro de todas las miradas desde que salió a la luz su noviazgo con Ana Soria. Lo cierto es que han sido muchas las críticas que ha recibido el torero, pero a pesar de ellas, se le ve más feliz y enamorado que nunca, tanto que muchas personas cercanas aseguran no reconocerle.

Enrique Ponce se dio un baño de multitudes en la localidad francesa de Berizers, vestido del que se ha convertido su color fetiché, azul, llegó a la plaza de toros donde atendió a sus fans firmando autógrafos y haciéndose fotos, como se hacía en la época pre-coronavirus.

Recuperado de la lesión en la muñeca que le obligó a suspender la corrida en el espinar y visiblemente serio, la expareja de Paloma Cuevas no quiso pronunciarse sobre sus planes de boda con Ana Soria, quien no lo acompañó al ruedo francés en esta ocasión.

Tras una tarde no muy brillante en la que sin embargo, cortó una oreja, Enrique Ponce salió de la plaza de Beziers cabizbajo. La expareja de Paloma Cuevas ignora las preguntas de la prensa y no habla de su boda con la joven almeriense, pero no descuida a sus seguidores, a los que firma autógrafos antes de abandonar la plaza.