Ángela Dobrowolski, la mujer de Josep Maria Mainat acusada de haber intentado asesinar al productor televisivo, ha roto su silencio. La alemana se quitó anoche la peluca (literalmente) y se mostró por primera vez a cara descubierta en televisión, donde concedió una entrevista al programa de Cuatro 'En el punto de mira', donde defendió su inocencia en el caso, por el que tendrá que declarar este mismo domingo.

"Este es mi gran destape", comenzó, sarcástica Dobrowoski, al quitarse sus ya famosas gafas de sol y su peluca negra para dejar al descubierto su cara y su pelo rubio, recogido en una coleta. "Tantos años juntos se me ha pegado algo de su don televisivo", llegó a confesar mirando directamente a cámara y dirigiéndose a su marido y padre de sus dos hijos, de 8 y 4 años de edad.

La protagonista de 'En el punto de mira' recordó su soledad al llegar a Barcelona con 24 años y cómo conoció al productor al poco tiempo, cuando hizo prácticas en una agencia de modelos a la que iban muchas personas de la televisión. "No me casé por interés", recalcó, añadiendo que "nunca hubo regalos materiales espléndidos. Yo me adapté a su estilo de vida. Llevábamos una vida tranquila".

"Vengativo y abusivo"

Tras definir a Mainat como "frío, controlador, calculador, vengativo y abusivo", respondió tajante a la pregunta del periodista acerca de si quiso acabar con la vida de su esposo con una sobredosis de insulina: "No le he intentado asesinar". También desveló cuando empezó a torcerse su matrimonio: "Se enteró que le fui infiel. Quise salvar mi matrimonio pero en casa no mejoraron las cosas, sino que empeoraron".

La mujer intentó justificar por qué las cámaras de seguridad del domicilio de Mainat la grabaron abriendo el frigorífico en tantas ocasiones la noche en la que, supuestamente, intentó asesinar a su marido: "Cualquier persona que vive conmigo te dirá que 13 veces ir a la nevera es un número bajo para mí. Cuando hago el esfuerzo de quedarme en casa estoy desequilibrada y lo compenso con dulce. No hay azúcar en casa porque es diabético. Es una denuncia vergonzosa, de un marido que quiere separarse".

Ángela explicó cómo actuó la noche de los hechos: "Esa noche le inyecté cuatro dosis, dos de hormona de crecimiento, una de testosterona y otra de absenta. Cuando él se encuentra mal, le tomo el azúcar. Esa noche, dos veces antes de llamar al médico. En la primera es normal. Me despreocupo porque le oigo roncar. La tercera medición es poco antes de llamar al médico, cuando el valor no es normal. No oigo ronquidos sino ruidos que no he oído nunca. Él está blanco, debajo de los ojos tiene círculos negros. Fue un 'shock' y llamé al médico. Lo que se dijo que retrasé la llamada es absolutamente falso. Mi marido, en estado comatoso, difundió una información que le había inyectado insulina. Al despertarse del coma me pegó. También acusó de intento de asesinato a los trabajadores de la UVI. Y la denuncia es de su hijo Pol. Es algo raro".

Y vertió más acusaciones contra su todavía marido: "Cuando empiezan sus problemas de audición se rompe la comunicación. Era distante, frío y empezó el abuso psicológico, emocional y físico, humillaciones públicas. Mi infidelidad ha cambiado muchas cosas, pero no era causa de nuestro problema, sino consecuencia".