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Asuntos propios

Ángel Martín: "Volverme loco es lo mejor que me ha pasado"

Ángel Martín.

Así, de primeras, un humorista (mediático) que habla de 'su' locura hace saltar la alarma: ¿banalizará la salud mental? Pero lo que hace Ángel Martín (Barcelona, 1977) en el libro 'Por si las voces vuelven' (Planeta) es un recorrido tremendamente honesto por un cerebro convertido en una mayúscula 'escape room', los 14 días en el hospital con correas, la convicción de que todo había acabado, la salida del pozo, las lecciones del otro lado. Es el bosque que no vemos cuando nos quedamos en el árbol.

¿Cómo se le manifestó la locura?

Fue descubrir que lo que estaba viendo a primera vista era la careta del mundo. Se la quité y lo entendí absolutamente todo.

¿O has estado ahí o no lo comprendes?

No es posible.

Entonces, ¿para qué contarlo?

Es un manual para mí, por si vuelvo a estar ahí, para no perder tiempo descifrando. También es un esfuerzo por contar a quien no lo vive que está pasando en tu cabeza.

¿Su gente estuvo o huyó?

Solo lo sabían cuatro, entre ellos mis padres, que viven lejos de Madrid.

¿Se explica por qué se rompió?

Al salir del hospital intenté buscar el minuto cero y me di cuenta de que jamás iba a encontrar una causa. 

Tomaba media pastilla de éxtasis y fumaba hierba. ¿Nada que ver?

Muchos han pasado por lo mismo que yo y no consumían. 

"Puede que tenga que ver con tratar de ocultar emociones. Se estancan y crean un tapón que un día salta"

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Quizá la exposición pública...

No. Puede que tenga que ver con tratar de ocultar emociones. Se van estancando y crean un tapón, hasta que un día salta.

¿Se ve capaz para hacer un balance de este capítulo?

Volverme loco es lo mejor que me ha pasado en la vida. Con diferencia. Ninguna otra experiencia ha supuesto una modificación tan salvaje de mi personalidad. Aunque eso lo puedo decir ahora. Al salir del hospital estaba en la mierda y pensaba que no iba a remontar jamás: todo era oscuro, no sentía nada, no sabía quién era. Tuve que hacer un trabajo delicado y milimétrico de reconstrucción. Me convertí en un cirujano de mí mismo.

"Al salir del hospital estaba en la mierda y pensaba que no iba a remontar jamás"

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¿En qué le ha hecho mejor?

Tomo cada decisión de forma muy consciente. Se suelen tomar de manera rutinaria y eso te va llevando, sin tener idea del rumbo que tomará tu vida. Diría que a mí me lleva a algo mucho más humano.

A la empatía, por ejemplo.

Si veo a un suicida en lo alto de un edificio, mientras todo el mundo da por sentado que está ahí porque es un guiri borracho, yo pienso que en el catálogo de opciones está el que sienta voces que le digan que salte y yo, por si acaso, le mando un: "Tío, no saltes". 

Otra secuela es no temer a la muerte.

La he vivido. Y como el resultado fue simplemente un cambio de plano, el cerebro ha decidido que la muerte será eso y no pienso perder el tiempo en desmentirle.

"Yo he vivido la muerte. Fue simplemente un cambio de plano"

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Sí lo pierde en corregir la mala prensa de la locura.

Es importante. Se tiende a relacionar al enfermo mental con «este va a acabar matando o matándose». El loco no es peligroso. 

Oriente a los que tengan cerca un caso.

Les diría: "Nada es personal". Es una de las claves más importantes. Toca ponerse el chubasquero ante lo que hace o dice y entender que la primera persona que quiere estar bien es el propio afectado. Y segundo, en vez de soltarle "pobrecito, ahora ya está...", hay que decirle: "Te ha pasado una movida muy tocha, y vas a flipar con lo cansado que va a ser porque no te pueden hacer una radiografía, pero ni de puta coña esto es el fin".  

La medicación saca a flote, pero te deja KO. ¿Le preocupó perder la chispa?

¡Claro! Tomaba una mezcla de Risperidona, Abilify y Lorazepam, y me resultaba imposible escribir: paraba porque estaba cansado, y estaba cansado de estar cansado y me ponía nervioso. Pero necesitaba ganar pasta. De pronto me di cuenta de que en mi etapa de mayor crecimiento creativo ––de los monólogos a 'Sé lo que hicistéis...'–– no consumía drogas. Así que le dije a mi cerebro: "Nos hace falta recuperar eso". 

"Tengo cero pánico a volver a que las voces vuelvan. He trabajado mucho para que no pase"

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Una vez pasado todo a limpio, ¿qué tres cosas le importan?

Yo, yo y después yo. No es egoísmo, créame. Es prestar atención a cualquier cambio de emoción, por pequeña que sea.

¿Volverán las voces?

Tengo cero pánico, cero. He trabajado tanto para que no suceda que tengo la sensación de que ya no es posible en absoluto. Es como si tuviera un ejército en la cabeza diciendo: "Acuéstate tranquilo, tío. Nosotros estamos en guardia con espadas, escudos y catapultas". 

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