Ángel Javier Pozuelo (Javier Cansado) forma pareja artística con Juan Carlos Arroyo (Carlos Faemino) desde hace treinta años. Comenzaron actuando en El Retiro madrileño y después en los locales de la movida. La televisión les dio la popularidad, aunque hace 18 años que no hacen un programa televisivo. Lo suyo es el directo.

Javier Cansado es quien concede las entrevistas de Faemino y Cansado -"Me gusta mucho hablar como comprobarás", se justifica-, para lo que se muestra con su traje de hombre corriente, lejos del personaje que desgrana historias surrealistas delante de un micrófono. "Soy cómico en el escenario, pero fuera de él soy como cualquiera", afirma este maestro del humor del absurdo, que está presentando, junto con su compañero, el último espectáculo del dúo, ´Parecido no es lo mismo´.

-¿De qué va este "Parecido no es lo mismo"?

-Va de que es un espectáculo parecido pero no es el mismo. Aunque es el más conceptual que hemos hecho, seguimos siendo dos tipos delante de un micrófono contando historias, aunque distintas.

-No hablarán de crisis, ni de desahucios y mucho menos de política...

-Pueden estar insertados, pero la coyuntura es otra. El humor político, en general, es superficial y de bandos, el tuyo frente al mío. Y ni Carlos ni yo nos identificamos con ninguno.

-¿En tiempos de crisis es más necesario el humor del absurdo?

-Cualquier tipo de humor porque es terapéutico. Lo más buscado, después del sexo (o de lo trascendental para los místicos), es el humor. La diferencia es que en época de crisis se acorta la distancia y el humor es más buscado porque necesitamos dosis de optimismo. El trabajo del humorista tiene cierto matiz terapéutico.

-En países como EE UU, los cómicos son líderes de opinión.

-Son la élite, llenan estadios. El lugar que ocupaban antes las estrellas de cine y luego las de rock lo ocupan ahora los cómicos. Es algo espectacular porque lanzan doctrinas. En España somos solo los cachondos. Se niega la parte intelectual y creativa que tiene escribir las cosas, algo que en los países anglosajones, y sobre todo en Estados Unidos, es muy valorada. Aquí se cree que el humorista está todo el día haciendo gracias.

-El humor ha pasado del chiste y la imitación a ironizar sobre la realidad. ¿Esto se debe a los humoristas o al público?

-El humor ha evolucionado mucho en España y la gente que viene detrás tiene un nivel mundial, brutal. Pero el público también ha mejorado, y mucho. Ahora haces una referencia un poco más intelectual y la gente entra a trapo. En los ochenta, en los bares de la movida madrileña, mencionabas al rey y la sala se quedaba en silencio. Hoy no. Yo me siento feliz de formar parte de esa generación de cómicos que ha abierto el espectro del humorista.

-¿Qué les pasa con la tele que no se les ve?

-Bueno, yo ahora colaboro en "Ilustres ignorantes", aunque es una tertulia. La verdad es que no nos gusta, no nos sentíamos bien. Yo acababa siempre afónico, de la tensión. La cámara nos robaba el alma y como no somos ambiciosos ni tenemos necesidad de trascendencia hace 18 años ya que no hacemos televisión.

-¿Qué hay del Faemino y Cansado de sus inicios?

-Hemos envejecido con los años, claro, pero quiero creer que no hemos perdido nuestro espíritu ácrata.