La verdadera historia detrás del primer viaje al espacio: El triste destino de Laika, la perra astronauta. Hoy, día 3 de noviembre, se cumplirán 66 años del lanzamiento al espacio del segundo satélite de la URSS: el Sputnik II. Pero ese logro histórico no fue únicamente humano, hubo un perro que participó activamente, aunque seguramente no de buena gana, en la carrera espacial: la perra Laika. En 1957, en plena carrera espacial entre la Unión Soviética y Estados Unidos, los dirigentes comunistas querían probar la resistencia de un ser vivo en el espacio antes de enviar un hombre.

La elegida fue Laika, un perro cuyo nombre posiblemente se haya convertido en uno de los nombres de perro más populares, entrenada en Moscú para adaptarse a las dimensiones de la minúscula cápsula en la que iba a viajar fuera de la Tierra. La cuestión ética sobre el sufrimiento al que fue sometida la perra sigue siendo una polémica recurrente que se reaviva cada año con el aniversario de su muerte.

Laika resistió entre 5 y 7 horas con vida y falleció presa del calor y del pánico. Pero esto no se supo con exactitud hasta 2002. La URSS edulcoró la noticia de su muerte, destacando el avance que suponía para que, años después, el cosmonauta Yuri Gagarin se convirtiese en el primer hombre enviado al espacio.

¿De dónde sacaron a la perra Laika?

Laika fue una perra callejera encontrada vagando por las calles de Moscú. Los científicos soviéticos optaron por utilizar perros callejeros de Moscú ya que se asumía que estos animales ya habían aprendido a soportar las condiciones extremas de frío y de hambre. Se decidió que los perros eran la mejor opción para mostrar la resistencia de un mamífero a las condiciones extremas por su gran adaptabilidad y fácil adiestramiento.

El equipo trabajó intensamente con numerosos candidatos, sometiéndolos a un proceso de selección que incluía experimentos de una crueldad absolutamente inhumana, como encerrar a los animales en cápsulas muy pequeñas durante días enteros, alterar radicalmente las condiciones térmicas y atmosféricas de su interior y someterlos a auténticas torturas sensoriales. En aquel momento, todo valía para encontrar al "candidato" con mejor capacidad de adaptación.

59 años del viaje de Laika, el perro enviado al espacio. Youtube

La perra Laika: el primer ser vivo en el espacio

Finalmente, Laika ( que significa Ladradora en Ruso), una perra de raza mezclada entre husky y spitz de unos tres años, fue la candidata seleccionada. Probablemente impulsado por la culpa, Vladimir Yazdovsky, científico y médico del programa espacial soviético, se la llevó a su casa un día antes del lanzamiento y trató de proporcionarle unas últimas horas de paz y afecto humano antes de sacrificarla, ya que desde el principio estaba planificado que fuera un viaje solo de ida.

La misión fue un éxito, pero el precio a pagar fue la vida de Laika. El Sputnik 2 fue la segunda nave espacial puesta en órbita alrededor de la Tierra, a las 02:30h UTC del 3 de noviembre de 1957. Era una cápsula cónica de 4 metros de alto con una base de 2 metros de diámetro. Contenía varios compartimentos destinados a alojar transmisores de radio, un sistema de telemetría, una unidad programable, un sistema de control de regeneración y temperatura en cabina e instrumental científico.

Así era la cápsula en la que la perra Laika viajó al espacio. KEYSTONE/GETTY IMAGES

En una cabina sellada y separada del resto viajaba la perra, cuyo nombre original era "Kudryavka" y pesaba unos 6 kilos. La cabina presurizada del Sputnik 2 le permitía estar acostada o en pie y estaba acolchada. Un sistema regenerador de aire le proveía de oxígeno; la comida y el agua se encontraba en forma de gelatina.

La muerte de Laika: el sufrimiento del perro y la mentira soviética

Laika estaba sujeta con un arnés, una bolsa recogía los excrementos, y unos electrodos monitorizaban las señales vitales. Un primer informe telemétrico temprano indicó que Laika estaba agitada en el espacio pero comía. No había posibilidad de retorno a la Tierra, por eso se planeó sacrificarla después de 10 días en órbita. Desde la Unión Soviética originalmente se comunicó que la perra había fallecido al sexto día, por eutanasia inducida de forma remota para evitar su sufrimiento por la falta de oxígeno.

Sin embargo, muchos años después, se descubrió que toda aquella información era propaganda soviética. En octubre de 2002 se reveló por fuentes rusas que Laika había muerto a las pocas horas, tras sufrir hiperventilación y taquicardias, debido al sobrecalentamiento y el estrés al que había sido sometida. La misión suministró a los científicos los primeros datos del comportamiento de un organismo vivo en el medio espacial.

Un sello conmemorativo en recuerdo a Laika.

La perra Laika: un logro histórico marcado por la crueldad humana

La muerte de Laika provocó una reacción inmediata por parte de algunas asociaciones de defensa animal, pero estas protestas no tuvieron apenas influencia y fueron acalladas por los medios soviéticos y estadounidenses. Con el paso del tiempo y los avances en la defensa de los derechos de los animales se consiguió poner sobre la mesa el debate sobre el maltrato animal en los entornos de investigación, con numerosas publicaciones científicas preguntándose dónde había trazar la línea de los límites éticos de la experimentación con animales.

Además, años después algunos miembros del proyecto Sputnik, se mostraron arrepentidos y lamentaron lo que había supuesto el sacrificio de Laika. "Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho... ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión, como para justificar la pérdida del animal", dijo años después en una conferencia en Moscú en 1990 Oleg Gazenko, su entrenador. Hoy en día, se la sigue considerando uno de los animales más famosos de la Historia y cuenta con diversas estatuas y monumentos en recuerdo a su sacrificio.

La utilización de monos en pruebas espaciales por parte de la NASA resultó en la muerte de ocho de ellos durante los viajes NASA

Otros animales en el espacio

A pesar de las preocupaciones éticas, la investigación con animales en pruebas espaciales continuó durante décadas, con la intención de garantizar la seguridad de los seres humanos. La Unión Soviética optó por enviar perros y, más tarde, conejos, mientras que Estados Unidos utilizó monos para sus experimentos. Aunque la mayoría de los monos enviados al espacio murieron, algunos lograron regresar a la Tierra con vida.

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En 1951, los perros Desik y Gypsy, de la Unión Soviética, y el chimpancé Yorik, de Estados Unidos, se convirtieron en las primeras criaturas vivas en regresar a nuestro planeta después de viajar al espacio. Desafortunadamente, Desik murió poco después. En 1966, la Unión Soviética envió el satélite Kosmos-110 con dos perros, Vaterk y Ugolkom, quienes lograron sobrevivir a su estancia de 23 días en órbita, aunque regresaron exhaustos. Con el lanzamiento de seres humanos al espacio, la práctica de enviar animales al espacio comenzó a disminuir, pero quedará para siempre en la memoria la afirmación de Yuri Gagarin, el primer ser humano en orbitar la Tierra en 1961, quien dijo que había sido "la primera persona y el último perro en el espacio".