Desde que en 2013 se pudiera en marcha un Plan Nacional específico, el Registro Español de Donantes de Médula Ósea (REDMO) ha superado los 200.000 donantes un año antes de lo previsto y cerrará 2016 con un cuarto de millón, gracias a un ritmo de 120 nuevos donantes al día.

Estos donantes pasan automáticamente también al Registro Mundial, donde quedan a disposición de cualquier paciente en el mundo, lo que hace que cuando alguien lo necesite se encuentre un donante en un 90 por ciento de los casos, en un plazo medio de 33 días.

Pero, ¿cómo hacerse donante de médula?

Para hacerse donante de médula la Organización Nacional de Trasplantes establece una serie de requisitos para garantizar el mayor éxito posible en caso de necesitar muestras para un trasplante. Para ello es clave tener entre 18 y 55 años (aunque las personas inscritas en el registro pueden ser donantes hasta los 60 años) y estar sano, es decir, no padecer ninguna enfermedad susceptible de ser trasmitida al receptor.

Los interesados tampoco pueden padecer ninguna enfermedad que pueda poner en peligro su vida por el hecho de la donación y también es importante tener en cuenta que no se puede donar médula para un paciente concreto, sino para cualquier persona compatible que lo necesite, con independencia de donde resida.

"Ser donante de médula significa adquirir un compromiso para toda la vida. Supone entrar a formar parte de un selecto club mundial, de personas sanas y solidarias, que saben que en cualquier momento pueden llamarlas para salvar la vida de un paciente anónimo en cualquier lugar del mundo", recuerda la ONT.

El único efecto secundario de la donación de médula ósea mediante punción es el posible dolor de la zona de punción, que normalmente desaparece en menos de 48 horas y se controla con analgésicos comunes. Como la punción se efectúa en quirófano y bajo anestesia general, tiene el mismo riesgo que cualquier operación que implique una anestesia general.

Cuando la donación se hace mediante aféresis, el tiempo durante el que se administran los "factores de crecimiento hematopoyético" se pueden experimentar síntomas leves de gripe como el dolorimiento de huesos y músculos. Además, recuerdan en el REDMO, la ley española imposibilita saber quién recibe la donación.

Para quién sirve ser donante de médula

Leucemia aguda, linfoma y mieloma múltiple son las principales enfermedades que pueden beneficiarse de un trasplante de médula. En España cada año cerca de 5.000 personas son diagnosticadas de leucemia aguda, alrededor de 7.000 de linfoma y cerca de 2.000 de mieloma múltiple. De hecho, la leucemia es el cáncer infantil más frecuente y supone un 30 por ciento de las enfermedades hematooncológicas pediátricas.

En muchos de estos casos, el trasplante de médula ósea es la única esperanza y consiste en sustituir las células enfermas del paciente por células sanas de un donante.

Aunque en muchos casos es posible conseguir un donante dentro de la propia familia, sobre todo los padres o un hermano, hasta un 70 por ciento de los pacientes que pueden beneficiarse de este trasplante necesitan recurrir a un donante no familiar que sea compatible y cuyas células puedan convivir de por vida con el receptor. Y esto no siempre es tan fácil.

Cómo se sabe si hay compatibilidad

El sistema inmune de nuestro organismo es un sistema de reconocimiento y ataque que cumple con la función de diferenciar lo propio de lo ajeno y asegurar la defensa del cuerpo frente a agentes extraños, microorganismos infecciosos, células neoplásicas, o células normales trasplantadas desde otra persona.

Parte fundamental de este sistema inmune es la información genética que contienen todas las células de nuestro cuerpo que denominamos sistema HLA (antígenos leucocitarios humanos), que es el principal responsable del rechazo de los injertos cuando no existe suficiente compatibilidad entre un paciente y un donante.

Si el HLA es igual entre ambos individuos, el paciente no considerará las células del donante como ajenas y no las rechazará. Pero si el trasplante es de células madre, las células trasplantadas forman parte del sistema inmune del donante, por lo que son capaces de rechazar al organismo receptor. Lo que requiere un elevado grado de compatibilidad HLA donante-receptor para que las células del donante sano repueblen el organismo del paciente sin ser rechazadas y sin producir rechazo para que puedan hacer desaparecer las células enfermas del paciente.

Los genes del sistema HLA se transmiten casi siempre en bloque. Cada bloque se denomina haplotipo. El padre aporta un haplotipo y la madre otro, dando origen al genotipo HLA, perfil genético propio del nuevo ser. Es por ello que la mayor probabilidad de encontrar un donante compatible es a través de los hermanos, ya que es muy posible que hayan heredado el mismo material genético de sus padres. Esta situación se produce en uno de cada cuatro pacientes, el resto requerirán encontrar un donante no emparentado.