En la actualidad los problemas de audición se detectan ya en los primeros días de vida y su tratamiento precoz mejora el pronóstico en los más pequeños. En el caso de los adultos, la salud auditiva pasa por la protección del oído en los casos de riesgo laboral y, cuando la edad es el desencadenante, por acudir al especialista ante los primeros síntomas de pérdida de audición.

Según explica Constantino Morera, presidente de la Comisión de Otología de la Sociedad Española de Otorrinolaringología (SEORL) y jefe de Servicio de esta especialidad en el Hospital La Fe de Valencia, la pérdida de audición es un síntoma no una enfermedad y como tal es necesario acudir al especialista para descubrir su posible origen y proceder al tratamiento más adecuado.

Morera señala que la hipoacusia, el término médico empleado para la pérdida auditiva, es un problema importante que parece tener una peor 'imagen pública' que por ejemplo otros déficits sensoriales como la pérdida de visión.

Además, el especialista apunta a que existen enfermedades en las que la hipoacusia es el único síntoma evidente, lo que las convierte en un signo de alarma muy a tener en cuenta.

Programas de detección precoz

En la actualidad, se realizan pruebas de 'screening' auditivo a todos los recién nacidos, lo que permite identificar a aquellos que tienen algún tipo de hipoacusia congénita. En los más pequeños además se tienen en cuenta para esta detección precoz la existencia de factores de riesgo como los antecedentes familiares, las infecciones durante el embarazo o los posibles traumatismos derivados del parto.

En este sentido, Morera señala que se ha avanzado mucho en la detección y tratamiento de los niños con hipoacusia, ya que en sus distintos grados (leve, moderada, grave y profunda) existen audífonos muy avanzados para los niveles intermedios e implantes para los más graves con muy buenos resultados.

El especialista señala que la detección en los recién nacidos permite la puesta en marcha de un tratamiento cuyo éxito depende de lo pronto que se haya puesto en marcha, evitando en gran medida casos de sordomudez y los consecuentes problemas en el desarrollo intelectual y de adaptación social.

Sin embargo, Morera señala que en lo que se refiere a los mayores no existen estos programas de detección de la hipoacusia y que por regla general la pérdida auditiva va avanzando sin que se pongan en marcha los tratamientos adecuados.

En los adultos, más allá de la ausencia o no de detección sí existe una reglamentación en lo referente a la protección del oído. La prevención de riesgos laborales señala que en los trabajos en los que exista un nivel de ruido por encima de los 90 decibelios se hace obligatorio, además de utilizar protección física, el descanso de la actividad cada dos horas. Es lo que sucede en las actividades realizadas a pie de pista en los aeropuertos o en las caldererías, lugares donde primero se detectaron los riesgos para la salud auditiva.

Por último, señalar que existen condiciones de salud general como las implicadas en la diabetes o el tabaquismo que implican más riesgo para el oído. Además, las infecciones como las otitis medias crónicas o determinado tipos de fármacos, como algunos antibióticos o tratamientos de quimioterapia, también pueden producir daños en el oído. El caso más común de hipoacusia es el de la presbiacusia o pérdida auditiva asociada al envejecimiento. Se suele dar a partir de los 55 a 60 años y se basa en una pérdida fisiológica por deterioro del canal auditivo.