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Día mundial de Internet

Ciberadictos: "Hay que diferenciar entre adicción y exceso"

Hasta un 21% de los jóvenes usa Internet compulsivamente - "Hay que limitar el uso de tecnología desde edades tempranas", dice el psicólogo Daniel Martínez Hernández-Sonseca

Muchos jóvenes no controlan el uso de las nuevas tecnologías. SHUTTERSTOCK

Los tiempos cambian y con ellos las formas de socializar y los modos de vida. Lo que antes era una quedada en el parque ahora ha mutado en un encuentro a través del famoso Fortnite -con 200 millones de jugadores en el mundo-, memes a través del Whatsapp o chistes y comentarios en distintas redes sociales. Las nuevas tecnologías están presentes en la vida diaria de todas las personas, incluidos jóvenes y adolescentes, algo que ha llegado a convertirse en un arma de doble filo. En junio de 2018, la Organización Mundial de la Salud actualizaba su clasificación internacional de enfermedades e incluía la adicción a los videojuegos. Pero, ¿hasta que punto niños y jóvenes se están viendo sometidos a este tipo de entretenimiento?

Según el 'Informe sobre adicciones comportamentales', realizado por el Observatorio español de las Drogas y las Adicciones, "en 2017 existe un 2,9% de la población de 15 a 64 años que realizaría un posible uso compulsivo del Internet, valor que permanece constante respecto a 2015 y sin apenas diferencias por sexo. En la población de estudiantes de 14 a 18 años la prevalencia de un posible uso compulsivo de Internet en 2016 es 7 veces mayor (21%), presentando una tendencia ascendente desde 2014 (cuando la prevalencia era de 16,4%), en todas las edades y mayor entre las mujeres, que será necesario observar. También las prevalencias de consumo de alcohol y cannabis son superiores entre los individuos que realizan un posible uso compulsivo de Internet.

"Antes de hablar de adicción hay que poner sobre la mesa una serie de criterios de comportamiento que deterioran ciertos aspectos de la vida cotidiana", afirma el psicólogo clínico Daniel Martínez Hernández-Sonseca, de la fundación Recal, una organización sin ánimo de lucro que ayuda a familias afectadas por la enfermedad de la adicción a cualquier tipo de sustancia y/o comportamiento. "Se habla mucho de este tipo de adicciones a las nuevas tecnologías pero que se use alcohol o cocaína no significa que se tenga un problema con esto, a lo mejor tienes una vida normal y eres una persona super funcional. Cuando el comportamiento que tienes provoca un deterioro significativo en tu vida en determinadas áreas y no se puede parar de hacer algo es cuando se puede hablar de adicción. Hay que llamar a las cosas por su nombre", sentencia el especialista haciendo hincapié en la diferencia entre conductas adictivas y conductas excesivas.

ADICCIÓN

  • La adicción es una enfermedad porque el abuso de sustancias o conductas compulsivas modifica la estructura y el funcionamiento del cerebro. Puede ser primaria, lo que significa que no es consecuencia de otras enfermedades; crónica, que persiste a lo largo del tiempo; progresiva, que conlleva cambios físicos, emocionales y sociales acumulativos y que se incrementan mientras el abuso continúa o mortal, que tiene consecuencias fatales para el propio enfermo y eventualmente para las personas de su contexto.

El discurso de Hernández-Sonseca no trata de quitar hierro a este tipo de patologías, sino que recalca que hay que saber identificarlas antes de preocuparse en exceso. "Algunos de los criterios que marcan que hay una adicción pasan por estar obsesionado con una tarea concreta, apostar online, frustrarse por no tener 'likes' en las redes sociales, tener dificultad a la hora de controlar el impulso de hacer algo, necesitar esa tarea, tener ansiedad ante su desaparición, perder aficiones e intereses...", señala el psicólogo.

Redes sociales, móviles y videojuegos se han convertido en un reducto donde adolescentes y jóvenes obtienen ciertos refuerzos positivos que les pueden llevar a un mal uso. En el caso de los videojuegos, algo que preocupa bastante a padres y madres, "ahora mismo los videojuegos ya no son juegos de por sí, son juegos en comunidad. En cuanto a Internet y las redes sociales, los 'likes' refuerzan la autoestima, además sirven para todo y se puede encontrar cualquier cosa... pero esto puede llevar a que se conviertan en una vía de escape a un problema. Por ejemplo, me refugio en esta aplicación para ligar o miro Facebook como vía de escape para no pensar", concreta el especialista.

Comunicación

Según Hernández-Sonseca, "un joven conforma su personalidad con el impacto que tiene fuera, con el éxito de su alrededor. Hay que entender el contexto en el que estamos y la importancia que tienen redes o móviles en el día de hoy. Muchas veces la autoestima depende de cuántos seguidores se tienen en las redes sociales", dice. La construcción del yo se ha transformado y es en Internet donde los jóvenes se reúnen en la tradicional pandilla, donde hablan de sus temas favoritos o exponen sus fotografías y actividades para que los demás lo vean. La forma de relacionarse, en definitiva, ha cambiado, y las problemáticas con respecto a un sector de la población como son los adolescentes, por ejemplo, también. Hubo un tiempo en el que la pertenencia al grupo pasaba por ser el primero que se metiera de lleno en el mundo del tabaco. El actual tabaco de los más jóvenes está conformado por código binario.

LAS PANTALLAS Y LA DOPAMINA

  • El sistema del cerebro que nos ayuda a reconocer todo lo placentero implica a la dopamina. La dopamina, en un bebé, se dispara cuando le haces cosquillas o le haces reír, o cuando le das un abrazo. El nivel de dopamina también se dispara cuando fumamos, bebemos alcohol o tomamos drogas. Parece que la acción de la dopamina está muy presente cuando escuchamos música y todavía más cuando la producimos o cuando bailamos. Se trata del mismo neurotransmisor que se dispara en dosis elevadas cuando nos disponemos a mirar el móvil o la tablet, el mismo que se dispara cuando jugamos a un videojuego.

"El cerebro adolescente es más impulsivo. Hay que darse cuenta que la parte cortical no se desarrolla hasta aproximadamente los 22 años y esto hace que necesiten ser parte de algo y puedan cometer errores", afirma el psicólogo, que añade que "una persona adulta tiene mayor capacidad para limitarse". De ahí que la antigua fórmula de la prohibición, para el psicólogo, no sea la vía adecuada por la que caminar a la hora de intentar que adolescentes y jóvenes no caigan en las redes del mundo 2.0 de la peor manera. "Hay que poner límites pero no prohibir. Un adolescente sufre muchos cambios. Hay chavales a los que les quitas el móvil y rompen pautas. Lo mejor es usar las técnicas de toda la vida, siempre a través de la comunicación", sentencia para añadir que "estos son los problemas de siempre con distinto formato".

"A los jóvenes hay que enseñarles a aceptar y gestionar la frustración, no pueden tener todo lo que quieran"

Daniel Martínez Hernández-Sonseca - Psicólogo

Según el psicólogo, hay diversos factores que llevan a que un joven se centre en redes o videojuegos. La propia carga de los padres influye mucho en la situación. "Hay que saber limitar y dar ejemplo. ¿Cómo limitas el uso de las tecnologías cuando no estás en casa en todo el día? No se si hay una fórmula maestra, pero hay que limitar el acceso a móviles y redes sociales desde edades tempranas. El móvil está muy bien para saber qué hace tu hijo, pero a la vez no controlas de ninguna manera a qué páginas accede". Anticiparse a la situación y hablar de ello con naturalidad, "sin ningún tipo de tabú", es clave para Hernández-Sonseca a la hora de poder poner límites. "Tiene que conocer tu punto de vista, aunque en ese momento no lo entiendan. También promover el uso responsable de las nuevas tecnologías y dar ejemplo, no vale prohibir el uso del móvil en la mesa si los padres lo hacen". Para el psicólogo, en definitiva, las claves para atacar las adicciones a las TIC, o mejor dicho, prevenirlas, pasan por "la negociación y la convivencia".

Además, Hernández-Sonseca pone sobre la mesa otro punto clave ante jóvenes y adolescentes. "Hay que enseñarles a que no se frustren. Tienen que aprender a aceptar que no pueden tener todo lo que quieran cuando quieran, que hay límites".

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