Adelgazar rápido no es una buena idea. Además del conocido efecto rebote, el cuerpo necesita periodos de adaptación para que los cambios sean efectivos. De nada vale hacer dieta unos meses para después recuperar viejos hábitos. La clave, por obvio que parezca, está en cambiar el chip. Y para hacerlo, solo hace falta planificación.

Si hablamos de cambiar el chip, lo primero es tener una relación sana con la comida. No se puede tomar una dieta como un castigo. Esta visión, defendida por psicólogos y nutricionistas, es la base de todo cambio físico saludable.

A partir de aquí, toca planificarse. Aunque pueda parecer un tema sin importancia, es fundamental saber qué debemos comer y por qué. Por ejemplo, si el objetivo es perder peso, debemos de reducir la ingesta de grasas e hidratos, pero nunca de nutrientes. Sin embargo, los hidratos de carbono de calidad han de estar presentes en la dieta porque aportan una fuente de fibra necesaria (aquí te explicamos la diferencia y ejemplos de carbohidratos buenos y malos carbohidratos).

Ejemplo de lista de la compra saludable

Cambiar el chip tiene que conllevar cambios en la forma en la que compramos. Las frutas y verduras han de ser las protagonistas de la cesta de la compra (en este enlace te desvelamos cuál es la fruta de la que todo el mundo habla para perder peso sin esfuerzo). Otro de los ajustes que hay que llevar a cabo es procurar consumir productos integrales (aquí te contamos qué es mejor: el pan integral, el tostado o el de molde).

Huir de las etiquetas "light", "cero" o "bajo en calorías". Este tipo de productos tienen un alto contenido en azúcares o edulcorantes.

¿Qué debemos comprar entonces? Legumbres, frutas y verduras, aceite de oliva, carne y pescado, frutos secos... Nada de ultraprocesados (consulta los cinco alimentos que tomas a diario y debes dejar de consumir para perder peso).

Riesgos de una mala alimentación

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Si para adelgazar eliminamos nutrientes necesarios para el organismo, esto puede derivar en problemas para la salud, tales como caída del cabello, debilidad en las uñas o mareos.

Para evitar estas situaciones, la clave está en poner la salud por delante de la pérdida de peso y comer alimentos reales y saludables que aporten los nutrientes necesarios y la menor cantidad posible de azúcares (en este enlace te explicamos por qué el azúcar es una trampa blanca) o grasas innecesarias para el cuerpo humano.