La diabetes, enfermedad metabólica que se conmemora cada año el 14 de noviembre, se ha convertido en una verdadera pandemia y amenaza seriamente con desequilibrar los sistemas sanitarios de todo el mundo si no se actúa de manera contundente de la manera más temprana posible. Se estima que para el año 2040 habrá 600 millones de diabéticos en todo el mundo, de manera que las actuaciones encaminadas a frenar este avance están más que justificadas.

En nuestro país, la prevalencia de la diabetes es del 14%; es una cifra muy elevada que se ha multiplicado por tres en apenas 20 años. Por eso, en estos días cobran especial sentido los mensajes que emiten oftalmólogos, médicos de familia, enfermeros, endocrinólogos, neurólogos, nefrólogos, nutricionistas, cardiólogos€ y en definitiva cualquier especialista que tenga relación con los pacientes diabéticos en favor de trabajar coordinados para tratar de detener las nefastas consecuencias que tiene la diabetes para todos y cada uno de los sistemas del organismo.

La vista es quizá una de las áreas de la salud más afectadas por la diabetes. Sin embargo, es también una de las que menos atención recibe. Se calcula que alrededor de un millón de personas en España sufre retinopatía diabética y que en torno al 40% de los pacientes diabéticos nunca se han realizado una revisión oftalmológica, muchos de ellos porque ni siquiera creen que deban hacerlo.

Según los expertos, el motivo fundamental de este descuido reside, fundamentalmente, en que la diabetes no duele, progresa sin provocar ningún síntoma fácilmente apreciable y, en lo que respecta a la visión, la diabetes avanza de manera silenciosa hasta provocar una pérdida de visión irreversible.

Qué es la retinopatía diabética

La diabetes conlleva graves consecuencias para la salud cardiovascular debido a su capacidad para dañar el endotelio vascular, el revestimiento de los vasos sanguíneos. De esta manera, la retinopatía diabética es un complicación oftalmológica derivada de un mal control de la glucosa cuyo origen se sitúa en el daño que se produce en los vasos sanguíneos (mucho más finos y, por lo tanto, más delicados) que irrigan la retina.

La retina es la encargada de transformar la información que recibimos del exterior a través de los ojos en impulsos nerviosos para que el cerebro las reciba por el nervio óptico y las interprete correctamente. El papel de la retina en el conjunto de la visión es fundamental, ya que, aunque el resto de estructuras esté completamente sana, si la retina está dañada toda la visión se resiente.

Además, en la actualidad es imposible revertir el daño que ya ha sufrido la retina, de forma que la visión que ya se ha perdido no se puede recuperar. De ahí la insistencia de los especialistas a la hora de recordar la necesidad de instaurar hábitos de vida preventivos y revisiones oftalmológicas que logren detectar el posible daño retiniano en sus fases más iniciales para poder frenar su progresión.

«Está comprobado que cuanto antes se detectan los daños en la retina y mejor es el control de la glucosa en sangre, menos complicaciones se producen y menos graves son», explica el doctor Pedro Amat de Vissum Alicante.

Revisiones oftalmológicas a diabéticos

▶ Diabéticos tipo 1: Esta variante de la enfermedad se diagnostica, por regla general, antes de los 30 años y habitualmente bastante antes de esa edad. Se trata de una enfermedad autoinmune en la que determinados anticuerpos destruyen los islotes de Langerhans, que son las células del páncreas encargadas de producir insulina, la hormona necesaria para metabolizar la glucosa. Estos pacientes requieren insulina inyectada para suplir la función del páncreas y controlar sus niveles de glucosa en sangre.

Los diabéticos tipo 1 deben revisar su vista cuando lleven cinco años de evolución de la enfermedad o al iniciar la pubertad si la diabetes se ha diagnosticado en la niñez.

▶ Diabéticos tipo 2: Esta clase de diabetes, también llamada del adulto, representa el 90% de los casos de pacientes diabéticos. En este caso, la enfermedad se desencadena por un proceso de desgaste ligado fundamentalmente a un estilo de vida poco saludable (obesidad, sedentarismo o mala alimentación) que va minando los mecanismos de respuesta a la insulina.

En las fases iniciales de la enfermedad, el paciente sí que produce insulina, pero hay una resistencia de la misma. A medida que la patología avanza, el páncreas deja de producirla y el paciente necesita antidiabéticos orales e insulina inyectada solas o combinadas.

Los diabéticos de tipo 2 deben someterse a una revisión oftalmológica nada más conocer el diagnóstico. Por regla general, la diabetes tipo 2 se gesta durante mucho tiempo antes del diagnóstico, de forma que cuando éste se produce ya suele haber daños apreciables en la retina.

Según los resultados de esta primera revisión, los diabéticos tipo 2 deben volver al oftalmólogo a los dos años, siempre que no haya lesiones visibles ni riesgos evidentes. Este plazo se reduce al año si se observan lesiones, incluso aunque sean incipientes.

No obstante, si el oftalmólogo detecta daños en la mácula (región central de la retina) el paciente deberá ir a revisión cada cuatro meses, ya que estas lesiones pueden ser susceptibles de necesitar tratamiento a corto plazo.

«El paciente diabético debe esforzarse por llevar un control estricto de sus niveles de glucosa. Si además su dieta es adecuada, hace ejercicio de manera regular, deja el tabaco y controla su presión arterial, estará ganando la batalla contra la diabetes, pero además estará haciendo mucho por su salud visual», resume el doctor Amat de Vissum Alicante.