Ya estamos inmersos en Navidad, aunque quede más de una semana para Nochebuena. Las luces en las calles y la decoración navideña en los escaparates desde hace un mes nos incitan a las compras cada año con más antelación. Pensar en qué regalar puede suponer para muchas personas una tarea estresante, sobre todo cuando las "exigencias sociales" no concuerdan con nuestro presupuesto.

Y esta realidad puede afectar al organismo de una forma que seguramente no imaginemos. El estrés que provoca la incapacidad de manejar los compromisos, compras y reuniones familiares durante las fiestas de Navidad pueden afectar negativamente a la salud provocando perturbaciones cardiovasculares, como la hipertensión o enfermedades coronarias; patologías digestivas como gastritis o úlceras pépticas, e incluso, una reducción de las defensas del organismo, tal y como afirma Marina Sangonzalo, psicóloga del Hospital Quirónsalud Valencia.

Durante estas fechas aumentan los requisitos y las presiones autoimpuestas para agradar a los demás sin pararse a pensar el daño que esto puede conllevar. "Este cúmulo de responsabilidades que no tenemos el resto del año nos puede llevar al desgaste emocional y físico si no nos organizamos bien y nos dejamos llevar por la presión y las prisas de última hora", destaca Nuria Javaloyes psicóloga del Hospital Quirónsalud de Torrevieja.

Para la psicóloga de Quirónsalud Alicante, Ana Llopis, "los cambios de rutina, variaciones en los horarios, de ambientes, el clima, los desplazamientos continuos, etc, se aglutinan en un cajón de sastre y llega el desorden a nuestra existencia, lo que puede motivar afecciones como el cansancio, la depresión, el insomnio, dolores de cabeza, estomacales y musculares originados por los mandamientos que nos vemos obligados a cumplir en Navidad".

A nivel estacional, diciembre es un mes que tiene días más cortos y noches más largas. "La ausencia de luz", añade Ana Llopis, "influye en el estado de ánimo, virándolo hacia el decaimiento. A nivel material, si además dejamos las compras para última hora y no tenemos paga extra para afrontar esos regalos que andamos buscando la ansiedad no tardará en aparecer".

Las personas que más sufren este estrés navideño son aquellas con tendencia a la sobre implicación o a agradar a los demás por encima de todo y con autoexigencia elevada o con tendencia al perfeccionismo.

"Este tipo de personas", señala Javaloyes, "tienden a atender a las necesidades de todo el mundo de manera perfecta y controladora y se olvidan de atender las propias, incluso las básicas. También tienden a resentirse cuando los demás no se comportan de la misma forma hacia ellas, aunque nunca lo expresen abiertamente, la insatisfacción va por dentro".

Las especialistas de Quirónsalud recomiendan dedicar un espacio para medir el tiempo disponible, organizar las compras y manejar un presupuesto como se hace a través del "amigo invisible" que cuenta con tantos adeptos. También cobra gran importancia reducir todas las tareas innecesarias que nos desgastan, aprendiendo a priorizar lo que sí es fundamental para cada uno de nosotros.

"Pero sobre todo", aconseja Marina Sangonzalo, "no hay que ser tacaños en besos y abrazos. De esta forma viviremos la Navidad con "eustrés", término acuñado por Hans Selye y que alude estrés positivo asociado a la vivencia de emociones gratificantes y que promueve un estado físico saludable. Esté tipo de estrés es el que viven los niños vísperas de la noche de Reyes y puede ser un estrés maravilloso. Solo dependerá de nosotros del lado en el que queremos posicionarnos".