La pandemia COVID-19 que sufrimos ha puesto en el primer plano de actualidad las residencias de mayores y la discusión sobre cuál debe ser su modelo.

La razón tiene que ver con el número considerable de fallecimientos que se ha producido en los más de 5.400 centros residenciales que existen en España. Sin embargo, antes de entrar en el análisis del mejor modelo, es preciso conocer si los fallecimientos producidos se deben al sistema actual de residencias o a causas externas.

No cabe duda de que estamos ante una pandemia donde las personas más vulnerables son los mayores y, por tanto, es en este colectivo donde se producen los casos más graves.

Por otra parte, las medidas de salud pública y prevención adoptadas por el gobierno central se han retrasado con graves problemas de organización y gestión. La combinación de ambas circunstancias es explosiva: una población vulnerable en un mismo espacio, junto a una falta de medidas de aislamiento, adquisición de material de protección, test y falta de habilitación de camas hospitalarias para el traslado de personas contagiadas. Es más, trabajar en esas circunstancias, como han hecho las residencias de mayores, es tremendamente complicado y digno de respeto en todo caso.

Por otra parte, existen residencias de mayores, como es el caso de las residencias Casaverde de Alicante con cero contagios. La razón se debe a que desde el primer momento, a primeros de marzo, se tomaron una serie de medidas como son: aislamiento de los usuarios en sus habitaciones, impedir el acceso a la residencia de personas ajenas a la misma, sectorización del personal para contener una posible propagación del virus, una limpieza extrema del centro y unas medidas de protección con los profesionales, de forma que tuvieran ropa y calzado diferente a la entrada y a la salida junto con material de protección mientras llevaban a cabo su trabajo. Medidas complementadas con mayor atención emocional a los mayores y comunicación continua con sus familiares a través de videollamadas.

La existencia de residencias con cero contagios es prueba evidente de que el problema no está en el modelo, sino en tomar a tiempo las medidas necesarias y ejecutarlas adecuadamente, junto con un punto de buena suerte porque estamos ante un virus traicionero que puede propagarse por cualquier rendija.

Sentado esto y, por lo que respecta al modelo, creemos sinceramente que tenemos un buen sistema de residencias equiparable a cualquier otro de la mejor Europa. Una residencia de mayores es un centro social, no un centro sanitario ni sociosanitario.

Las residencias son un lugar de vida donde se cuida con cariño y afecto a las personas, una prolongación de su domicilio. Un lugar donde trabajan profesionales en el cuidado y ayuda a las actividades de la vida diaria de personas en situación de dependencia y donde establecer relaciones personales con otras personas en sus mismas condiciones. No es un centro sanitario, insisto, para eso están nuestros hospitales de agudos o de media y larga estancia.

Es verdad que muchos de los usuarios de las residencias tienen diversas patologías o enfermedades crónicas. Por ello, existe en los centros una plantilla de enfermeras, para atender la medicación, las curas o aquellos problemas de menor importancia derivados de cualquier descompensación en su enfermedad. A ello se añade la supervisión de un médico.

Estos servicios que son importantes pero adicionales no deben llevarnos a equivocación. Ante cualquier crisis severa de salud, la persona debe ser atendida por los servicios sanitarios de Atención Primaria, Unidades de Hospitalización a domicilio o bien trasladados a un Hospital de agudos o de media o larga estancia. Servicios con los que debe establecerse una buena comunicación para asegurar una continuidad asistencial. Cuestión que en muchas partes de España ha fallado, lo que ha ocasionado, ante el colapso de los hospitales, que las personas fallecieran en los centros residenciales

En definitiva, el modelo de residencias de mayores que tenemos es adecuado sin perjuicio de que pueda haber un debate extenso y amplio sobre sus posibles mejoras. El problema surgido estos días tiene más que ver con políticas de salud pública, y su adecuada organización y gestión, sin olvidar los efectos siempre difíciles de controlar en una pandemia.