En la serie «Years and years», que recomiendo enormemente por su excelente manera de abordar temas tan cruciales de la época que atravesamos, la hija de la familia protagonista se declara «transhumana».
Podríamos decir que ella no quiere ser humana, reniega de su condición y busca por todos los medios tecnológicos, cambiar sus capacidades mentales hasta someterse a una operación donde poder insertar en su cerebro un complejisimo sistema de mecanismos técnicos para variar su naturaleza; para finalmente lograrlo, diría, de manera parcial.
No hay duda de que la ciencia, sus avances, han permitido que lo inimaginable pudiera ser posible, hasta el punto que el genero de ciencia ficción necesite renovarse a una velocidad de vértigo por esa incansable rapidez a la que estamos sometidos en esta época.
Pero no es en esto en lo que me quiero detener, sino en la multiplicidad de elecciones y posibilidades que el mundo de hoy nos ofrece, sin dejar de mencionar que esa variabilidad de ofertas constituyen una gran interrogación y a veces un gran problema para quien las atraviesa, que merecen ser pensadas seriamente, destacando también que todos estamos tocados e implicados por ello.
El prefijo «trans» significa según la RAE: «al otro lado de» o «a través de», lo que indica cierto «traspasar» de algo, diría, cierta trascendencia de lo que hasta ese momento hay o se considera convencional.
Así escuchamos hablar de transexual, cuando hay disconformidad con el sexo biológico que ha tocado de nacimiento, transgénero, personas que trascienden el llamado género convencional, transracial, individuos cuya identidad racial difiere de la propia, etc…
Así podríamos pensar y añadir a este listado, muchísimas palabras más, como una manera de definir ese algo que va «más allá» como un intento de precisar nuestro lugar más íntimo como sujetos.
La cuestión del género es un ejemplo claro y está hoy sobre la mesa, porque hasta no hace demasiado tiempo, había sido considerado desde el punto de vista social, una inflexión marcada estrictamente por lo biológico. Lo biológico era el hilo conductor de los modos de goce y elecciones que cada sujeto hacía en este mundo; por supuesto, obviando que a pesar de no ser nombrado, eso constituía un sufrimiento para quien lo «padecía».
Sabemos que porque algo no sea nombrado no significa que no existe; sino más bien eso supuestamente «no nombrado o no mencionado» sigue su curso y de ello tenemos la confirmación hoy. El fenómeno «trans» es un paradigma de nuestra época actual.
Una identidad que necesita ser nombrada, mostrando algo de lo más singular de cada uno de nosotros y eso tan personal, bajo ningún aspecto estaría determinado por la biología. Porque no hay nada más «antinatural» que la mente humana, aquella que se nutre de las palabras que la antecedieron y la precedieron, con su historia, su familia y su cultura.
Lo menciono, porque las elecciones que hace un sujeto, dependerán en gran medida, más de estas cuestiones recién mencionadas que de las «conexiones neuronales, bien o mal delimitadas o a veces, supuestamente defectuosas».
A mi entender, esto exige un largo proceso importante de pensar y elaborar; de que elementos de nuestra vida psíquica y de experiencias infantiles nos llevaron a esa u otra orientación, no para poner palos en la rueda, sino para esclarecer una elección que será bastante decisiva y que a veces nos confrontará a emociones difíciles de tramitar, difíciles de explicar y comprender.
Ignoro cual ha sido el verdadero escenario para la hija de la familia protagonista de la serie antes comentada, para tomar esa decisión de cómo querer ser y estar en esta vida; sabemos que se trata de una ficción, pero no olvidemos que estas cuestiones están a la orden del día.
Es cierto, no hay nada más «antinatural» que desear ser transhumana, pero en esta elección de lo «trans» reside nuestra verdadera diferencia, a veces no tan extrema, a veces más en concordancia al sexo que nos ha tocado en suerte, pero con la dignidad de hacer con ello una vida mas vivible.
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