Taparse la boca con la mano al estornudar, saludar con un abrazo o no protegerse cuando se está resfriado. Eran acciones de lo más comunes antes de la forzosa introducción de la palabra 'covid-19' en nuestro vocabulario habitual, y que ahora han pasado a los anales de la historia en pro de la protección de la salud. Y es que la pandemia, además de alterar nuestro diccionario, también ha cambiado por completo nuestro día a día, a través de pequeñas rutinas que hemos incorporado para salvaguardar la salud, tanto del virus que ha transformado nuestras vidas, como de otras enfermedades que hasta ahora circulaban impunemente como la gripe o la gastroenteritis

Junto con estos hábitos, las medidas de seguridad en cuanto a restricciones han terminado de modelar la que ya se está consagrando como en la nueva era d.C. –después de la covid-19–, y que pasa por cambios destacables en la forma de relacionarnos con los otros, de pasar nuestro tiempo de ocio o de vincularnos con el paisaje que nos rodea.

A un metro y medio

Los besos en la mejilla al saludar o al despedirse parecen cosa del pasado. Aunque siempre debe reivindicarse la importancia de los abrazos y las caricias de personas cercanas, estos últimos meses han evidenciado que algunas convencionalidades, además de no cumplir con las reglas de distanciamiento social que demanda el contexto sanitario, pueden sustituirse fácilmente por otros gestos más sencillos, como saludar con el codo. Sin embargo, aún hay margen de mejora en esta materia: es posible saludar y despedirse sin la obligación de establecer un contacto físico. 

¿Cara a cara o pantalla?

El distanciamiento social tiene sus consecuencias: mientras que se ha demostrado la necesidad de la proximidad con las personas que más apreciamos, nos hemos dado cuenta de que hay muchas reuniones sociales que podemos reducir a una videollamada. 

Libreta en mano, hemos replanteado grupos de convivencia y encuentros sociales calculando las medidas sanitarias. Con la recomendación de reducir los contactos sociales a los imprescindibles, las limitaciones de movilidad y cierres perimetrales y el horario marcado por toque de queda, hemos reorganizado nuestras prioridades sociales para poder seguir viendo a familiares y amigos cercanos con la seguridad que se requiere. Hay encuentros, escapadas y salidas que pueden esperar a que mejoren los medidores de la pandemia y que seguro que, tras unos meses de espera, disfrutaremos igual o más.

Por otro lado, también se ha puesto de manifiesto que existen otros tipos de encuentros perfectamente adaptables a las pantallas, como son los eventos, los actos o las formaciones. La modalidad 'on line' será a partir de ahora una opción a considerar para mejorar la comodidad de los asistentes. Ha sucedido un fenómeno similar con las compras o las gestiones diarias: la pandemia nos ha obligado a digitalizarnos –tanto a usuarios, como a negocios o a la administración pública–, con lo que el ecosistema digital ha ganado relevancia.

Retorno al aire libre

El confinamiento en casa puso en relieve la importancia de poder salir a la calle: relacionarse con el entorno y el paisaje cercano de una forma consciente ha llevado a muchas personas a replantearse la importancia de conectar con la naturaleza, la función del espacio público e incluso el lugar en el que quieren vivir. El retorno al aire libre también está vinculado al cierre forzado de gimnasios y espacios donde ejercitarse.

Hacer una ruta por caminos cercanos, salir en bicicleta u organizar un partido de padel 'outdoor', además de ser buenas opciones para mantenerse en forma, se han convertido en buenas oportunidades para socializar. El aire libre también ofrece su propia versión en cuanto a encuentros más sedentarios, en relación con las terrazas de bares y restaurantes, aptas para encontrarse con amigos y tomar el sol. Todo ello en un horario más europeizado, ya que hemos tenido que avanzar nuestras salidas y actividades para dar cumplimento al límite que marca el toque de queda. 

Mejora de la higiene

Este virus ha demostrado que nuestros hábitos de higiene personal podían mejorar. Aunque al principio fueron duros, los meses de convivencia con las mascarillas, el gel hidroalcohólico, el desinfectante para el hogar y el jabón para las manos han puesto la salud en el centro de nuestras prioridades y, por ende, de nuestras rutinas. También a través de pequeños gestos, como estornudar en la parte interna del codo o ser consciente de no tocarse los ojos o la boca con las manos sucias, costumbres que hasta el momento no se habían tenido en cuenta y que sin embargo son necesarias para la contención del virus

Han sido meses de adaptación y de mucho aprendizaje. Y aunque nadie sabe del cierto qué sucederá cuando llegue la inmunidad grupal, todo apunta que algunas de estas costumbres marcarán una época.