No existe salud global sin salud mental. Una evidencia, que desde el Col·legi Oficial de Psicologia de la Comunitat Valenciana quieren recalcar en el Día Mundial de la Salud al tiempo que indican las carencias del Sistema Nacional de Salud y las necesidades de la ciudadanía en este ámbito.

En el último año, debido a la pandemia, se ha incrementando de manera alarmante, el número de personas enfermas y fallecidas. Simultáneamente, las restricciones sociales y el confinamiento por cuarentenas afectan a la idiosincrasia del ser humano que necesita del grupo; la reducción de actividades económicas está provocando la ruina de empresas y autónomos así como la pérdida de muchos empleos, lo que conlleva un deterioro de las economías familiares.

“En este contexto, la mayoría de la población nos sentimos cansada y angustiada. De hecho, han aumentado los casos de estrés, miedos, ansiedad, depresión, insomnio, etc.”, comenta Concepción Sánchez Beltrán, vicedecana del COPCV.

El CIS apunta que un 41,9% ha tenido problemas de sueño desde el principio de la pandemia, además, según el estudio “Las consecuencias psicológicas de la COVID-19 y el confinamiento”, realizado por varias universidades españolas, un 45,7% de la población española (21.022.000 personas) ha visto incrementado el malestar psicológico.

“Y es que, aunque los seres humanos tenemos recursos personales para adaptarnos y afrontar prácticamente cualquier situación, la pandemia nos está poniendo al límite ya que se sostiene en el tiempo en contra de nuestra esperanza y deseo, y no hay fecha para su final. Aunque siempre se nos dice que estamos cerca”, señala la vicedecana.

Se nos ha impuesto una forma de vivir diferente a la que estábamos acostumbrados, lo que hace tambalearse nuestro equilibrio emocional porque estamos instalados en la incertidumbre. Los mensajes y las restricciones que nos envían no son claros, y vivimos con una preocupación constante, “lo que lleva -comenta la psicóloga- a la desafección hacia la clase política y sus mensajes, complicando la interiorización de éstos y generando cierta frustración. En este contexto, algunas personas no se siente parte de un todo y, por tanto, es difícil cumplir con la corresponsabilidad que hace falta para acabar con todas las aristas de la pandemia”.

Los tratamientos psicológicos han demostrado ser eficaces ante estos trastornos emocionales pero lo cierto es que el Sistema Nacional de Salud no cuenta con la ratio óptima de profesionales en Psicología para cubrir la demanda de la población (6 por 100.000 habitantes frente a la media europea que es de 18). “Una tasa que ya antes de la pandemia era insuficiente y que ahora que se incrementa la sintomatología de los trastornos, resulta insignificante”, opina el psicólogo clínico y vocal del COPCV, Juan Luis Quevedo.

“El acceso a la salud mental al igual que la física no puede depender de los recursos económicos de la persona. Por ello, desde el Col·legi consideramos urgente que la administración aumente el número de psicólogos en Salud Mental y en el ámbito socio-sanitario, además de incluirlos en Atención Primaria”.

En este sentido, Sánchez Beltrán señala que “faltan recursos para facilitar el acceso de los ciudadanos a los servicios psicológicos. Son muy necesarios porque a medio y largo plazo mejoran la calidad de vida tanto personal como social”.

“También -ha continuado la psicóloga- educar en salud emocional desde las primeras etapas de la vida, incluyendo esta formación en los centros educativos, así como desarrollar planes y protocolos, permitiría prevenir y proteger a la población de ciertos desequilibrios emocionales y enfermedades mentales. Reduciendo así el tremendo coste económico y social que los trastornos psicológicos suponen para el SNS”.

Es por esto, que la salud mental y emocional debe de ser una prioridad para el conjunto de la sociedad ya que influye en todas las esferas de la vida. En el COPCV apelan a la ciudadanía para que reivindique la atención psicológica como lo que es, un derecho.