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Crisis del coronavirus

El incierto origen del coronavirus

Científicos anglosajones urgen a aclarar la procedencia del covid-19, para evitar futuras epidemias, y no descartan que “naciera” en un laboratorio

Miembros de la misión de la OMS en China, durante su estancia en aquel país

El 30 de diciembre de 2019 la Organización Mundial de la Salud (OMS) notificó la aparición de una neumonía de origen desconocido en la ciudad china de Wuhan. Año y medio después, sigue sin aclararse si alguna especie animal traspasó a los humanos el coronavirus que causa el SARS-CoV-2 o si es un producto de laboratorio. Dieciocho reputados científicos británicos y estadounidenses consideran “fundamental” saber cómo surgió el covid-19, para evitar futuras epidemias y proteger a la humanidad. En un artículo publicado recientemente en la revista 'Science' exigen “más investigación” y dejan constancia de que “las teorías de la liberación accidental de un laboratorio y el derrame zoonótico siguen siendo viables”.

Los firmantes del artículo, investigadores de primer nivel en instituciones como las universidades de Cambridge, Yale y Harvard, cuestionan el informe que se publicó el pasado mes de noviembre sobre el origen de la enfermedad, tras la visita de una delegación de la OMS a China. Sostienen que está basado en datos y muestras recopilados por la mitad china del equipo y hacen ver que, sin ninguna certeza que avalara claramente ninguna de las dos hipótesis, la delegación de la OMS concluyó en su informe que “era muy probable” que la enfermedad hubiera sido causada por una zoonosis y “extremadamente improbable” que se debiera a un escape de un laboratorio. Solo en cuatro de las 313 páginas de aquel informe, señalan, se planteaba la posibilidad de un accidente de laboratorio.

Además, recuerdan que en su día el director general de la OMS, Tedros Ghebreyesus, consideró “insuficiente” la atención que aquel informe había prestado a la posibilidad del escape del laboratorio. “Como científicos con experiencia relevante, estamos de acuerdo con el director general de la OMS, los Estados Unidos y otros 13 países, y la Unión Europea, en que es necesario y factible lograr una mayor claridad sobre los orígenes de esta pandemia”, afirman los firmantes del artículo de 'Science'.

Las dos hipótesis sobre el origen de la pandemia tienen defensores y detractores entre la comunidad científica y han dado pábulo a un sinfín de teorías conspiranoicas.

En 2008, un grupo de investigadores británicos y estadounidenses, entre los que había zoólogos, ecólogos y economistas, publicaron en la revista 'Nature' un artículo en el que informaban de que, entre 1940 y 2004, se habían reportado 335 nuevas enfermedades infecciosas en la población humana global. “Las enfermedades infecciosas emergentes son una gran amenaza para la salud: el sida, el SARS, las bacterias resistentes a los medicamentos y el virus del Ébola se encuentran entre los ejemplos más recientes”, advertían ya entonces. El pasado mes de marzo 'Nature Medicine' publicaba un artículo científico cuyos autores concluían que “el SARS-CoV-2 no es un diseño de laboratorio o un virus fabricado a propósito”.

En septiembre del año pasado la viróloga hongkonesa Li-Meng Yan difundió un informe, del que se hizo eco la revista 'Redacción Médica', en el que esgrime que “el SARS-CoV-2 muestra características biológicas que son incompatibles con un virus zoonótico natural”. El texto está firmado por otros tres científicos y avalado por la 'Rule of Law Society', una organización fundada por un magnate chino, Guo Wengui, exiliado en Estados Unidos. También Robert Redfield, que fue el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades en Estados Unidos con el presidente Trump, considera que covid-19, tuvo su origen en un laboratorio en Wuhan.

Los más deportistas salieron del confinamiento con mejor salud mental

Las personas que realizaron más actividad física y de mayor intensidad durante el confinamiento por la pandemia sufrieron menos síntomas depresivos y manifiestan un mayor bienestar emocional. Esa es la conclusión a la que ha llegado el Grupo de Investigación Edafides (Educación, Actividad Física, Deporte y Salud) de la Universidad de Oviedo, tras la realización de varios estudios. Los estudios de los investigadores ovetenses, publicados en varias revistas científicas internacional, “confirman el papel protector de la actividad física para la salud mental”. Los investigadores de la Universidad de Oviedo analizaron los cambios de peso como consecuencia del cambio de hábitos de actividad y alimentación durante el confinamiento domiciliario en una muestra de más de 4.300 individuos y llegaron a la conclusión de que parece que hay una conexión entre la obesidad, la depresión y la alimentación. Además, el equipo comprobó que las personas “que se involucraban regularmente en actividades físicas vigorosas y moderadas manifestaban mayores niveles de resiliencia, afecto positivo y menores síntomas depresivos”.

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