Superando la tercera ola de este Tsunami sanitario y social que se nos vino encima, de forma inesperada, es momento de reconocer que ningún farmacéutico estuvo a refugio, que ningún farmacéutico salió sin mojarse.

Es momento de recordar con cariño a compañeros, vecinos y seres queridos que se fueron, pero también de agradecer el esfuerzo sin límite, la demostrada profesionalidad y la indudable vocación sanitaria que han demostrado todos los farmacéuticos ante la sociedad a la que sirven, en momentos de máxima incertidumbre y adversidad.

Es momento de destacar como esencial el servicio que los farmacéuticos han prestado y tendrán que prestar en el futuro por y para una sociedad que los necesita.

Es momento de hacer visible una profesión que trabaja en los Servicios de Farmacia Hospitalaria, de Atención Primaria y de Farmacia Comunitaria para que cada paciente obtenga el mejor resultado del medicamento qué, cómo y cuándo lo necesita. De una profesión que trabaja en la Industria y en la Distribución para hacer llegar tratamientos dónde sean necesarios. De una profesión que ejerce en Analítica o Salud Pública detectando o haciendo prevención de males peores. De una profesión inmersa en Investigación y Docencia para que avancemos como Sociedad y como Profesión.

Gracias a todos mis compañeros porque cuando se trabaja por una profesión que ejerce toda su vocación de servicio con el fin de mejorar la salud de la sociedad en que vive, todo camino recorrido y por recorrer es obvio. Gracias también a cualquier lector no farmacéutico, porque sin vosotros nuestro trabajo no tiene sentido. Gracias a todos los dirigentes que no supieron comprender ni reconocer todo esto y ánimo porque los tiempos que vienen volverán a ponernos a prueba a todos.