El nuevo ingreso de la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana tiene rostro de mujer. Ana Ramírez se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia, obteniendo el Premio Extraordinario de Licenciatura y la especialidad de Dermatología. Dos veces Doctora, realizó su primera tesis doctoral sobre tumores malignos de la piel, con la que obtuvo la calificación de sobresaliente Cum Laude y, posteriormente, obtuvo el título de Doctor en Medicina por la Universidad de Frankfurt tras realizar otra tesis con la misma calificación. Además de profesional de la medicina, la Dra. Ramírez es docente e investigadora. Catedrática Extraordinaria en Dermatología en la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM), ha sido profesora en la Universidad de Valencia y también en prestigiosas Universidades de Lyon y Frankfurt. Su labor divulgativa se resume en la publicación de más de 200 artículos en revistas médicas y su participación en más de 100 congresos nacionales e internacionales. Además, su amplia experiencia investigadora le ha llevado a obtener un total de nueve premios, seis de la Academia Española de Dermatología y otros tres de la Academia Internacional. La doctora desarrolla su labor asistencial en Centro Dermatológico Estético (Alicante) desde hace más de 25 años, estando al frente de la Unidad de Dermatología Pediátrica y de la Unidad de I+D+i.

- ¿Qué representa, en el plano profesional, el ingreso como «Académico Correspondiente» en la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana?

La labor de la Real Academia de Medicina es científica, social y de apoyo a las investigaciones de sus miembros. Ser académico es un reconocimiento general que se le da a un médico por su trayectoria asistencial, docente e investigadora. Normalmente los académicos son profesores de Universidad y tienen un currículum de investigación muy extenso.

En cuanto a los méritos, es necesaria una carrera docente y debes tener unas líneas de investigación claras, con un porcentaje elevado de publicaciones científicas que avalen que no solo has hecho investigación clínica.

Ana Ramírez se licenció en Medicina y Cirugía por la Universidad de Valencia

- Y a nivel personal, ¿qué significa esta distinción en «su tierra»? Porque ya era académica antes, pero en la Real Academia de Murcia...

Para mí es un reconocimiento enorme, creo que el más alto de mi carrera profesional. Yo nací en Gandía y estudié en la Facultad de Medicina de Valencia, igual que mi hijo. Mis estudios, mi vida, es Valencia. Ver que antiguos profesores y profesionales que en mi época de estudiante consideraba grandes referentes hayan pensado en mí, que soy una «gota en el océano», es una emoción inmensa.

- ¿Por qué cree que pensaron en usted?

Para ser académico alguien de la academia tiene que proponer a un compañero médico y, tras revisar los currículums, hay una votación entre los propuestos. En mi caso, fue el profesor Carlos Belmonte del Instituto de Neurociencias.

Yo creo que les gustó mi perfil de investigación, de docencia, el tiempo que llevo ejerciendo... Pero también el perfil de mujer. En la Real Academia de Medicina de la Comunidad Valenciana no había hasta ahora ninguna académica dermatóloga, soy la primera. Algo curioso, teniendo en cuenta que Dermatología es una especialidad médica donde, actualmente, la gran mayoría somos mujeres.

- Su discurso de ingreso disertó sobre «Semiología Dermatológica» ¿Qué es exactamente la semiología de la piel?

La semiología es la parte de la medicina que estudia los síntomas de las enfermedades -en este caso, las lesiones que aparecen en la piel y lo que nos cuenta el paciente al respecto-, lo que nos permite apreciar la situación clínica de una persona y establecer un diagnóstico. Decidí disertar sobre este tema porque me parece que es básico, que toda persona que se va a iniciar en el campo de la dermatología necesita conocer su lenguaje específico.

Centro Dermatológico Estético (Alicante)

- Sus líneas de investigación se centran en la oxidación de la piel, patologías como la psoriasis o la dermatología pediátrica...

Efectivamente, tengo una línea de investigación clínica antienvejecimiento en la que me dedico a estudiar la oxidación de la piel, una línea antiinflamatoria que versa sobre patologías como la psoriasis o la dermatitis atópica y también otras sobre dermatología ginecológica y dermatología pediátrica. Además, llevo una línea de investigación sobre la progresión tumoral: por qué una lesión benigna de la piel puede pasar a constituir un cáncer.

- Ahora que lo menciona, el cáncer de piel es una de las principales preocupaciones de la población, sobre todo en verano... ¿Debemos evitar el sol?

Que quede claro: el sol es buenísimo. Aumenta la síntesis de vitamina D, es antidepresivo, mejora la circulación periférica, ayuda a la absorción y excreción de ciertas sustancias… Tiene unas propiedades extraordinarias y es necesario.

El problema es que debemos tomarlo poco a poco e interiorizar que no podemos ir a la playa o a la piscina (ni realizar cualquier otra actividad al aire libre) sin la protección solar adecuada a nuestro fototipo de piel. Los dermatólogos consideramos que el factor 50 es el ideal, pero algunas personas necesitan hasta el 100. También hay que evitar las horas centrales del día y, si no podemos evitarlas, ponernos protección cada 30-40 minutos y estar debajo de la sombrilla.

Por otro lado, me gustaría dejar claro que no solo existe el melanoma: hay otros cánceres de piel que son mucho más frecuentes y que tienen una identidad muy importante en dermatología como el carcinoma epidermoide, que viene de una lesión precancerosa, que a partir de los 40 años tiene una gran incidencia y que puede producir metástasis.

Y también está el carcinoma basocelular, que aunque es un tumor que solo afecta a la piel, que no da metástasis y una vez se extirpa no hay peligro, puede reaparecer. Y hay que ser responsables: no podemos operar a una persona cada año porque no tenga un poco de precaución con el sol.