Ocho de cada diez problemas de salud registrados tras la vacuna contra el COVID y notificados a la Agencia Española del Medicamento (el 77%) se producen en mujeres. Aunque la mayoría son leves y comunes en ambos sexos (como fiebre, dolor en el brazo, cansancio o cefalea), ellas los padecen más a menudo y además las administraciones sanitarias se encuentran ahora con problemas específicos femeninos y que no aparecían en el prospecto de las vacunas como ausencia de la menstruación, reglas con un sangrado más intenso y más dolorosas o incluso aumento de pecho al inflamarse los ganglios de la axila.

Los expertos aseguran que las diferencias en el sistema inmunitario entre hombres y mujeres hacen que ellas “puedan tener más efectos adversos ante una vacuna”, pero también lo atribuyen a que la mayoría de ensayos clínicos que se realizan de estos y otros medicamentos están protagonizados por hombres y excluyen sobre todo a mujeres en edades fértiles. “Esto hace que no se hayan estudiado ni las dosis adecuadas, ni los posibles efectos secundarios en ellas. Por eso, es importante tener en cuenta la cuestión del género en el desarrollo de fármacos y vacunas”, sostiene la inmunóloga gallega y expresidenta de la Sociedad Española de Inmunología, África González.

Hasta mediados de julio, se habían administrado 47,7 millones de dosis de la vacuna en toda España y la Agencia Española del Medicamento había recogido 32.901 acontecimientos adversos, es decir, problemas de salud que aparecen tras la inmunización pero que no tienen porqué ser derivados de ella. Sanitarios o el propio ciudadano los notifican a través de la web con el objetivo de que si el patrón se repite en muchos ciudadanos, los expertos lo estudien para añadirlo como efecto secundario del antígeno, según se explica en el último informe de este organismo, publicado el 27 de julio. De esos más de 32.000 efectos adversos —que suponen una tasa de 67 casos por cien mil vacunas administradas—, el 77% se produjeron en mujeres y el 88% en personas de entre 18 y 65 años.

Aunque la mayoría son efectos leves —fiebre, cefalea, dolor muscular y en el lugar del pinchazo, cansancio o náuseas son los más repetidos— llama la atención que sea mucho habitual que suceda en mujeres. La biología tiene parte de culpa. “Hay diferencias entre el sistema inmunitario de hombres y mujeres. Por ejemplo a nivel hormonal. Los estrógenos favorecen el desarrollo de anticuerpos protectores, mientras que la dehidroepiandrosterona tendría un efecto inhibidor”, explica la inmunóloga África González, quien añade: “Además hay proteínas de la respuesta inmunitaria cuyos genes están ubicados en el cromosoma X. Las mujeres al tener dos cromosomas XX, tienen ventajas por si en uno de ellos hubiera algún gen alterado”.

Unas diferencias que, en la práctica, se traducen en que lo habitual es que las mujeres “produzcan más anticuerpos que los hombres”, y por ello suelen responder mejor a las infecciones. Eso sí, esto también las hace más propensas a “tener más respuestas adversas ante las vacunas y a desarrollar más enfermedades autoinmunes” que el varón.

  1. ¿Por qué afecta más a las mujeres? El sistema inmune es diferente al del hombre. Ellas suelen responder mejor a las infecciones, pero son más propensas a reaccionar a las vacunas.
  2. ¿Influye la vacuna en la menstruación? No hay evidencias científicas todavía pero más de 470 mujeres notificaron en España cambios en el ciclo menstrual.
  3. ¿Produce un aumento temporal del tamaño del pecho? Expertos de EEUU dicen que hasta un 16% pueden sufrir inflamación del ganglio de la axila que se extienda a la mama. Es algo temporal.
  4. ¿Por qué no son paritarios los ensayos clínicos? No suelen incluirse inicialmente a mujeres en edad fértil o embarazadas por seguridad. Expertos demandan una visión de género en las pruebas.

Y más allá de los síntomas más comunes tras el pinchazo, ha sido cuando la vacunación ha avanzado y ha llegado a las mujeres en edad fértil cuando han aparecido otros posibles efectos adversos del antígeno, exclusivos de las mujeres. Los últimos datos de Sanidad revelan que, hasta el pasado 18 de julio, el Sistema Español de Farmacovigilancia había recibido 471 notificaciones que incluyen alteraciones del ciclo menstrual o hemorragia uterina tras el pinchazo y los problemas aparecen con cualquiera de las cuatro vacunas que se suministran en España.

Pero las afectadas podrían ser muchas más. Una encuesta a más de 5.000 mujeres realizadas por la matrona del Hospital Virgen de las Nieves de Granada Laura Cámara reveló que el 67% reconocía haber sufrido alguna alteración en la regla tras la vacuna y tras ello varios sanitarios de la Universidad de Granada han puesto en marcha el Proyecto Eva para investigar esta cuestión. Prueba de la frecuencia de afectadas es que la Agencia Española del Medicamento ya incluye entre las dudas más habituales a resolver sobre la vacunación COVID un apartado en el que analiza las posibles repercusiones en el ciclo menstrual.

En él revelan que los problemas notificados van desde sufrir sangrado intermenstrual o más intenso de lo habitual hasta tener mayor dolor durante la regla, ausencia de menstruación o que aparezca de forma irregular. Además explican que las agencias del medicamento de la UE están actualmente estudiando este posible efecto adverso y que por el momento no se ha establecido “una relación causal entre las alteraciones menstruales notificadas y la administración de las vacunas frente al COVID”. Recuerdan que las alteraciones menstruales pueden tener múltiples orígenes pero animan a las mujeres a seguir notificando estos casos.

“De momento no hay evidencias de que estén relacionados con la vacuna ni que sea un problema serio de salud”, reconoce África González, que asegura que la alteración del ciclo menstrual podría estar relacionado “con las sustancias inflamatorias que se liberan tras la vacunación”. Esta experta asegura que aunque no hay muchos estudios ya que la mayoría de vacunas se ponen en edad infantil, ya se detectaron problemas puntuales de este tipo “y de corta duración” en ensayos con la vacuna de la gripe o del papiloma humano.

Otro efecto adverso 100% femenino y que sorprendió a algunas mujeres fue un supuesto aumento del tamaño del pecho tras ponerse las vacunas de Pfizer y Moderna. Durante semanas por todo el mundo, las redes sociales informaban de testimonios en esta línea, pero los expertos lo matizan. Aseguran que lo que puede ocurrir, con esta y otras vacunas, es que se inflamen de forma temporal los ganglios de la axila y que esta inflamación pueda extenderse a la mama dando la sensación de mayor volumen. Entre un 11% y un 16% de las vacunadas con estas marcas podrían experimentarlo, según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

Pocos ensayos clínicos en mujeres

Parte de estos efectos adversos de la vacuna COVID han pillado por sorpresa porque a la hora de probar un nuevo medicamento para ver sus riesgos antes de sacarlo al mercado, los ensayos se realizan mayoritariamente en hombres. “Se intenta evitar la edad fértil de la mujer, los embarazos o la lactancia por seguridad y además hay mayor variabilidad en los estudios si se incluye a mujeres jóvenes por los cambios hormonales. Por ello, no suelen ser incluidas inicialmente ya que se intentan buscar grupos homogéneos y que los resultados sean los más fiables posibles”, explica África González, que lamenta que esto provoca que “no se hayan estudiado ni las dosis adecuadas ni los posibles efectos adversos en ellas”.

Para esta especialista es necesario llegar “a un compromiso” y apunta a varias maneras de solucionar esta discriminación. “Es importante tener en cuenta la cuestión del género en el desarrollo de fármacos y vacunas o incrementar los estudios en modelos animales donde se pueden hacer pruebas por si hay algún problema en la fertilidad de las hembras, en los embarazos, número de crías, etc... Los modelos animales no siempre son iguales en su respuesta a la que hacemos los humanos, pero pueden dar muchas pistas”, señala. Todo para conseguir una medicina paritaria que tenga en cuenta las características de cada sexo.