El 18 de septiembre se celebra el Día Mundial de la Enfermedad de Alzheimer (EA), una enfermedad neurodegenerativa que supone la primera causa a nivel mundial de deterioro cognitivo, y que en estos últimos dos años marcados por la pandemia covid-19, ha mermado aún más si cabe la calidad de vida de los pacientes y familiares que la sufren.

Los pacientes afectos por la Enfermedad de Alzheimer manifiestan inicialmente problemas de la memoria a corto plazo, en la que cobra particular importancia la memoria episódica, esto es: estos pacientes presentan problemas para adquirir y recordar nueva información, lo que conlleva a que éstos hagan preguntas de forma repetitiva, pierdan objetos, olviden citas importantes o nuevos nombres.

Si bien es cierto, con el paso del tiempo los pacientes con Enfermedad de Alzheimer mostrarán afectación en otras áreas cognitivas, como pueden ser el lenguaje, alteraciones visuoespaciales y funciones ejecutivas; lo que podrá determinar un deterioro cognitivo más importante en el que se verán afectadas las actividades básicas e instrumentales de la vida diaria y, consecuentemente, mermado el grado de independencia del paciente, que es lo que diferencia entre deterioro cognitivo leve y demencia por Enfermedad de Alzheimer.

En las próximas décadas, debido al envejecimiento progresivo de la población y al aumento de la esperanza de vida, se espera que la prevalencia de la Enfermedad de Alzheimer siga en aumento como lo ha estado haciendo en los últimos años, y por su alto coste socio-sanitario, es importante señalar que un diagnóstico precoz de la enfermedad (sobre todo en los pacientes más jóvenes) podría ayudar a disminuir este coste al poder aprovechar la oportunidad de incidir sobre estos pacientes en estadíos precoces de la enfermedad, iniciando el tratamiento dirigido para frenar el proceso de neurodegeneración.

Factores de riesgo modificables

Existen unos factores de riesgo modificables que se han asociado con el desarrollo de la Enfermedad de Alzheimer, como pueden ser la diabetes mellitus (DM), la hipercolesterolemia, la hipertensión arterial (HTA), el sedentarismo, la obesidad y el hábito tabáquico.

Controlando estos factores, mediante ejercicio físico moderado, hábitos higiénico-dietéticos saludables y eventualmente fármacos para la Diabetes Mellitus, la Hipertensión o la Hipercolesterolemia, se puede reducir la incidencia y el riesgo de padecer Enfermedad de Alzheimer.

Pero no todos los factores son modificables. Por un lado, la edad es el factor de riesgo más importante para el desarrollo de Enfermedad de Alzheimer, y por otro lado existen mutaciones en determinados genes (APP, PSEN1, PSEN 2) que van a determinar la mayoría de las enfermedades de Alzheimer en edad presenil, con un patrón de herencia autosómico dominante (esto es, el paciente afecto tiene un 50% de probabilidad de transmitir la enfermedad a su descendencia).

Equipo de la Unidad de Neurología de HLA Vistahermosa.

Diagnóstico precoz

El diagnóstico de la Enfermedad de Alzheimer requiere una valoración del estado cognitivo del paciente, normalmente en consulta, y realizando una batería de test cognitivos en los que se valoran las distintas áreas cognitivas (atención y fijación, memoria remota, memoria de evocación libre y con pistas, orientación temporal y espacial, funciones visuoespaciales y ejecutivas) y descartando causas secundarias potencialmente curables.

En casos dudosos o en pacientes jóvenes, podemos realizar pruebas de neuroimagen estructural (un TAC o una Resonancia cerebral) o funcional (PET-TAC) e incluso, para un diagnóstico definitivo, la determinación de biomarcadores de Enfermedad de Alzheimer en el líquido cefalorraquídeo, mediante una punción lumbar.

Tratamiento

El tratamiento de la Enfermedad de Alzheimer pasa por unas medidas no farmacológicas, como son la actividad física moderada y la estimulación cognitiva; y unos tratamientos específicos para ralentizar este proceso neurodegenerativo (entre ellos son muy utilizados los parches de rivastigmina y el donepezilo para las fases leves moderadas de la enfermedad, y cuando el paciente se hace dependiente para las actividades básicas de la vida diaria, la memantina), haciendo de esta manera que el paciente se mantenga con el mayor grado de independencia el mayor tiempo posible.

También hay que hacer una valoración de otros posibles síntomas o problemas que puedan ir apareciendo durante el curso de la enfermedad, como el insomnio u otros trastornos del sueño, problemas de conducta o irritabilidad, depresión, alucinaciones visuales (entre otros) para así detectarlos de forma precoz y poder iniciar tratamiento sintomático en función de las necesidades del paciente y su familia.

Asimismo, se recomienda una valoración integral del paciente, cuidador y entorno familiar para poder atender a sus necesidades desde la forma más holística posible que permita mantener la calidad de vida del paciente.

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