En la infancia, el gusto por los diferentes sabores está en pleno desarrollo. Por eso existe la firme teoría de que si educamos en sabores muy intensos será más difícil apreciar el sutil dulzor que nos aportan ciertos alimentos de forma natural. ¿Queremos decir con esto que la expresión “a nadie amarga un dulce” debemos desterrarla porque los dulces terminarán por “amargarnos la existencia”? El problema no son los dulces, sino los azúcares añadidos. Te ofrecemos algunas ideas para incluir en tus recetas y que la vida de tus hijos -y, por qué no, también la tuya- pueda ser dulce, pero con el mínimo azúcar añadido.

Nuestra cultura nos invita a emplear los alimentos como un nexo de unión a la hora de relacionarnos. Dulcificar el paladar es algo que nos gusta hacer tanto en momentos de celebración y euforia, como en momentos amargos. Y transmitimos esas costumbres a los niños y niñas.

Aportar momentos agradables a los pequeños de la casa es algo de lo disfrutamos. En muchas ocasiones, expresamos nuestro amor, a través de la gastronomía. Pero abusar de los azúcares, además de resultar perjudicial para su salud, tiene un efecto dañino sobre el desarrollo educativo de los niños. Les estamos “condenando” a la construcción de unos hábitos y costumbres perjudiciales de los que algún día deberán desprenderse.

Algunos de los alimentos más comunes de nuestra alimentación son, además de saludables, dulces. ¡Aprovéchalos! Construye las recetas y los menús teniendo en cuenta las propiedades naturales de los alimentos:

Leche

Gracias a la lactosa (su azúcar principal), aportará dulzor a todas aquellas recetas en las que la utilicemos. Si lo pensamos bien, es una de sus funciones principales cuando preparamos un café con leche (para adultos, lógicamente).

Fruta

La fruta fresca es, posiblemente, el grupo de alimentos sin procesar más dulce que podemos encontrar. Eso sí, debemos elegirlo bien. Es muy habitual encontrarnos con que los más pequeños de la casa rechazan la fruta porque no presenta un estado óptimo de consumo. Lo más habitual es que aún esté sin madurar y, si su calidad es baja, quizá no llegue a hacerlo nunca antes de empezar a pudrirse. Pero si la fruta está dulce, tierna y sabrosa, la probabilidad de éxito aumenta exponencialmente. Además, podemos cocerla (en muchas frutas este proceso aumenta su dulzor) y triturarla con la idea de añadirla al yogur natural o a una tostada de pan.

Frutos secos

En el caso de las frutas desecadas (dátiles o pasas, por ejemplo), al igual que la fruta fresca o la leche, aportan azúcares propios del alimento. No obstante, también nos aporta fibra, entre otros nutrientes. Podemos considerar estos alimentos como “gominolas”, pero también como ingredientes para endulzar postres. No olvidemos que aportan kilocalorías, por lo que su consumo no debe ser abusivo.

SIN AZUCAR | ¿Cómo endulzar la vida de tu bebé sin atiborrarle de azúcares? Pixabay

Cacao

El cacao puro deja un regusto dulce, aunque en un primer momento nos resulte un poco amargo. También podemos emplear canela, ya que aporta un toque muy agradable a la receta. Debemos tener la precaución de disolverlos bien para evitar que las partículas de polvo puedan producirles un atragantamiento.

Vainilla

Utilizar vainilla es una forma de endulzar que nos puede servir para reducir o evitar los azúcares o edulcorantes.

Debes tener en cuenta que estas sugerencias son completamente opcionales. La premisa nutricional de la que partimos para tomar decisiones sobre cómo alimentar a los pequeños es que, para llevar una buena alimentación, no es necesario tomar alimentos “endulzados”.

Estas propuestas están pensadas para niños y niñas a partir de doce meses de edad; incluso sería más indicado pensar en mayores de tres años. Previamente a esa edad, somos de la opinión educativa de que tienen suficiente con aprender y experimentar con los nuevos sabores y texturas como para enmascarar el nuevo mundo que se les presenta.

Pero, ojo, estos consejos nutricionales y educativos, lejos de “demonizar” los alimentos o productos endulzados, pretenden ayudarte a que les des el tamaño y la frecuencia apropiada para conseguir una alimentación saludable. La nutrición en ningún caso debe obviar que la gastronomía forma parte de nuestra cultura, que la educación implica ayudar a los niños a integrarse socialmente y que la salud es un concepto que involucra lo bio, lo psico y lo social.

Por lo tanto, tomarnos un trozo de tarta en los cumpleaños, salvo que existan patologías que lo impidan, no va en contra de la salud de los infantes.