En España, cerca de 55.000 personas (2,5 millones en todo el mundo) han sido diagnosticadas de Esclerosis Múltiple (EM), una enfermedad neurodegenerativa progresiva y crónica que es la principal causa de discapacidad de origen no traumático en adultos jóvenes. Se trata de una enfermedad autoinmune del sistema nervioso central en la que el sistema de defensa del organismo se confunde y ataca al cerebro y la médula espinal, produciendo lesiones inflamatorias que destruyen la mielina –la envoltura que protege las fibras nerviosas–, dejando cicatrices que impiden el funcionamiento normal de las fibras nerviosas. Este proceso podría compararse con el plástico que recubre los cables de la electricidad: al dañarse el plástico aislante, la electricidad pierde velocidad. Lo mismo ocurre con la transmisión de los impulsos nerviosos cuando la mielina se daña.

LA ENFERMEDAD DE LAS MIL CARAS

A la EM se le da este sobrenombre, porque su evolución y síntomas varían en función de cada persona. Sus manifestaciones dependerán del área del cerebro en el que se producen las lesiones y pueden incluir hormigueo, debilidad, desequilibrio o visión borrosa entre otras. Existen diferentes tipos de enfermedad. “Entre ellas, la más frecuente es la remitente-recurrente (EMRR), que se caracteriza por la presencia de brotes que son episodios subagudos de síntomas neurológicos producidos por afectación cerebral, medular o del nervio óptico, que pueden dejar o no secuelas”, explica el doctor Francisco Gascón, neurólogo de la Unidad de Esclerosis Múltiple del Hospital Clínico Universitario de Valencia. Otra forma es la EM primaria progresiva (EMPP) que se caracteriza por un deterioro neurológico progresivo desde el inicio de la enfermedad. Además, un porcentaje de los pacientes con EMRR con el tiempo desarrollarán una EM secundaria progresiva, “en la que presentarán un deterioro neurológico progresivo, independiente de los brotes, con acúmulo de discapacidad”, apunta el neurólogo.

Aunque tanto la velocidad con la que avanza como los posibles brotes pueden ser impredecibles, en los últimos años se ha observado que existe una serie de factores que contribuyen a que unos pacientes progresen de forma más rápida y grave, alcanzando mayor discapacidad y de manera más temprana que otros. “Entre estos factores –señala el doctor Gascón– se incluye la alta actividad inflamatoria en los primeros dos años de la enfermedad, el alto número de brotes, la alta actividad en resonancia, la presencia de bandas oligoclonales IgM en líquido cefalorraquídeo y, sobretodo, el retraso en el inicio del tratamiento y en el control de la inflamación”.

EL PAPEL CLAVE DE LA INFLAMACIÓN

A pesar de que se trata de una enfermedad de origen desconocido, sí se conoce que intervienen tanto factores genéticos como ambientales, entre los que se incluyen las infecciones en la infancia, la falta de vitamina D y el tabaquismo. Se sabe también que la inflamación, consecuencia de la autoinmunidad, es un factor muy importante ya que provoca lesiones en el Sistema Nervioso Central. La inflamación tradicionalmente se ha asociado con los brotes y predomina en las fases iniciales de la enfermedad, contribuyendo a la aparición de secuelas. “Sin embargo, se ha observado que en las formas progresivas y más avanzadas de la enfermedad también existe en muchas ocasiones inflamación que contribuye a la neurodegeneración y al acúmulo de discapacidad”, matiza el Dr. Gascón.

En los primeros estadios de la enfermedad, el tipo de inflamación más frecuente es la aguda, mientras que en fases posteriores predomina el desarrollo de la respuesta inflamatoria crónica dentro del sistema nervioso central y la degeneración neuronal que se asocia con atrofia cerebral. Es decir, que, a largo plazo, si se mantiene el estado inflamatorio, las lesiones van a progresar, favoreciendo que se produzca destrucción neuronal. Por eso, tal y como explica el neurólogo, el diagnóstico temprano de la enfermedad resulta clave: “Lo que ocurre en los primeros años de la enfermedad va a determinar lo que ocurre a medio-largo plazo. De este modo, el diagnóstico temprano nos permite instaurar precozmente el tratamiento más adecuado en cada caso, para controlar la inflamación desde el principio, lo que va a influir en la prevención de la discapacidad a medio-largo plazo”.

AVANCES EN EL TRATAMIENTO

Para el abordaje y tratamiento de la inflamación que mejore el pronóstico del paciente, el doctor Francisco Gascón explica que “en las últimas dos décadas se han desarrollado múltiples nuevos fármacos para el control de la inflamación en la EM con distintos mecanismos de acción, eficacia y perfiles de seguridad, incluidos algunos de alta eficacia, que nos permiten seleccionar el fármaco más adecuado en cada paciente según sus características particulares”.

A pesar de ello, siguen en curso múltiples investigaciones encaminadas a desarrollar tanto nuevos fármacos modificadores de la enfermedad como algunos remielinizantes que hacen vislumbrar un horizonte alentador para los pacientes de Esclerosis Múltiple: “En los próximos años se incorporarán nuevas alternativas de tratamiento”, afirma el neurólogo Francisco Gascón, que se muestra positivo en relación a las expectativas de futuro. “Hoy en día es posible controlar la enfermedad en un gran número de pacientes, así como mejorar la calidad de vida de los que no. Existen múltiples líneas de investigación que hacen que siga siendo optimista”.