Jordi Coy: "Fue una aventura increíble y con los nervios a flor de piel, desde el momento que comencé mi caminata para recorriendo Manhattan hasta el sur para coger el ferry y hasta el último segundo por la incertidumbre por la amenaza de nubes. Allí me encontré con 3 compañeros más, y creo que gracias a nuestras plegarias las nubes nos dejaron ver la luna justo cuando tocaba"
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